~6~ CAPITULO

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 8 de octubre

 

  Odio los lunes con cada fibra de mi ser. Dicho esto, esta mañana

me levanté de un humor raro, pero el resto del día ha sido como para

hacerse una lobotomía. Todo comenzó en lo que, según creo, es el

origen mismo de todas las frustraciones del ser humano. ¡Acertasteis!

El aparcamiento de alumnos.

  Estaba a punto de aparcar (incluso tenía puesto el intermitente,

algo completamente inútil) cuando un gigantesco jeep salió de no se

sabe dónde y me quitó el sitio. Si no llego a pisar el freno a fondo en el

mismo momento en que lo vi, mi coche y yo estaríamos ahora hechos

pedazos.

  Al volante del jeep iba una imbécil del equipo de softball. No se

enteró de nada porque iba pendiente de las tres amigas que venían

con ella y de la horrible música que tronaba por los altavoces del

coche.

  Y ni siquiera fue eso lo que me molestó. Lo que me jodió fue la

pegatina que llevaba en el parachoques: SON COSAS DEL JEEP, NO

LO ENTENDERÍAS.

  No sé muy bien por qué, pero aquello hizo que se me fundieran

los plomos. Me bajé del coche, cerré la puerta de un portazo y me fui

directo a su ventanilla.

  —¡Eh! —le dije, aporreando su ventanilla. La chica me miró de

arriba abajo, hizo un ruidito con la garganta y se volvió hacia sus

amigas—. ¡Sé que me estáis oyendo! ¡Vais en un coche sin capota!

  —¿Puedo ayudarte en algo? —me dijo con voz nasal.

  —Sí, claro que puedes. Me estaba preguntando qué es eso que

yo no entendería.

  —¿Quéee?

  —La pegatina que llevas en el parachoques. No lo pillo. ¿Qué es

exactamente lo que no puedo entender porque no conduzco como

Cocodrilo Dundee?

  —Tío, creo que necesitas cambiarte el tampón —dijo la chica del

jeep, y sus amigas se rieron a carcajadas.

  —No puedo usar tampón si estoy muerto —le grité (no fue una

réplica muy brillante, no)—. ¡Aprende a conducir!

  Volví a mi coche y vi un sitio al otro lado del aparcamiento.

  Así que, como os decía, no me levanté de muy buen humor y el

resto del día no ayudó a que mejorara. Bregué con el típico día de

incompetencia y encuentros juveniles. Algún gilipollas les dio un

laxante a las gaviotas a la hora de comer y había cagadas y tripas de

Fulminado por un rayo - Chris ColferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora