Shine lloraba. Tras setenta y cinco años guardándose aquella historia, empezaba a recordar cosas que creía olvidadas. Cosas que no le había gustado olvidar. Por eso estaba feliz. Feliz de que todo estuviese a punto de terminar.
– Ya falta poco para el final...me habría encantado saber que vivió mi Will en aquel infierno de fuego y balas. Me habría encantado haber podido salvarlo. –
En realidad, no solo el anciano lloraba. Todos lo hacían. Todos sentían el dolor latente y desgarrador que guardaba aquel hombre en su arraigado y mecánico corazón. Todos veían la injusticia a la que se había enfrentado y todos sentían lo mucho que había amado a aquel joven de cabellos ondulados.
La tormenta hacía rato que había pasado y estaba comenzando a clarear. Efímeros y pálidos rayos de sol inundaron la estancia y la atmósfera cambió. Todo se había calmado.
Tras la tormenta, siempre viene la calma.
Shine abrió el tercer cajón de la cómoda que estaba al lado de su cama, y sacó un pañuelo gris, viejo y gastado de la misma.
Se secó las lágrimas con él y acto seguido, se lo llevó al pecho, lugar donde latía aquel órgano que le brindaba la vida. Órgano que se estaba consumiendo lentamente.Shine también sacó unos papeles arrugados y amarillos, muy delicados, y explicó.
– Estás son las cartas que me llegaron de Willem desde el campo de batalla. Todavía conservan su esencia... –
Martha preguntó:
– ¿Lo lograsteis?¿Lograsteis mantener contacto e iros juntos a la guerra? –
– Sí, logramos comunicarnos. Pero nunca luchamos codo con codo. Se fue antes de que eso pudiera ocurrir. Todo terminó antes de que aquello pudiera hacerse realidad. –
Martha abrió mucho los ojos y examinó a su abuelo con detenimiento. Y lo que vió, le destrozó el corazón.
Vió a un hombre cansado tras una larga vida llena de sucesos y experiencias dolorosas, en donde la felicidad era un bien tan preciado como inusual. Vió a un hombre que había vivido más vidas que cualquiera. Vió los retazos antiguos de su recuerdo. Pero sobretodo, vió las estrellas que comenzaban a apagarse en sus ojos.El tiempo nunca será eterno.
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La razón de mi todo
RandomLa vida está llena de imprevistos, choques y cosas que a veces son difíciles de explicar. Esta es la historia de un hombre, que cansado de vivir con el gran peso de su historia, la contará en sus últimos momentos de vida. El momento en el que sus má...