Las antorchas de la nueva habitación se encendieron e iluminaron un reto muy difícil de superar.
En este caso, la puerta de salida estaba arriba de una plataforma muy elevada, casi a la altura del techo. La única forma de llegar hasta ahí era subiendo siete escalones que estaban amurados a la pared. El problema era que los peldaños estaban muy separados entre sí y había que dar enormes saltos para pasar de uno al otro. Y como si esto fuera poco, debajo, unas hileras de piedras extremadamente afiladas amenazaban con herir o matar a quien no lograse dar el salto.
-Bueno, nietitas mías, ustedes son jóvenes y fuertes -Comenzó a decir la abuela mientras se sentaba en un rincón de la habitación-. Vayan, busquen en tesoro. Yo ya estoy vieja para estos trotes. Después nos dividimos lo que encuentren.
-No, no, no, señora -Le respondió al instante Lyna, con una mirada de desaprobación-. Si querés parte del tesoro, vas a tener que venir a buscarlo.
-¿Pero ¿cómo voy a hacer eso, Lynita? No puedo saltar tanto -Argumento la anciana.
-Ya se nos va a ocurrir algo, pero ahora tenemos que descansar -Dijo Melina mientras sacaba de su mochila una bolsa de dormir-. Ya tuvimos suficiente aventura por hoy.
-¿Dormir? -Pregunto Rita-. ¿ACA? Te juro por los calzones que no tengo que ni muerta paso la noche en esta pocilga -Dijo, y se cruzó de brazos.
-No tenemos otra opción -Intento explicarle Lyna-. Caminamos mucho para llegar, tardaríamos demasiado en volver al auto.
Lyna imito a su hermana y coloco su bolsa de dormir en el suelo. Rita, al ver que ambas chicas y el Pato ya estaban listos, frunció el ceño y, enojada, se preparó para descansar.
Dentro del templo, las horas parecían no pasar.
La noche se hizo eterna, pero así y todo lograron dormir un poco.
Melina fue la primera en despertar. Sacudió a su hermana y a su abuela, que abrieron los ojos al instante, y busco provisiones dentro de las mochilas.
-Tenemos que comer bien ahora -Dijo Lyna entre bostezos-. Para llegar al otro lado vamos a tener que dejar todas nuestras pertenencias acá y buscarlas de nuevo cuando ya tengamos el tesoro.
-¿Dejar nuestras cosas acá? -Pregunto su hermana, sorprendida-. ¿Por qué?
-La abuela tiene razón, ella no puede saltar. Y el Señor Pato tampoco, así que vamos a tener que cargarlos.
Se tomaron su tiempo para comer y trazar un plan de acción. Lyna llevaría en sus hombros a la anciana mientras Melina cargaría a la mascota dentro de una de las mochilas, junto con algo de comida.
El Señor Pato se resistió a meterse adentro de la mochila y picoteo más de una vez a Meli, hasta que se dio cuenta de que no tenía alternativa.
Continuara...
Autor del libro original: Evelyn Vallejos (Lyna)
Fecha de Publicación: Octubre 2018
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Una Familia Anormal: En Busca del Tesoro de Minuca
AdventureLyna y Melina van a pasar las vacaciones a casa de su abuela Rita y como se aburren fácilmente, se dedican a explorar los rincones secretos de la casa. Un día el Señor Pato desaparece y cuando lo encuentran, encuentran también un cofre con instrucci...