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Hacía poco había emprendido camino de aquel pequeño pueblo, el sendero de gravilla sonaba bajo sus pisadas, llevaba bastante caminando en soledad. El rey mago Cartman había hecho escándalo suficiente por lo que decidió ser neutro y retirarse, los arboles del espeso bosque daban una refrescante sombra y el viento que agitaba sus cabellos le ayudaba a pasar esa calurosa tarde.

Tenía una pequeña bolsa atada al cinturón, llevaba un par de monedas de oro que logró intercambiar a algunos campesinos, junto a otro saco con comida suficiente hasta encontrar otro pueblo.

Él era un bárbaro, ágil, trabajaba solo y así le gustaba, era agotador para él rodearse de tanta gente.

Desde hace un buen rato sentía que le observaban, y le aterraba que pudieran ser gnomos, a pesar de no ser notorio era rápido al reaccionar, hábil en la batalla aunque sus habituales tics dieran a entender lo contrario, manejaba cercanía y el tiro con arco, pero los gnomos le aterraban de sobremanera, más porque estos parecían tener cierto gusto en atacarle. 

El sendero había abandonado la gravilla y ahora era de tierra, el polvo que volaba por la ventisca le picaba en la nariz, haciéndole estornudar silencioso, no quería hacer ruido.

Aún sentía que le seguían, como el ruido de tela ligera moviéndose con suavidad, sonidos quizá imperceptibles para algunos, empuño la pequeña navaja y se giró, pero no había nada, ni nadie, probablemente estuvieran entre los arboles y eso lo puso aún más nervioso, siguió caminando mientras guardaba la navaja en su cinturón.

Un golpe, sobre su espalda cayó algo, o más bien alguien, mucho más alto que un gnomo, a decir verdad mucho más alto que él, trato de liberarse, pero el muchacho le agarro por ambas muñecas y las puso sobre su cabeza, por fin miro su rostro. Era evidentemente un hombre, tenía ojos ligeramente rasgados, el cuello de su capa de cuero cubría mayormente su boca y nariz, llevaba un particular gorro azul, sus tupidas cejas se elevaron y sus ojos lucieron levemente sorprendidos, no parecía un muchacho muy expresivo.

 Ah, eres un chico ─ Se oyó levemente, por la capa que cubría su boca, estornudó silencioso y el muchacho sobre él se río con burla, estaba apoyado sobre su estomago, frunció el ceño.

¿Qué otra mierda podría ser? Soy obviamente un chico ─ Sopló la tierra que tenía sobre el rostro ─ ¿Qué eres, un ladrón? ─ Los ojos del muchacho se empequeñecieron, dándole a entender que estaba sonriendo bajo esa cosa, mierda.

Pensé que eras una chica, no eres muy masculino, cariño ─ guiñó un ojo ─ Puedes llamarme Feldspar ─ Sintió los delgados dedos palpar su cadera, buscando seguramente la pequeña bolsa con monedas que sonaba suavemente con sus pisadas, Tweek se removió debajo de él y, como una única opción le dio un cabezazo, el chico por inercia elevo ambas manos, dejando sus muñecas liberadas. Se separó aún bastante atontado por el dolor de cabeza y logró levantarse de la incomoda posición en la que lo tenía el ladrón, él pareció recordar en que situación estaba y trato de erguirse, pero el rubio le agarro por la muñeca y la pego a su espalda, si llegaba a subirla más lo podía lesionar, pareció comprender rápidamente porque no le atacó.

─ Puedes llamarme Tweek.

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El ladrón estaba apoyado en un tronco, había atado sus muñecas con una soga que encontró en el camino, no le miraba, la verdad no sabía que hacer con él, si lo liberaba quizá lo ataque de nuevo. Su estomago gruñó y se giro a sacar la fruta que compró, el cielo ya empezaba a oscurecer, se acercó al lago y lavó dos duraznos, con la navaja comenzó a cortar uno en pequeños pedazos de un bocado, se giró al bronceado chico que evitaba su mirada y se acercó.

─ Hey, ¿puedo bajar tu capa? 

─ No veo para que harías eso ─ el chico se giró brusco, haciendo caer su chullo al piso y dejando el negro cabello a la vista, el muchacho se removió incomodo y lo miró, él tomo el gorro y lo extendió en su cabeza, arreglando las solapas.

─ Quiero que comas algo, permiso . Acercó sus dedos y bajo parte de la capa, dejo al descubierto su boca, acomodo la capa bajo el mentón y notó que en verdad era un chico atractivo, avergonzado sintió su rostro teñirse de rojo, el pelinegro frente a si sonrió altanero ¿cómo sentía tanta confianza estando atado?, tratando de disimular esto, acerco un pedazo de durazno al azabache, quien lo comió a regañadientes.

─ ¿Por qué me das comida? Traté de robarte, por si no lo notas Dijo luego de tragar, mientras le miraba.

─ No fue nada personal, creo Río el rubio ─ Además, debes comer.

El rubio y el azabache compartieron la comida en silencio, un agradable silencio.

─ ¿Trabajas solo o debería preocuparme por otro ladrón? preguntó el rubio antes de masticar un trozo del durazno

─ Hoy vine sólo, así que puedes calmarte.

El rubio elevó la ceja interrogante, pero el azabache permaneció silencioso. Terminaron de comer los duraznos, Feldspar se removía incomodo con la cuerda hábilmente amarrada en sus muñecas, era prácticamente imposible de desatar, estaba en una pose de indio con las muñecas sobre las piernas, Tweek estaba afilando una larga vara con su navaja, daba ligeros tics en medio de ello.

─ Es extraño ─ Oyó suspirar Tweek al otro y se giro a verle, la luz de la reciente fogata le daba de una manera hermosa en el rostro, las pequeñas motas doradas en los azulados ojos lucían especialmente brillantes así, no había notado las pecas como brillantina espolvoreadas en el pálido y delgado rostro, que estaba recorrido por negras lineas de pintura, el ladrón sintió algo removiéndose en él ─ Jamás pensé que existieran bárbaros que fuesen, eh... ¿lindos? 

El rostro del rubio se coloreo intensamente, el pelinegro extrañamente también se sonrojo, Tweek empuñó la afilada lanza contra el pelinegro, con una expresión molesta, con nervios palpables.

─ ¿A qué juegas, ladrón? ─ El pecoso masticaba cada palabra con furia, el otro por su parte no comprendía, no era una táctica para escapar, ni siquiera lo había pensado mucho, recién recapacitó en lo que dijo cuando notó el rostro del bárbaro colorearse de un obvio rojo y ahora mismo se sentía intimidado por la filosa punta que apuntaba a su pecho, esta rozaba cuidadosamente su descubierto torax, la capa estaba lanzada hacía atrás y solo tenía la prenda azul debajo, el rubio temblaba un poco, ahora lucía más nervioso que furioso.

Tweek se movió ágil y cortó la soga de sus muñecas girándose a correr, con la cara roja y los sentimientos a flote, se subió a la copa de los arboles y escapó, detrás de él oyó un "Nos volveremos a ver, honey" y se movió aún más rápido y con la cara aún más roja, porque quizá y solo quizá si deseaba volver a verlo, y la sonrisa en su rostro no hacía más que confirmarlo.


creek one-shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora