Capitulo 20

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-Señor, si realmente estas en el altar, si realmente velas por los inocentes y necesitados... cuida a esas jóvenes – ruega ante el altar del convento – estoy cansada de ver como jóvenes inocentes sufren por hombres tan asquerosos... Termina de una vez con esto... termina de una vez con la culpa que siento y el dolor que arrastro... Elimínalo todo...

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Existe la creencia de que las oraciones que se hacen desde el alma son las más poderosas.

Aquellas oraciones que solo salen de nuestros momentos más críticos, en donde mas desesperado te encuentras...

Ya que solo ante ese dolor reaccionan los ángeles...

Solo ante ese dolor, Dios gira a verte.

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El sol era calcinador, entraba por aquella ventana sin cortinas, como si quisiera terminar con la vida de quien reposaba sobre la cama junto a la ventana, y en este caso, terminaría por matar a dos pájaros de un tiro.

Karma abrazaba a Nagisa de forma posesiva, como un dragón que cuida su tesoro, él no había dormido, al no tener que atender un cuerpo físico, esa necesidad quedaba de sobra. Había pasado la noche de esa forma por varias razones, la más destacable, quería ver a Nagisa dormir aferrado a su pecho.

Pero también quería cuidarlo, poco antes de que el peliazul cayera dormido, Karma sintió la presencia de unos demonios cerca... demonios que él conocía muy bien y no le agradaba para nada su presencia en ese lugar, y mucho menos que estos demonios no desaparecieran al amanecer.

Sin ganas, dejo a Nagisa dormir otro poco mientras el volvía a su forma femenina, se vistió, trenzo sus largos cabellos rojizos y, con algunos minutos de sobra, coloco un par de murallas que evitarían el paso a otros demonios. Una vez terminada su tarea decidió despertar a su amado compañero, aun quedaba una hora para que las novicias despertaran y se dirigieran a la plegaria matutina, pero él conocía a Nagisa y una hora, no era tiempo suficiente.

Intento todo lo que se le ocurrió, desde moverlo en repetidas ocasiones hasta darle algunos golpes (no muy fuertes), pero nada funcionaba, incluso había optado por echarle una cubetada de agua fría encima, pero lejos de despertar, el peliazul deshecho la cobija mojada y halo la sabana que había botado a un lado en algún punto de la noche.

-Ni las bestias del infierno tienen el sueño tan pesado, ¡por el amor de Lucifer! – comento exasperado al ver que, de aquella hora restante, ahora solo quedaban veinte minutos – Bien, si las cosas va a ser así, será mejor no desvelarnos mas en un tiempo... y comenzar a despertarlo dos horas antes de la señalada...- pensó Karma en voz alta mientras sacaba al peliazul de la cama y comenzaba a vestirlo – es como un muñeco de tela... ¿Como hacia para despertarse a tiempo cuando vivía con la loca de su madre? – seguía diciendo terminando de cepillar el cabello del peliazul.

Termino a tiempo, una de las ancianas entro para despertarlas y dar el aviso de donde era la plegaria matutina y, al verlas ya despiertas y preparándose, salió feliz a reunirse primero con las veteranas. Karma soltó un suspiro de alivio, se suponía que no debían causar problemas, y si los causaban sería el quien fuera responsable de los mismos... No el koala que tenía por novio.

-Vamos por un último intento... Lilith, ayúdame a despertarlo – pidió antes de pararse frente al peliazul que dormía profundamente de pie contra una pared – Nagisa, Ritsu y Megu prepararon sushi para el almuerzo – le susurro al oído y, como si fuera algún interruptor, Nagisa abrió los ojos buscando el sushi mencionado.

Amor del demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora