• Día 9

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Steve

Bufé estirando de la manta para tratar de cubrirme hasta los hombros, pero se salieron mis pies por el otro extremo.

– Maldita sea –gruñí.

¿Quién diablos había cambiado la manta del sofá que me traje la otra noche?

Intenté encogerme más para entrar en la manta y, después de varios intentos, cerré los ojos para tratar de dormir.

No podía decir que este sofá fuera incómodo, porque realmente era ideal, pero la tensión de mi cuerpo era lo que provocaba que estuviera dolorido por la mañana.

No podía dejar de pensar en la estupidez por la que Tony me hacía dormir aquí. Creía que bromeaba e incluso me fui a meter en la cama, pero me lanzó la almohada para sacarme de la habitación hace dos días. Hoy era el tercer día que dormía aquí, solo porque dije que continuaba teniendo razón con que tuvo un mal comportamiento. Él respondió que mientras le hiriera no me dejaría volver a la cama.

¡Ni siquiera sé a qué se refiere!

No sé si es su ego, su orgullo, el que le contradiga, o simplemente que le molesta que tenga razón y él no. Con Tony había tantas posibilidades.

Sé que solo debo tener paciencia y se le pasará pronto, pero es molesto que por algo tan estúpido él deba reaccionar tan drásticamente. Literalmente, hemos tenido discusiones mucho más fuertes que está en las que no me echó de la cama. Por lo que es obvio que esto solo lo hacía para molestarme.

Aunque si debo elegir como discutir con él prefiero mil veces esto. Las fuertes que hemos tenido terminaban con ambos sin dirigirnos la palabra y durmiendo cada uno en un extremo de la cama. En el caso de que nos rozáramos uno de los dos terminaba por marcharse al sofá.

Eso fue hace mucho, la verdad, pero no deja de ser un mal recuerdo que no quiero volver a vivir. Discutir tontamente solo provoca que duerma aquí, luego durante el día hablamos con normalidad y puedo besarle, aunque luego finja muecas.

Es un idiota, pero es mi idiota.

– ¿No puedes dormir?

Abrí los ojos dando un respingo, desacomodando la manta que tanto me había costado colocar bien, y me incorporé como acto reflejo.

Tony estaba inclinado tras el sofá y le miré con los ojos medio cerrados.

– No, no puedo. Tengo una mosca muy grande molestando sobre mi cabeza –respondí volviendo a tumbarme.

Escuché como Tony daba la vuelta al sofá y se tumbó frente a mí, empujándome para hacerse hueco.

¡Esto debía ser una broma! Me echaba de la cama y ahora venía a dejarme sin espacio en el sofá.

– ¿Qué se supone que haces, Tony?

– Sue y Maria han invadido nuestra cama.

– ¿Por qué?

– Sue vino a pedir perdón porque ha notado que duermes en el sofá desde lo que pasó con ella, y como siempre, Maria cuando escucha voces viene a ver qué pasa... Así que se quedaron dormidas en tu lado.

Rodeé los ojos.

Hasta por esto iba a ser yo el que pagara. Tony era incorregible.

Me moví hacia atrás para dejarle más espacio y él sonrió acurrucándose contra mi pecho.

Traté de taparnos a los dos, pero obviamente la manta no era suficientemente grande para los dos y mis pies quedaron completamente fuera, al igual que parte de mí espalda.

SUPERDADS - Día A DíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora