♥Capitulo 64♥

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La tarde pintó su crepúsculo y antes de que el sol se ocultara, su luz anaranjada iluminaba un lugar en el que había parado mis pies. Reconocí aquel sitio y el recuerdo me trajo a Adrien a la cabeza. Era el bar-café al que me había llevado el día del cumpleaños de su amigo Gaspar.

Yo odiaba esos lugares, pero ahora, lo único que pasaba por mi cabeza, además de Adrien y el dolor que esto me producía, era conseguir una manera de terminar con él. Me armé de un valor que no conocía y arrastré mis pies hasta el interior.

Cuando ya estaba adentro, caminé esquivando a todos los demás que bailaban al ritmo de la escandalosa música y llegué hasta la barra. El joven rubio de ella, al mirarme me reconoció.

-¡Chloe, la amiga de Adrien! -Elevó la voz para que pudiese oírlo y lo único que encontré significado en esa frase fue el nombre de él.

-Hola, Gaspar. -Farfullé, sentándome en una de las sillas de borde de la barra.

-¿Te sirvo algo?

-¿Qué tienes para perder la conciencia? -Pregunté y él rió.

-Creí que no tomabas alcohol.

-Solo dame algo, que me sirva para olvidar. -Ordené, frustrada.

-Subito. -Dijo, alzando las cejas y luego me dio la espalda para recopilar varias botellas del estante.

La música me atronaba en lo oídos y el dolor cada vez me inundaba más el pecho. Había estado tanto tiempo esforzándome para proteger a Marinette de patanes, engaños y esas cosas desde lo que pasó con su ex novio; y ahora, yo era la causante de su dolor, de su desconfianza y eso me dolía mucho más de lo que podía llegar a imaginar.
Irme, insistía con eso porque era la mejor opción, pero... dejar de ver a Adrien me costaría mucho.

Gaspar puso delante de mí un pequeño vaso y sonrió.

-Salud. -Dijo con ese acento italiano inconfundible.

Sin contar los chocolates envinados, jamás había pasado por mi boca el sabor a licor y aquel líquido transparente que rebotaba en el pequeño vaso de vidrio me seguía pareciendo igual de repugnante que la primera vez que supe de su existencia. Pero en esta ocasión, necesitaba aquel embriagante líquido para que borrara parte de mi memoria, o al menos, para que el insoportable dolor disminuyera.

Tomé el vaso pequeño con mis dedos y al alzarlo lo miré con repugnancia y asco, pero cerré los ojos y lo dirigí a mi boca dejando que el olor hiciera cosquillas en mi nariz y el líquido bajara por mi garganta, raspándola enseguida de que hizo contacto. Derramé todo el licor dentro de mi boca y la garganta me ardió como si tuviera una flama viva adentro. Abrí la boca e inhalé profundo, tratando de que el aire fresco entrara y aplacara el fuego. Una fuerte punzada de dolor acribilló el lado izquierdo de mi cráneo y una otra neurona explotó. Entonces sentí el licor tocar mi estómago y como este se revolvió dos segundos después; una presión allí dentro hizo que casi devolviera lo que había tomado. Cerré los ojos con fuerza y me lleve las manos a la boca, solo por si acaso.

-¿Estás bien? -Me preguntó Gaspar detrás de la barra.

Hice que el fuego de mi garganta se calmara un poco cuando volví a abrir la boca para inhalar aire y luego abrí los ojos y lo miré. Me observaba un poco preocupado mientras limpiaba un tarro de cerveza con un trapo. Adrien aún seguía presente en mi mente y el dolor aún era perceptible.

-Sí. -Contesté, con la voz repentinamente ronca. -Sírveme otro. -Ordené.

-¿Segura? -Dijo, tajante.

Él se arremangó una de sus mangas blancas que se había bajado traviesa antes y alzó las cejas con expresión escandalizada, pero tomó el pequeño vaso y vació en él el licor amarillento del cual yo desconocía el nombre. Con el vaso lleno me acercó su mano y lo depositó delante de mí sobre la barra. Miré de nuevo el cristal y lo que contenía; me preguntaba cuántos vasos de estos necesitaba para perder la conciencia o si era preferible pedir que me llenaran el tarro.
Lo acerqué a mi boca, cerré los ojos y dejé caer parte del licor en mi garganta, que de nuevo estalló en llamas despiadadamente consumidoras; pero sin dejar que estas se aplacaran me eché otro trago a la boca, solo que este lo mantuve allí, repentinamente temeroso de hacerlo pasar. El nombre de Adrien golpeteó junto a la punzada de mi cabeza y me obligué a abrirle camino entre el fuego a aquel líquido. Las llamas tomaron una nueva fuerza pero ahora el ardor a pesar de ser doloroso, se volvió algo placentero. Y la última parte del trago pasó por mi garganta con menos dificultad. La punzada se expandió hacia el otro extremo de mi cabeza y se convirtió en un dolor agudo.

Cuando abrí los ojos, el rubio detrás de la barra me miraba intrigado.

-Otro. -Ordené, con aquella voz ronca que salía de entre las llamas de mi garganta.

Vaso tras vaso y el licor seguía pasando por el incendio en mi garganta; hasta que comencé a marearme al ver a las personas a mi alrededor. Sentí menos neuronas en mi cabeza que hace unos minutos, pero el dolor había desaparecido o al menos, era tan grande que ya no lo sentía.

-¿Estás bien? -Inquirió de nuevo Gaspar.

-¿Yo? ¡Estoy bien...! -Mi voz se arrastraba como si mi lengua se hubiese quedado pegada en el inferior de mi boca.

-Claro. Emm... permíteme. -Se alejó hasta el otro extremo de la barra y tomó el teléfono. Dejé de tomarle importancia y desvié la mirada; en realidad había dejado de tomarle importancia a todo. El alcohol había hecho que las pocas neuronas que me quedaban en la cabeza estallaran al unisono y desaparecieran.

Manual De Lo Prohibido~AdrienxChloe~(Adaptada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora