~18~ CAPITULO

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1 de noviembre

 

  Prácticamente salté sobre mi madre cuando entró en casa con el

correo. Sé que me estoy poniendo superparanoico, pero si existe la

más mínima posibilidad de que me hayan admitido ya no quiero

perderme la carta.

  Por suerte, sé que no se me ha pasado, porque últimamente

mamá insiste mucho en que hay que recoger el correo; debe de saber

lo impaciente que estoy. Normalmente espera hasta que el cartero ya

no puede meter nada más en el buzón y llama a la puerta. ¿Estará

volviendo a la normalidad?

  Revisé el correo como si alguno de los sobres tuviera dentro el

diamante Hope. Solo había facturas y anuncios de lugares de

vacaciones horteras. La verdad es que no creo que me hayan admitido

aún, y solo de pensarlo se me revuelve el estómago.

  Cada día que pasa sin que llegue esa carta de admisión significa

que tengo que poner mucho más empeño en que la revista quede

bien. Esa revista literaria tiene que ser lo mejor que se ha inventado

desde el corrector automático o estoy jodido.

  Por suerte, ya va cobrando forma. Emilio (o Henry… lo que sea)

ha echado hoy su colaboración por debajo de la puerta del aula de

periodismo durante el horario de clase. No tengo ni idea de lo que eso

significa; solo me gustaría que se hubiera molestado en cortar y pegar

en un documento de Word el texto que ha obtenido con el traductor

automático en lugar de imprimirlo directamente de Internet.

  En fin, los mendigos no pueden permitirse el lujo de ser

selectivos. Al menos eso le dará un toque étnico a la revista: un toque

étnico completamente falso empaquetado y vendido por negocios que

son propiedad de gente caucásica, pero menos da una piedra.

  Imaginé que Claire sería la última en entregar una colaboración.

Supuse que se pasaría a ver quién había entregado antes de ponerse

manos a la obra. Y no hubo sorpresas, acerté de pleno.

  La señorita Superioridad entró en el aula de periodismo a eso de

las cuatro menos cuarto.

  —Hola —le dije.

  —Aquí tienes mi colaboración para tu revista.

  —¡Genial! ¿Es sobre métodos anticonceptivos?

  Vale, fue un chiste fácil, pero no pude resistirme. Fue como si le

hubiera clavado un tenedor a Claire; prácticamente tuvo un berrinche.

  —¿Sabes qué? —dijo—. Debe de ser genial tener planes para

largarse a ver mundo, pero algunos no tenemos esa posibilidad.

Fulminado por un rayo - Chris ColferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora