Jaskier no podía creer que solo habían pasado dos meses desde su llegada al pueblo y ya se sintiera atado, como en una pequeña jaula.
Su vida sin la música se sentía gris, pequeña y vacía, sobre todo porque al no poder ocultar su estado era imposible ir a la única taberna del pueblo para tener una charla grata.Cada día parecía mas aburrido que el anterior, mas simple y mucho mas largo, incluso si salía a recorrer el pueblo, no le tomaba mas de una hora caminarlo por completo y regresar a su cama a ver la pared y tararear canciones antiguas, ya nada llegaba a él, ya no había aventuras que cantar ni epifanías de amor que dedicar.
Su mano de manera inconsciente tocaba su pequeño abdomen. Parecía que su bebé había descubierto como moverse recientemente o tal vez era Jaskier que apenas comenzaba a sentir los ligeros movimientos en su interior que cada día parecían mas fuertes.
Su dinero parecía comenzar desde ya a escasear, lo que pensó duraría hasta que su bebé naciera, había sido recortado mas rápido en comida y prendas para vestir.Ahora entendía porque la gente decía que debían comer por dos, él personalmente pensaba que era una tontería, estaba seguro que por dos era estúpido, él seguramente en ese momento estaba comiendo por tres o incluso cuatro.
Había buscado empleo por todo el pueblo y nada había surgido, mucho menos en su estado, hasta que una mañana Daneel, la posadera, le había pedido si se podía quedar ese día a atender el mesón pues ella debía ir a la ciudad a buscar unas hierbas medicinales para su madre y que si lo hacía le pagaría el día.
Desde ese momento había comenzando a tomar su puesto dos o tres días por semana, cuando ella necesitaba hacer cosas o cuidar el estado de salud de la anciana. Las cosas no eran terribles en general, seguía teniendo comida, un techo sobre su cabeza y una cama para las frías noches.
Daneel le había encargado hacer las compras en el mercado ese día, era relajante salir y tener cortas charlas por las calles, la gente comenzaba a saber quien era él y él comenzaba a sentirse ligeramente mas cómodo en aquel lugar. Incluso si nadie sabía que él realmente era un bardo y todos le trataran como Julian, las cosas parecían calmadas.
—Tu nombre es Julian ¿Verdad?—Preguntó un hombre tal vez de la edad de Jaskier, mientras parecía ordenar frascos de mermeladas en un mesón trasero de la tienda.
—Ah, lo siento, estaba perdido en mis pensamientos.—Dijo el castaño.
—¿Perdido en tus pensamientos, eh? Pensé que estabas perdido viendo mi mermelada de frambuesas.—Bromeó mientras tomaba el frasco recién nombrado y lo extendía al bardo.
—Oh no, yo no compraré eso, es jodidamente caro...Quiero decir, seguramente vale la pena, pero no puedo.—Confesó comenzando a dar la media vuelta, pero una gentil mano le sostuvo.
—Daneel me habló de ti, dice que eres un buen chico y que la has estado ayudando, tomala, es un regalo como de bienvenida al pueblo.—Jaskier dudo un largo rato, odiaba la caridad, pero al mismo tiempo estaba adorando mirar aquel frasco con mermelada, cada día que pasaba fuera de la tienda podía sentir el horrible deseo de meterse una cucharada de aquello a la boca.—Te he visto pasar...Solo tómalo, no hay trampa.—Insistió y Jaskier suspiró antes de cogerlo.
—No estoy acostumbrado a re...—Intentó decir pero la risa genuina del hombre retumbó en su pecho, dejandole descolocado.
—No seas tan serio, cariño.—Habló el hombre y le guiñó el ojo, el rostro del castaño se puso rojo de un segundo a otro al sentir la oleada de aroma a Alfa, retrocedió un paso y se dio cuenta del sutil coqueteo. Algo dentro de sí floreció suavemente para luego verse aplastado por una ola amarga de tristeza. Hace meses nadie coqueteaba con él. Geralt nunca había coqueteado con él.
El aroma amargo hizo que el Alfa frunciera el ceño y apretara sus labios.
—No quise incomodarte...—Comenzó a decir pero Jaskier rápidamente lo interrumpió.
—Gracias, de verdad gracias, solo fue un mal recuerdo ¿Puedo saber tu nombre?
—Mikahel, puedes llamarme Mike si gustas.
—Fue un gusto conocerte Mika...Quiero decir Mike.—Rio leve ante su equivocación.—Daneel me espera, así que debo marchar pero nos vemos pronto.
—Espera, Julian...—Dijo el Alfa y le tomó suavemente por el hombro, fijando su vista el los ojos ajenos. Jaskier apreció la vista, el hombre era apenas un poco mas alto que él, pero mas construido, parecía mas fuerte y sus ojos verde musgo parecían un bosque en invierno.—¿Te parece salir juntos un día? —Los labios del omega se abrieron en asombro y luego negó ligeramente con la cabeza.
—Aprecio la invitación, pero...—Apuntó su abultado estomago.—No puedo, puedo ser tu amigo, si gustas, pero no puedo ofrecer nada mas.—Movió suave los hombros y se liberó.
—¿Siempre eres así de directo?
—Así soy yo.—Le guiñó el ojo antes de salir de la tienda, una extraña sensación de nostalgia recorrió su pecho, extrañaba cantar, ser el centro de atención, guiñar a su audiencia, sentirse deseado...Extrañaba a Geralt, extrañaba su antiguo yo.
—¿En qué mierda me convertí?—Dijo para sí mismo pasando hasta la posada y dejando las compras sobre el mesón donde estaba Daneel.
—¿Fue todo en orden?—Preguntó la mujer, revisando de las cosas.
—Todo bien...Iré a mi cuarto un rato, si me necesitas tocas.—Sostuvo el frasco entre sus manos y fue directo a su cama donde se tendió, sacando una cuchara y comiendo, sus ojos se cerraron, suspiró de placer y se quedó quieto unos segundos hasta que unas cortas patadas en su vientre le hicieron reír.
No había estado consciente de que tanto deseaba comer aquello hasta ese segundo. Tomó otra cucharada y dejó el frasco a un lado antes de cerrar los ojos. Deseaba que todo pasara mas rápido, deseaba tener a su hijo y juntar dinero para comprar nuevamente su laud y emprender sus viajes, pero había una horrible sensación que le decía que aquello no pasaría y que terminaría amarrado a aquel pueblo gris por el resto de sus días...
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El mayor tesoro.
Fanfiction"Hay tesoros que merecen ser protegidos" Incluso tras el dolor cuando Geralt empuja a Jaskier fuera de su vida, el bardo intenta seguir con su camino, el problema que le estanca es que tal vez en su vientre si hay una gran sorpresa del destino.