Capítulo 11. Secretos de familia

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"yo...empieza tú" terminé diciendo. Parecía realmente limitada. Pero estaba por sobre todas las cosas nerviosa. Y después de eso, más nerviosa por el tema en particular.

"_________, si no quieres que pase eso aún está bien, solo tienes que decirlo" ¿ah sí? eso sonaba fácil. Sencillo.

"¿a ti no te molesta?" pregunté. Esperaba que la respuesta fuera negativa. Que no le molestara para nada. No era como que lo iba a hacer entrar en un celibato de tres años. Pero si un tiempito, para prepararme mentalmente. Si es que eso siquiera es necesario. Y después no entendía como era la única que todavía no lo había hecho. Porque era sentimentalmente retardada. Y por sobre todas las cosas en ese tema.

"claro que no, entiendo que tú nunca..." ¿Cómo se había dado cuenta? ¿era tan obvio?

"¿Qué yo nunca? No pffff...Villamil, nada que ver" lo interrumpí. No sé ni porque mentía. Después de todo cuando pasara. Si era que pasaba, lo iba a averiguar por él mismo.

"_________" dijo mirándome serio.

"Okay, lo admito" acepté rendida. Ya había quedado demasiado expuesta esa noche. ¿Qué le hace una mancha más al tigre?

"está bien por mí, enserio" aseguró. Y entonces acomodó un pelo que se había soltado de mi trenza detrás de mi oído.

"gracias" ¿Qué más le iba a decir?

"¿te quieres quedar acá conmigo un rato?" me gustaba la idea. Me gustaba mucho. Asentí con la cabeza y entonces me dejé caer contra él quien me rodeó con uno de sus brazos. Estar abrazada a él, más tener sueño, más mirar la televisión. Una cocktail infalible para caer totalmente rendida. Lo único que esperaba era no roncar.

El sol de la mañana siguiente se colaba como un forastero por las hendijas de mi persiana. La realidad era que no entendía dónde estaba. Lentamente abrí los ojos para encontrarme con la mesa de noche del cuarto de mis abuelos. ¿Cómo la mesa de noche del cuarto de mis abuelos? Yo no me había quedado dormida ahí. Yo lo había hecho en la sala. Con Villamil. Ahí estaba todo más claro. Villa me había llevado cuando yo ya no daba más señales de vida. Eso había sido empezar con el pie derecho nuestra cuasi-relacion sentimental. La cual iba a cumplir...7 horas. 

Pasé mis manos por mis ojos cuando de pronto algo se me vino a la mente. ¿Dónde estaba? ¿Dónde la había dejado? Arriba del acolchado ahí la había dejado. Me senté rápidamente en la cama y empecé a tantear con mis manos. Pero no la encontraba. Definitivamente ahí no estaba más. ¿la había vuelto a guardar? No me acordaba. Me parecía que no. Volteé para ver si estaba dentro del cajón de la mesa de noche. Pero no hizo falta abrirlo. Porque no estaba ahí. Estaba descansando al lado de la lámpara. La lista que decía que tenía que dormir con un chico antes de que termine el verano. La lista que había hecho para asegurarme que iba a vivir cosas nuevas, interesantes ese verano estaba muy campante apoyada sobre la madera de la mesa.

La única manera que había llegado ahí: Villa.

Si, Villamil la tenía que haber puesto ahí. Y en el momento leerla. ¿y ahora como iba a mirarlo? Totalmente colorada. Así era como iba a mirarlo.

Me levanté y caminé hasta el baño. Ahí me lavé la cara y me cepillé los dientes. Me solté el pelo que estaba ondulado a causa de la trenza que había tenido toda la noche. Me puse presentable y entonces acepté que estaba lista para volver a la vida fuera de mi dormitorio. Salí a la sala la cual estaba totalmente iluminada. Las persianas estaban levantadas. La tele apagada y en el sofá no había nadie durmiendo. Con nadie me refiero a Villamil. Estaba todo total y completamente desierto. Continué avanzando hasta la cocina. Ahí estaban Poli y Juan Pablo. Pero no estaban conversando, o riendo, o compartiendo el desayuno. Ella tenía los brazos por detrás del cuello de mi hermano, mientras que él la sostenía por la cintura.

Verano (Juan Pablo Villamil)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora