─ Craig... ─ La mujer rubia miraba con falsa severidad a su pequeño hijo de cuatro años, que estaba cruzado de brazos y con un puchero en el rostro, notoriamente molesto, un gorro en forma de cono adornaba su cabeza en lugar del común chullo. ─ Craig ─ El niño arrugó su nariz y frunció los labios, pero finalmente le miró con ojos molestos. ─ No debiste empujar tan fuerte a Annie, corazón.
─ ¡Annie es una llorona! ─Se quejó el pelinegro, dando un pisotón al pasto, desviando la mirada ─¡No la empuje, la pille! jugábamos a las pilladas y ella se cayó sola, también pillé a Kevin y él no esta llorando ─ Bufó.
─ Tienes que ser más suave con ella ─ Le acarició la mejilla ─ Las niñas tienden a ser más... delicadas ─ Esta vez pellizco suavemente la rosada mejilla del niño.
─ Red es una niña y no es tonta como ellas ─ El pelinegro sacó la lengua a su madre, ella río recordando la brusquedad con la que se trataba con la pelirroja.
─ No todas las niñas son iguales ─ Los delgados dedos de Laura acariciaron su cabellera negra, Craig sentía la suave caricia de las largas uñas de su madre en su cuero cabelludo ─ Ya verás que en un futuro te gustaran, Craig ─ El pelinegro arrugó la nariz mientras sacaba levemente la lengua, en una obvia expresión de asco que divirtió a su madre.
─ ¡No! ¡A mi jamás me gustaran las niñas! ─ El niño pequeño corrió a su grupo de amigos que le esperaba en otra zona del amplio jardín, aún quedaba bastante para seguir disfrutando del cumpleaños de Clyde. Laura sonrió y se integró al grupo de madres, se sentía bastante cansada, su creciente panza incomodaba y le molestaban las clavadas en su espalda baja, pero la idea de su nueva pequeña bebé compensaba todo.
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Laura preparaba el desayuno mientras tarareaba inconscientemente la canción que sonaba a su vez en el radio, Craig junto a Tricia estaban en sus habituales asientos mirando su celular hasta que Thomas bajara y tuvieran que apagarlos, su hijo mayor sonreía sin mostrar los dientes mientras observaba atento la pantalla del aparato, Tricia tan seria como siempre deslizaba su indice por la pantalla, las notorias ojeras contrastantes de la piel blanquecina de la menor indicaban que no había dormido bien.
Las pesadas pisadas hacían rechinar las tablas de madera de la escalera, por inercia sus hijos bajaron los celulares y Laura se acercó a entregar los desayunos, dejó los platos frente a sus dos hijos, Thomas ya se había sentado frente a la pequeña Tricia, la cual murmuró un suave "buenos días" con somnolencia, Thomas carraspeó, Craig comía con rapidez, aunque en verdad el tiempo faltante para su ingreso a clases era amplio, lucía como si no hubiera probado bocado en semanas, haciendo desaparecer como por arte de magia la comida de su plato.
─ Terminé.
El muchacho retiro su plato y se dirigió al lava-vajillas, mientras lavaba con rapidez a su vez miraba el reloj de la pared, al terminar comenzó a agitar las manos lanzando gotas de agua al aire, tratando de secar rápidamente sus palmas y se dirigió a tomar su mochila para salir a la escuela.
─ ¿No comerás más, corazón? ─ Laura arqueó una ceja mientras su esposo sorbía su café. ─ Espera, te daré dinero para el almuerzo.
─ No, gracias má ─ Su madre, levemente molesta iba a hablar, pero su primogénito interrumpió ─ Almorzaré en la escuela.