~1~ CAPITULO

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30 de septiembre

 

  Querido diario:

  Un curso más con esta panda de cretinos y seré libre. Me ha

llevado casi dos décadas de meticulosa planificación, pero me

enorgullece poder decir que mi largamente esperada marcha de la

ciudad de Clover es cuestión de días. Trescientos cuarenta y cinco

días, para ser exactos. Pero que no se note que estoy llevando la

cuenta…

  Dentro de un año estaré en mi habitación del campus de la

Universidad Northwestern tomando apuntes de algún carísimo libro de

texto sobre «la historia de…», no sé, algo relacionado con la historia.

Me alimentaré a base de fideos instantáneos y litros y litros de Red

Bull. Dormiré apenas cinco horas, y eso la noche que no tenga que

gritarle a mi compañero de habitación que baje el volumen del vídeo

porno.

  Sé que no parece el mejor plan del mundo, pero para este futuro

universitario es el mismísimo paraíso. Todos mis sacrificios, presentes

y futuros, forman parte de un plan más ambicioso.

  No es que sea exactamente un secreto, porque se lo he contado

a todo el mundo (más que nada para que no me cuenten a mí su vida),

pero algún día espero llegar a ser el periodista más joven en publicar

un artículo en The New York Times, Los Angeles Times, el Chicago

Tribune y el Boston Globe, para luego continuar el ascenso hasta

convertirme en el director de la revista New Yorker.

  Sí, ya sé que es mucha información, así que tómate unos

instantes para asimilarla si es necesario. Si te parece todo demasiado

abrumador, imagínate cómo me siento yo teniendo que vivir cada día a

la altura de mis expectativas. ¡Es agotador!

  Dentro de diez años, si todo sale según el plan, las cosas me

irán mucho mejor. Ya lo estoy viendo: estaré en mi apartamento de

Nueva York, puliendo mi última columna semanal para el New York

Times. Me alimentaré a base de comida tailandesa y vino tinto de la

mejor calidad. Dormiré diez horas, incluso las noches que tenga que

gritarle a mi vecino que baje el volumen del porno.

  Pero de momento todavía me queda un año de instituto, el

último. Y soy consciente de que aún no me han «admitido» en la

Northwestern, pero eso no es más que un tecnicismo sin importancia.

Y ya que hablamos de esto, debería decir que también soy consciente

de que la Northwestern no empieza a enviar cartas de admisión hasta

Fulminado por un rayo - Chris ColferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora