Capítulo 9

127 9 0
                                    

Pasamos una comida bastante agradable, y como no, estos se empeñaron a jugar al fútbol, aunque yo al principio me negara, terminé haciendo unas cuantas cañas, y metiendo algún que otro gol, y por mucho que me llamaran tramposa, no lo era, aunque me picaron, dejé de jugar y me senté en la húmeda hierba.

Yo fingía estar molesta por ello, pero lo único que quería era dejar de jugar, lo único que me quedaba era eso, y lo conseguí, dejamos de jugar, pero no fue mucho el tiempo que duraron Alejandro y Rubén sentados, ya que empezaron a jugar un porte a porte, y Abraham y yo los mirábamos y nos reíamos un montón por los golazos que metía el uno al otro, por las tonterías que hacían...

Abraham y yo. Uno al lado del otro. Mi mano apoyada en el suelo, dejándolo al alcance de la suya. Intercambiamos miradas. Pero nada.

Entonces Alejandro se dio cuenta de que yo tenía razón, iba a llover, de echo, ya lo estaba haciendo, recogimos lo más rápido que pudimos, y la verdad que era gracioso ver a tanta gente como locos metiéndose bajo los árboles, o corriendo hacia donde les deparara el destino.

Nosotros nos fuimos a mi casa, eran las 18:30.

-¿Con que no iba a llover, no?

-Toda la culpa la tiene el meteorólogo, se ha equivocado

-No perdona, eres tú que no sabes ni donde está Cádiz, por eso

-Bla bla bla bla-Se burló Alejandro, haciendo que todos riamos

Hicimos tiempo hasta por la noche, y cada uno se fue a su casa para preparar la mochila con la ropa y poco más, pero cuando pasaron casi 5 minutos, Rubén me está llamando.

Rubén: Rebe, malas noticias

Yo: ¿Qué pasa?

Rubén: Esta noche tenemos que salir con mis padres a cenar con no se quién del trabajo de mi madre

Yo: Anda...¿y ahora qué?

Rubén: He pensado que podríamos dejarlo para otro día, o si queréis vosotros solos...bueno, yo y mi hermano nos tenemos que preparar ya, adiós fea

Yo: Adiós tonto

Pensé: Esta noche será mi oportunidad. Pero espera, ¿qué oportunidad?

Mandé un mensaje a Abraham preguntándole que qué tal la idea de que se quedara en mi casa a dormir, a él le pareció genial, y nos vimos en mi casa a las 22:30, es decir, después de cenar.

A las 23:00 vinieron ya mis padres.

-Ay hija, qué cansancio traigo-Dijo mi madre con tono cansado, obviamente-Hola Abraham

-Hola Teresa

-Te vas a quedar a dormir, supongo, ¿no?

-Sí

-Vale, pues ahora os preparo la habitación

-No mamá, no hace falta, tú descansa que nosotros ya la preparamos

Y así hicimos, subimos a la habitación de invitados y preparamos las camas; tras ponernos el pijama, ya dimos por comenzada la noche.

-Oye-Llama la atención Abraham

-Dime

-Me tienes que contar tu...bueno, tu historia

-Ah...esto...sí

-¿Estarías dispuesta a contármela ahora?

-Podría intentarlo, aunque me costará

-Seguro que puedes, pero si no, no importa, tranquila

-De acuerdo

Tengo miedo a enamorarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora