~20~ CAPITULO

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 5 de noviembre

 

  ¿Recordáis aquella reunión que íbamos a tener con el director y

los inspectores? Pues ha sido hoy. ¿Recordáis que prometí hacer gala

de mi mejor comportamiento y quedarme sentadito y sonriendo? Pues

mentí.

  Estábamos esperando en mitad del auditorio sentados a una

mesa durante media hora hasta que aparecieron el director y dos

inspectores del Distrito Escolar Unificado de Clover. Después de eso y

de todo lo que ha pasado este fin de semana con papá, mamá y el lío

de terminar la revista, yo ya venía calentito; tengo que reconocerlo.

  —Muy bien, comencemos —dijo Gifford, sentándose a la

cabecera de la mesa. Los inspectores se sentaron a ambos lados del

director—. Os he convocado hoy para anunciaros una nueva

normativa que a los inspectores y a mí nos parece muy importante.

  Todo el mundo asintió respetuosamente, con los ojos bien

abiertos y atentos. Yo me arrellané un poco más en mi asiento por

despecho.

  —A partir del próximo semestre, todos los forros de los libros, las

mochilas y la ropa en los que se muestren logos o cualquier clase de

texto estarán estrictamente prohibidos —dijo Gifford—. Así que, como

miembros del consejo, es muy importante que cumpláis con esta

norma y deis ejemplo a vuestros compañeros.

  Los demás miembros del consejo disimularon muy bien su

frustración ante esta noticia, pero me di cuenta de que hasta a ellos

les molestaba. Incluso Remy meneaba la cabeza en silencio.

  Esperé el momento adecuado, para asegurarme de que nadie

iba a decir nada, y entonces procedí a dar rienda suelta a mi

indignación.

  —Muy bien, de acuerdo —dije. A los inspectores les dejó

atónitos que no hubiera levantado la mano para pedir la palabra—.

Odio algunas de las cosas ofensivas y degradantes que leo todos los

días. Y si vuelvo a ver a alguien con una de esas camisetas en las que

dice NO TENGO DOBLE PARA LAS ESCENAS PELIGROSAS, me

arrancaré la cara y se la arrojaré, pero ¿cómo se supone que vamos a

aprender y a crecer si ustedes no dejan de eliminar nuestros derechos

más básicos, como el de la libre expresión?

  Todas las cabezas se volvieron hacia mí con expresión

horrorizada, en plan El exorcista.

  —Vamos a ver, hijo —dijo Gifford, que sin duda estaba contando

mentalmente hasta diez—. ¿Por qué no dejas que seamos nosotros

Fulminado por un rayo - Chris ColferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora