Este fue el libro con el que comencé mis lecturas del 2020 y aunque ha tenido competidores fuertes, como Misery y La amiga estupenda (de los que hablaré más extendidamente en la entrada de favoritos del mes), ninguno le ha quitado el trono de "mejor libro que he leído en lo que va del año".
Los motivos que explican estos son varios e implican casi la totalidad del libro, pero como estas entradas hablan de detectives, me obligaré a focalizar mi fangirleo a lo que puede tener relación con esa figura literaria, es decir, con la protagonista de este libro.
Lágrimas en la lluvia es la primera parte de una trilogía escrita por la española Rosa Montero (que tiene una amplia producción literaria, pero hasta este libro yo solo había leído La historia del rey transparente) y que mezcla la ciencia ficción y la novela negra.
Okey, acá tengo que parar un momento para decir que me encantan las mezclas de géneros, porque soy una fiel creyente que eso llamado "género literario" es, en sentidos prácticos, un método para ordenar librerías y bibliotecas y, en la teoría, banderas de luchas de sectores cuyas fronteras se desvanecen cada vez más. Así, es difícil encontrar historias que pertenezcan por entero a un género, sin que ningún otro se infiltre entre sus páginas y los que sí lo consiguen pierden para mí cierto grado de interés. Pero si bien es común la mezcla, a veces ocurre de manera inconsciente para el autor (sobre todo porque hay cosas que consideramos pertenecientes a cierto género cuando en realidad atraviesan a toda o a casi toda estructura narrativa, como sucede con el misterio), o es tan homogénea que crea un subgénero, o es un completo desastre. En el caso de Lágrimas en la lluvia, se hace evidente desde el principio que la novela va a hacer uso de una lógica de ciencia ficción, ubicando la trama cientos de años en el futuro y decorando todo con tecnología de avanzada y relaciones interplanetarias, pero que todo girará en torno a un misterio que una detective tiene que resolver. El propósito de la escritora es claro desde la sinopsis.
No es la primera historia de este tipo de la que hablo en este libro. Yo, detective cumple con las mismas características, pero seguramente por un tema de extensión, Rosa Montero explora con mucha mayor profundidad todos los aspectos de su novela, tanto por el lado de la ciencia ficción como por el lado del género negro. Acá los elementos futuristas no son simple decorado, lo atraviesan todo, desde determinar a la protagonista, hasta ser la base de los conflictos sociales que, como buena novela negra, repercuten en los crímenes que se deben resolver. No solo eso, la realidad que se nos presenta es realista; no parece ser el fruto de ensoñaciones por parte de la autora, sino de una proyección de cosas que ya están ocurriendo ahora (calentamiento global y sus consecuencias, por ejemplo) y otras que si uno hace un poco de psicohistoria (para mayor información léase Fundación, de Isaac Asimov) podrían ocurrir y probablemente ocurrirán.
Pero lo esencial es porque mucho que nos huela a futuro lo que nos relata Montero, Los personajes de la novela se enfrentan a una sociedad que no deja de ser como esta en la cual habitamos hoy en día. Y lo interesante es que la encargada de encontrar la verdad para nosotros no es una humana, sino una androide (o replicante, como les llaman usando de inspiración la película Blade Runner).
Y con ese puente entro por fin en materia y comienzo a hablarles de ella, la protagonista de este libro y uno de mis nuevos personajes favoritos: Bruna Husky. Como ya dije, Bruna es una androide, es decir, algo creado por humanos que vive una cantidad muy limitada de tiempo (algo así como diez años), que no tiene más pasado que los recuerdos que le hayan implantado al momento de su creación y no puede tener hijos. Por todo esto, muchos humanos la marginan, la consideran inferior y dudan que tenga alma o cualquiera cosa similar. No solo eso, Bruna es además una rep de combate, creada con el fin de pelear las batallas de los humanos (que por lo mismo ya no participan en las guerras más que para provocarlas) y que por eso cuenta con capacidades físicas envidiables a nivel de reflejos, fuerza, técnicas de defensa y de ataque. Por ser una rep de combate, Bruna es más que discriminada, es temida, tanto por humanos como por otros androides.
En las novelas de género negro, la figura del detective suele ser una representación de la marginalidad. Si es un detective en el sentido oficial de la palabra, es decir un agente de la ley, tendrá algún elemento en su historia o en su personalidad que lo separe de sus compañeros; si, por el contrario, es lo habitualmente llamado "detective privado" (o "detective consultor", como le gustaba autodenominarse a Sherlock Holmes), su marginalidad aumenta porque por mucho que juegue en el bando de los buenos, su figura de autoridad es vulnerable. De ahí las eternas disputas entre los detectives privados Philip Marlowe y los "verdaderos" detectives.
