Capítulo 38

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Me desplomé en el asiento del pasajero del auto de Nico con los dedos golpeando sin descanso el borde de la puerta mientras esperaba que Nico regresara.
Su figura pronto emergió de las puertas del supermercado con una bolsa de guisantes congelados debajo del brazo, al entrar al auto lo presiono rápidamente contra mi mejilla roja y ardiente, con su mano acarició suavemente mi mano que sostenía el paquete helado en mi cara.

"Gracias" murmuré, Nico esbozando una pequeña sonrisa mientras despegaba suavemente el hielo de mi mejilla después de unos minutos, pellizcando mi barbilla con sus dedos giró suavemente mi cabeza hacia un lado antes de pasar su dedo índice a lo largo de la marca roja en forma de palma en mi cara.

"¿Cómo se ve?" Pregunté.

"Parece como si fueras sido abofeteado por una puta psicópata furiosa" dijo Nico haciéndome resoplar ligeramente.

"¿Todavía es obvio que me abofetearon entonces?".

"Solo mantén los guisantes un poco más, debería estar bien para cuando te lleve a casa" dijo Nico tomando mi mano y forzándola a presionar la bolsa helada contra mi cara nuevamente.

El camino a casa fue tranquilo pero no incómodo, mi mente estaba preocupada por el desastre que era mi "relación" con Sofía. Cada pocos semáforos en rojo Nico revisaba mi mejilla haciendo un comentario burlón cada vez, pensé que sus palabras eran alegres pero la ira y la preocupación en sus ojos hizo que mi corazón se calentara.

Antes de lo que me hubiera gustado estábamos frente a mi casa, sin muchas ganas de entrar Nico sintió mi reticencia y solo se rió por lo bajo. Los guisantes que sostenía contra mi cara se habían vuelto tibios hace mucho tiempo así que Nico los arrancó de mis dedos y los arrojó a un lado antes de tomar mi cara en sus manos, me dió un beso suave y prolongado murmurando que también me echaría de menos a pesar de que nunca dije las palabras en voz alta. Haciendo un puchero cuando me liberó de sus manos Nico simplemente rodó los ojos y me entregó mi mochila del asiento trasero antes de darme la bolsa de guisantes.

"El enrojecimiento ha reducido pero podría doler un poco aún" dijo Nico casi disculpándose al ver el rosado sobre mi mejilla.

"Suena como si lo supieras por experiencia" bromeé, la felicidad burbujeó cuando ví el ceño preocupado de Nico desaparecer por mi broma.

"Si alguna vez te golpean en la cara, puedo decirte cómo se siente" dijo Nico con los ojos encendidos "Recuerdo que alguien me golpeó aquí ..." Nico señaló su mandíbula con el dedo haciéndome sonrojar.

"Me disculpé por eso, ¿no?" Gruñí, Nico se encogió de hombros fingiendo amnesia.

"¿Lo hiciste? No puedo recordarlo" dijo Nico haciéndome hinchar las mejillas lo que solo hizo que soltara un sonido y me pellizcara la mejilla ilesa "Lindo".

"No soy lindo"bme quejé con la voz entrecortada por los apretones de Nico, al ver que Nico no iba a dejar de apretar mi mejilla tiré de su muñeca haciéndole dejar caer su brazo de mala gana "Genial, ahora mi otra mejilla está roja".

"Al menos es simétrico ahora" se rió Nico mientras negaba con la cabeza sonriendo.

"Cállate Nico, te veré mañana" le dije apretando su mano antes de girar hacia mi casa.

"Sí, nos vemos-" dijo Nico bajando la voz un poco después de las palabras antes de terminar su oración "-bebé".

Maldita sea ¿Cuándo me acostumbraré a que me llame así? Me quejé mientras entraba sacudiendo la cabeza con el vértigo en mi estómago, me quité los zapatos y tiré mi mochila al suelo.

"Mamá, estoy en casa" llamé, aflojando la corbata a rayas de mi escuela y colgando mi chaqueta en el perchero junto a la puerta, a diferencia de lo normal no hubo respuesta de la cocina y fruncí el ceño en confusión "¿Mamá?".

SábanasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora