Sábanas

Capítulo 19

Sofía me había enviado mensajes de texto temprano por la mañana aunque silencié la notificación después de una larga noche con Nico. No es que hayamos hecho nada; Después de almorzar y descansar bajo el sol en la azotea, disfrutar de la suave brisa y la vista, Nico me llevó a casa horas después y se fue. No fue hasta las primeras horas de la mañana que Nico me despertó con una llamada y no fue sino hasta una hora después de que dejamos de hablar y me permití dormir.

Ahora; tarde de un domingo estaba tumbado en la cama aturdido, hojeando mi teléfono bajo la seguridad de mi manta mientras miraba el mensaje de Sofía.

Sofía - 9:14 am

¡Hola Wes! ¿Quieres venir a mi casa más tarde?

Estoy en casa todo el dia.

Tragué saliva, desplazándome por la línea de mensajes que me había enviado, el último con una nota de preocupación de que no había respondido a ninguno de sus mensajes. Me froté los ojos con mi teléfono cerca de mi nariz, las letras viéndose borrosas sin mis lentes. Mis dedos tocaron la pantalla de cristal, las palabras salían más fácilmente de mis dedos que de mi boca.

Wes - 3:30 pm

Sí, suena bien
Lo siento, estaba dormido.

Me di la vuelta en mi cama cuando vi tres puntos al lado de la foto de Sofía, perdiendome por un segundo en su icono de perfil. Mi teléfono vibró en mi mano cuando ella respondió con una velocidad que avergonzaría a los millennials.

Sofía - 3:30 pm

¿Estudiaste toda la noche? Tengo café y comida :)

Logré sonreír ante sus palabras, la imágen mental de Sofía esperándome en su casa con una humeante taza de café en sus manos no fue nada desagradable pero aún así todo seguía demasiado confuso.

Sofía - 3:31 pm

¿Quieres venir ahora?

No.

Wes - 3:32 pm

Claro, nos vemos en unos minutos

Apagué el teléfono, me puse de rodillas y enterré la cabeza en la almohada gimiendo.

"Necesitas detener esto, Wesley" me regañé, acostado sin fuerzas en mi cama durante unos minutos más finalmente reuní el poco coraje que me quedaba y me las arreglé para salir de mis mantas. Me cambié rápidamente, agarrando el atuendo que usé el día anterior desde el respaldo de una silla sin pensarlo dos veces. No me llevó mucho tiempo poner mis lentes de contactos en mis ojos y peinarme un poco.

Cuando me incliné en el espejo para ver más de cerca mi intratable cabellera, la puerta del baño compartido se abrió de golpe, revelando a Jamie.

"Tengo que orinar" anunció Jamie entrando por la puerta interior que ocultaba el inodoro, cerrándola detrás de ella. Suspiré cuando escuché a Jamie maldecir, el asiento del inodoro aparentemente todavía estaba levantado y casi absorbió su trasero por completo.

"Eres el único chico en esta casa, Wes. ¿Puedes dejar el maldito asiento cuando hayas terminado de mear? Jesús" se quejó Jamie, su voz no pudo ser apagada ni con el grosor de la puerta.

"Lo siento" respondí sarcásticamente, renunciando a tratar de salvar mi trágica situación de cabello justo cuando Jamie se marchaba. Mi hermana todavía vestida con su pijama y su cabello medio caído de su moño, me empujó a un lado por la cadera mientras se lavaba las manos. Mirándome en el reflejo del espejo, Jamie levantó una ceja.