El que el detective de turno no tenga placa no quita que pueda ser también un marginal en otros aspectos de su vida. Por eso es normal que sean alcohólicos, pobres, que hayan tenido un pasado oscuro o que tengan temperamentos que los hagan peligrosos. Por todo lo anterior, es normal que los protagonistas de las novelas negras se muevan en el borde de lo establecido, y más allá que acá. Pero nunca había leído uno donde el ostracismo del detective protagonista fuera tan evidente, tan visceral y tan absoluto.
Como ya expliqué más arriba, Bruna es desplazada por su sola condición de replicante, pero también por ser mujer (que pueden pasar los años pero hay cosas que no cambian) y por ser una detective que no trabaja para la policía (de hecho en la policía descrita por Montero no hay agentes reps). Lo más cercano que he podido encontrar es Lisbeth Salander (ya escribiré sobre ella), pero por razones obvias ni siquiera la marginalidad de esta, que es profunda, se equipara a la de Bruna.
Pero su condición, además de traerle discriminación y soledad, la vuelve la investigadora idónea para lo que se está urdiendo en la Madrid futurista, ya que los atacados son justamente otros reps y el arma aquello que los vuelve, quizás más que el resto de sus características, lejanos e inferiores a los humanos: las memorias que contienen sus falsos recuerdos. Y es aquí donde, por un lado, se profundiza en la realidad creada por la autora y también en la mente de Bruna Husky, donde salen a relucir sus miedos y sus anhelos, logrando que página a página la vayamos entendiendo mejor. Acá se transparenta lo que más amo de Bruna Husky.
Las mujeres han sido también relegadas en el género negro (no podía ser de otra forma, por mucho que una de las autoras más reconocidas del género sea una mujer) y despegarse de los clichés respecto a ellas ha sido un camino arduo. Es un verdadero logro que existan historias protagonizadas por mujeres que cumplan el rol de investigadoras y por eso hay que gozar con Miss Fisher, Amaia de El guardián invisible o Sarah Linden de The Killing. Pero algo que suele pasar mucho en este tipo de personajes es que se les enfría para que cumplan "mejor" ese papel casi siempre relegado a los hombres. Deben ser y sobre todo parecer fuertes, poco vulnerables. Cuando leí la sinopsis de Lágrimas en la lluvia temí que esto se exacerbara en el caso de Bruna Husky, porque al ser un robot tendría todo el sentido del mundo que apenas mostrara emociones humanas. Pero, por fortuna, me equivoqué. Bruna es un cúmulo de emociones, una llamarada siempre encendida, tanto de ganas de vivir como de deseo sexual, anhelo de amar y ser amada, sufrimiento, confusión, resentimiento, miedo a la muerte y a la soledad. Reflejado a través de la prosa de Montero, que es maravillosa, todo deriva en una novela que es intimista sin dejar de contar una historia y que es poética sin por ello perder el ritmo.
A pesar de todo lo que nos distancia de ella, es fácil (al menos lo fue para mí) empatizar con Bruna, no solo a nivel emocional, comprendiendo sus deseos y carencias, sino también a nivel social. Muchas veces me pasó mientras leía la novela la sentía como un reflejo lejano en el tiempo y en el mapa de lo que sucede actualmente en Chile y que ha sucedido tantas veces a lo largo de la historia y en tantos países. Por eso Lágrimas en la lluvia es una perfecta novela de género negro: cumple con hacernos ver una parte de la realidad que está ahí, pero que a veces olvidamos. Y el hecho de que su ambientación sea futurista, propia de la ciencia ficción, no disminuye en nada esa sensación. Basta con buscar quiénes son los reps en nuestra sociedad actual, quiénes son los considerados "humanos" y por ende tratados como tal, quién es el que está arriba y quién es el pobre desafortunado al que le toca estar abajo. La ecuación es simple.
Si tienen la oportunidad de leer este libro, háganlo. Vale muchísimo la pena. Yo solo espero poder leer pronto los siguientes tomo de la trilogía. Ya echo de menos a Bruna.
GRACIAS POR LEER :)
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HABLEMOS DE DETECTIVES
Non-FictionEste libro es de las cosas que no necesito hacer pero qué haré de todas formas. Una oportunidad para reseñar los libros, cómics y películas con esta temática que voy leyendo/viendo, ya sean físicos o de Wattpad. Se aceptan recomendaciones.