capítulo catorce

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Naruto


—Tsk, odio la playa.

—Lo sée, Sasuke. Lo sé. No has parado de decirlo desde que llegamos.

Habíamos llegado a las cabañas donde nos quedaríamos los cinco días hace poco menos de dos horas, Sasuke llevaba diciendo todo este tiempo lo mucho que le desagradaba estar tan cerca del mar.

—¿Cuál es el sentido de estar aquí? —me preguntó como si yo estuviera realmente interesado en saberlo, lo único que me dejaba feliz era que por cinco días no iba a saber de tareas, ni estudio, ni exámenes, ni nada que tuviera que ver con lo que es ser un estudiante. Aunque en teoría era un viaje pedagógico. —Hace frío. ¡Odio esto!

Sasuke parece un niño chiquito cuando le niegan un juguete.

—¿Quieres que te preste mi sudadera? —le hablé en tono de galán. —No te vayas a enfriar.

Sasuke me golpeó la espalda haciéndome soltar un quejido de dolor, pero eso no me impidió reír. Me gustaba molestarlo, sobre todo porque muchas veces se avergüenza cuando lo hago. Mi amigo es especial.

—¿Por qué en lugar de dártelas de galán conmigo no lo haces con ella?

Sasuke apuntó con su dedo índice hacia adelante, Hinata y Sakura estaban a unos metros lejos de nosotros cerca del océano, a pesar de que estaban lejos veía perfectamente bien que eran ellas dos.

—Están cerca del mar.

—¿Y qué?

—¡Llevo escúchandote horas decir que lo odias!

Sasuke simplemente se encogió de hombros y no dijo nada, comenzó a caminar dejándome a mí atrás.

¿Alguien puede entender bien a Sasuke? Porque a estas alturas dudo mucho conocerlo completamente como creía.

Ahora podía observarlos a los tres desde mi lugar, a Sakura abrazando a Sasuke y a Hinata observando cualquier otra cosa, me centré en ella y sin pensarlo comencé a caminar hasta estar a tan sólo un par de pasos de ellos pero completamente callado. Aún no notaban mi presencia y sólo por eso me dediqué a observarla.

Llevaba días sin estar cerca de ella, sin poder besarla, sin poder sentirla, sin poder despertar con ella. La verdad es que me estaba enloqueciendo poco a poco y no me había dado cuenta hasta hace un tiempo, como si al tocarla mi mente se transformara completamente. Me avergüenza admitirlo, pero es así.

No puedo dejar de imaginármela bajo mi cuerpo, su cuerpo sudoroso aferrado al mío, tocar sus caderas, sus pechos, todos sus puntos débiles, apreciar la belleza de su rostro, verla a los ojos, deleitarme con ella, oír mi nombre salir de sus labios con pequeños gemidos de por medio... Hinata era mi necesidad, y no sé que tan bueno o que tan malo sería eso y a estas alturas ya no me importaba demasiado si al final sé que sus miradas eran mías, que su sonrisa tan perfecta lo era, que su cuerpo lo era; que ella lo era.

Pero, no sólo quería tener a Hinata entre mi cuerpo y mi cama nuevamente, quería reír con ella como sólo nosotros solíamos hacerlo, me gusta oírla reír, me gusta ver como se pierde mirando el cielo, me gusta simplemente verla, tenerla entre mis brazos y sentirme el hombre más seguro que pudiese existir en todo el mundo, me gusta oír su voz, me gusta que sea una chica excelente con todos y más con ella, me gusta. Hinata simplemente me gusta.

Odio y Lujuria [NaruHina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora