Verano (Juan Pablo Villamil)

Capítulo 18. Prepararse

El celular seguía sonando, podía sentir como iba a escuchar su voz ni bien atendiera. Mintiéndome otra vez. Intentando convencerme de cosas que solo eran una actuación. No entendía ni porque se molestaba en seguir hablándome. Que fuera con Cherie a conocer a esa chica que tanto le interesaba y que hicieran una doble cita con Alex y su Barbie hippie y me dejaran en paz. Que dejara de lastimarme. Dios...dolía demasiado ya.

Sin seguir dándole vueltas en la cabeza apreté ignorar y metí el celular en el bolsillo de mi short. Cuando quisiera volver a saber de él no lo iba a hacer por el teléfono, iba a enfrentarlo en persona, pero antes tenía que volver a levantarme del pozo en el que estaba. Porque estaba muy enterrada, tapada por una gran pila de mentiras, y promesas vacías, y sentimientos que nunca habían sido correspondidos.

"¿no vas a hablarle?" preguntó la voz suave de Simón al lado mío en el carro. Sus ojos estaban posados en el camino, y podía notar como se volvía a tensar otra vez. ¿Por qué no había ignorado a Villamil la noche en que me había sacado de mi cita con Simón? ¿Por qué no le había dicho que yo no quería intentar absolutamente nada con él? Porque era una tonta, una crédula. Porque era inocente. Mamá siempre me decía que una no tiene que salir con chicos más grandes, porque ellos tienen las armas para hacer con nosotras lo que quieran, porque saben más, vivieron más. Siempre pensé que simplemente lo decía para molestarme, considerando que mis enamoramientos casi toda la vida se habían basado en chicos de uno o dos años más. Pero ahora volvía a darme cuenta que mamá tenía razón una vez más. Porque eso es lo que las madres hacen, tener razón.

"no...no quiero escucharlo" contesté antes de apoyar mi cabeza contra el respaldo del asiento y cerrar los ojos.

"no te duermas, cuando lleguemos quiero que te des una ducha y te vas a cambiar esa ropa" comentó con lo que parecía una sonrisa. Se sentía tan bien que alguien se preocupara por mí. Como que no estaba sola. Además, que quien se preocupara fuera Simón lo hacia todo mejor. Porque por más que lo acababa de conocer, se sentía como si fuera mi roca desde siempre.

"créeme, no creo que pueda dormir en toda la noche" confesé. Alcancé a hacer una mueca con los labios curvándose levemente hacia arriba, pero nunca llegó a ser una sonrisa. Todo lo contrario, quedó como una mueca forzada.

"tienes que conseguir descansar, te va a hacer bien alejarte de todo un poco" lo sabía. Pero también me conocía y pegar un ojo en toda la noche no iba a ser posible. Todo lo contrario, iba a estar desvelada, siendo una masoquista pensando en todo lo que había pasado entre él y yo. Desde el primer día en que me dijo que parecía una langosta hervida, cuando me cuidó en el hospital, como intentaba hacerme sonreír, el primer beso, la lección de surf, las caricias, las promesas, los abrazos, los besos...la última noche. Todo. Pero ahora sabiendo que todo había sido una mentira total.

Simón condujo hasta su casa. Estacionó el carro frente a la puerta y me pidió que espere hasta que él se bajara, abriera la puerta principal y entonces si me bajara y entrara corriendo. Todavía seguía lloviendo. Mucho. Por más que pensaba que no era necesario preferí no discutir. Esperé a ver cómo me hacía señas y entonces bajé corriendo.

Solo que algo hizo que frenara a medio camino.

No estaba segura si estaba viendo bien o si la cortina de agua que no paraba de caer me estaba haciendo ver cosas...no, estaba viendo bien. Un par de metros alejado de la casa de Simón, estaba él parado debajo de la lluvia, mirando en mi dirección. Quería detenerme a ver cada una de sus facciones, ver sus ojos, su rostro, poner mi mano en su pecho para ver como latía su corazón. Quería preguntarle simplemente ¿Por qué? Pero no podía precisar ningún detalle a causa de las gotas cayendo a toda velocidad y en gran cantidad. Y no estaba lista para enfrentarlo por más que quería. Di media vuelta para terminar mi trayecto a la casa cuando lo escuché.