Destino Amargo (MakoHaru)

Cuando El Delfín Resulta ser la Presa

Después de la competencia, regresamos a casa.

Me sentí mal rechazando la invitación de Makoto de ir a cenar con su familia, sé que todos estaban emocionados y sin duda sus hermanitos querrían que les contáramos todo lo relacionado en cuanto a la competencia, pero...pero no me sentía con la fuerza suficiente para resistir tantas emociones de nuevo por lo que le dije que esta noche solo quería estar solo...se veía triste en el momento de subir hacia su propia vivienda. Supuse, no sin justificación, que eso sería todo por ese día, que ya me había parecido extremadamente largo, si les soy sincero, pero cuando al fin había llegado a mi casa para poder descansar y creí que todo sería paz, unos golpes en la puerta me hicieron sobresaltar. Estaba a punto de tomar mi medicina, eso sin duda es mala suerte, pero igual salí para ver quién era y me encontré frente a frente con mi recién recuperado amigo con dientes de tiburón.

¿Qué hacía ahí a esas horas de la noche? 

Supuse que me lo diría de inmediato, pero solo entró a la casa sin pronunciar una sola palabra.

-Rin, pero... ¿Qué estás haciendo aquí?

-Tenía que hablar contigo en privado- respondió sacándose su abrigo y asomándose a la cocina donde seguramente vio el vaso lleno de agua que acababa de llenar -¿Comiste ya?

-No...En realidad no tengo hambre- le dije y era verdad, no tenía ánimos de ponerme a cocinar y mucho menos ingerir algún alimento aunque fuera mi amada caballa, el cansancio acumulado en mi cuerpo era tal que mis planes se reducían a subir, tomar un baño de agua tibia y con suerte no terminar dormido en la tina, porque no quería pescar un refriado ahora mismo...el verano seguía con nosotros y teníamos que aprovechar de nuestra piscina en tanto tuviéramos la oportunidad

-¿Qué tienes en la mano?

Por alguna extraña razón, no me sentí atacado cuando me hizo esa pregunta, quizá porque en el pasado ya le había confiado mi secreto y nunca le dijo una sola palabra a nadie, de modo que simplemente abrí la mano mostrándole las tres pastillas que mantenía a buen resguardo...debo decir ahora que su expresión fue fuera de serie: primero se veía levemente confundido, luego vino la sorpresa, la molestia y tal vez también un poco de compasión casi al final de todo...

-¡Tienes que estar bromeando!

-Es normal- comenté tranquilo ante su regaño mientras caminaba a la cocina y me metía las tres pastillas de golpe en la boca antes de tomar el agua –Las dosis varían con el tiempo y según la necesidad del paciente

-Haru...- estoy seguro que no sabía que decir, lo que es raro porque Rin casi nunca se calla, pero en esta ocasión creo que conseguí sacarlo de su balance...no es que pudiera sentirme bien por eso; me encontraba pensando en todas las razones que pudieran haber para tan sorpresiva visita y lo cierto es que dudo mucho que hubiera venido a otra cosa que no fuera a hablar de ese pasado compartido por tan corto tiempo, pero al parecer, ver en primera fila lo profundo que ya he caído...bueno, supongo que eso es lo que no alcanza a procesar del todo y tengo que darle tiempo -Necesitas ayuda- dice finalmente -Yo puedo...

-Rin- pronuncio con toda seriedad -Piensa bien en lo que dirás después de eso, porque podrías arruinar todo lo que hemos logrado reestablecer hasta este momento

-Sé que no eres feliz, no necesito de instintos especiales para notarlo

-Nadie los necesita

Todos siempre comentan lo antipático que soy, lo serio que les parezco y critican sin parar mi actitud callada que no les parece normal de ninguna manera, y es que no lo es, esto es solo un vestigio que ha quedado de la persona que una vez fui o de lo que debí haber sido...pero las personas critican sin saber y los que me conocen lo justifican bajo la bandera de que todos cambian al crecer, una excusa que yo también he terminado por creerme con el pasar de los años.