CAPITULO 18: APUNTA Y DISPARA

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"(...) Deja saborear aquella libre soledad,

lejos de todos y a la vez cerca...

desconectado (...)"

(Intentando el vacío)


El profesor Thomas se levantó luego de varios minutos. Nadie se esperaba a que se parara, por lo que la mayoría nos dispusimos a dormir u otros charlaban o jugaban con el compañero de al lado.

Pisoteó el piso de tal manera que resonó en toda el aula.

—Ya basta de holgazanear.

Lo miramos fijamente, esta vez ansiosos por realizar algo. Se tomó un momento para leer una vez más su libreta de bolsillo, con las actividades que haríamos.

—No nos queda mucho tiempo, por lo tanto no podrán hacer todas las actividades que estaban planeadas... Hoy practicarán con una pistola, dando al blanco.

Se escuchaban negaciones por parte de pocos alumnos.

—Si alguien no está de acuerdo, adelante, está permitido querer suicidarse.

Frunció el ceño, cansándose del barullo de los estudiantes.

—También, el que quiera o intente hacer una tontería en la hora de la práctica, se le concederá un castigo. Y deseará no haberlo hecho nunca.

Esbozó una sonrisa torcida y luego se rió a carcajadas. Quién sabe qué tenía en mente.

—Como sea, vengan, los guiaré a la sala de armas.

Entramos, el lugar estaba repleto de armas como su mismo nombre: espadas, arcos, pistolas, escopetas... para resumir, armas blancas y de fuego. Cada una estaba colocada en un sector para identificar las espadas de los cuchillos, las bombas de los misiles, entre otras cosas.

Nunca pensé que estaría emocionada por ver tantas armas... en realidad mi gran interés son las armas blancas. Detesto las de fuego, hay algo en ellas que no me atraen.

Mis compañeros también se asombraron al entrar a la sala de armas. A pesar de su nombre, todos nos habíamos imaginado otra cosa. Y yo no era la única contenta por ver armas.

El profesor nos dirigió hacia un pasillo en concreto que llevaba a un sitio de entrenamiento con disparos. Se podía ver con facilidad a la barra que separaba el área para disparar, y al otro extremo, el muñeco con el blanco en su cabeza. Sin duda era para verificar nuestra puntería, además de aprender a disparar una pistola.

El profesor dijo que nos coloquemos detrás de la línea. Agarramos una pistola de una gran bolsa negra con la que tendríamos que dispararle al muñeco en la otra punta de la línea. Y desde luego dar al blanco.

Clandestino luz y sombra. © [CLS #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora