Gabriel.

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Jaskier comenzaba a sentir su vientre cada vez mas tenso, como si su piel estuviera tirante y endurecida al mismo tiempo y la sensación no hacía mas que empeorar a lo largo del día, se sentía inseguro en ese segundo mientras dejaba las provisiones sobre el mesón.

—Danieel, creo que iré a dormir temprano hoy, me duele demasiado la espalda.—Murmuró el castaño mientras apoyaba ambas manos en el mesón.

—Te dije que te quedaras acá a atender y que yo podía ir por las compras, no deberías andar por ahí con semejante panza.—Le regañó la mujer con los brazos cruzados. 

—Estoy embarazado, no lisiado...—Rodó los ojos.

—Apuesto a que estas con suerte a una semana de tenerlo, tienes los síntomas...—La mujer tocó con confianza el vientre del omega, el cual soltó una pequeña risa.

—Me falta como un mes según mis cálculos...

—Escucha lo que digo, Julian, sé de estas cosas.—Le reprendió, pero el joven solo hizo un ademán mientras se retiraba a su cuarto y se tendía ahí, su estomago seguía igual de tenso y la incomodidad en su espalda baja parecia solo crecer.

—Papi quiere dormir, cariño...—Dijo mientras cerraba los ojos, se sentía horrible, como una ballena,  los últimos meses habían sido insufribles, se veía jodidamente gordo, sus caderas habían crecido demasiado y estaba seguro que su trasero igual, apenas se había cortado un poco el cabello y sentía que su rostro era horrible y redondo.

No le gustaba, estar embarazado había sido lo peor que le había pasado, su cuerpo era un caos, no podía tocar su laud, no tenía a nadie a su lado en las noches frías y no había dinero suficiente para ninguno de sus antojos. 

Pero después de todo no se podía quejar, había comida y refugio, había conseguido ropa para su bebé de muchas formas, teniendo bastantes trajes y mantas para el frío, además de un pequeño moises que le había regalado una mujer en el pueblo, pues su bebé ya era suficientemente grande como para dormir en una cama.

Un dolor agudo punzó todo el cuerpo del omega y se sentó en la cama, soltando un lastimero gemido mientras bajaba sus manos, sosteniendo el vientre.

—¿Qué...?—Preguntó en voz baja cuando el dolor pareció detenerse por unos segundos, antes de regresar con mas fuerza al pasar apenas dos minutos. Se levantó como pudo apoyando sus manos en el mueble de noche y siseó. —Joder...—Frotó su vientre y encendió como pudo la lampara de aceite.  Gimió cuando la sensación caliente recorrió sus piernas.—Oh, no, no, no...Cariño, no es el momento...—Dijo cuando el dolor le golpeó firme y sus rodillas cedieron, quedando arrodillado y apoyando sus brazos ahora en la cama. 

Pequeñas lagrimas de miedo cruzaron sus mejillas, mezcladas por el dolor de las contracciones. 

—Bien...Debo...Sé que debo hacer...—Murmuró Jaskier de manera torpe, necesitaba mantenerse tranquilo por el bien del bebé.—Ah...Mierda...—Lloró en voz baja, había sido el peor dolor del universo, como si 10 carretas pasaran sobre su cadera y le intentaran partir. No había mayor distancia entre una contracción y otra y no estaba seguro de cuanto tiempo había estado arrodillado ahí, intentando respirar y aferrarse a la orilla de la cama, pero los pequeños rayos de sol comenzaban a bañar el pequeño cuarto.

En ese segundo Jaskier sostuvo el aire y ocupó todas sus fuerza, bajando sus manos para recibir al pequeño bulto ensangrentado que acababa de expulsar, sosteniendo entre sus manos como pudo, tirando a su pecho y escuchando el grito agudo.

—Hey...—Susurró apenas, frotando al bebé con su propia camiseta que ocupaba de pijama, limpiando y escuchando el llanto.—Papá esta acá, esta todo bien...—Susurró tranquilizando al pequeño bulto entre sus brazos. Cuando estuvo calmado, con cuidado le dejó sobre la cama y se levantó con las piernas temblando, buscando la fuente de agua con un pequeño trapo, limpiando al bebé para luego vestirle y volver a acomodarlo contra sí mismo.—Así que eres un niño...—Susurró sobre el pequeño manchon café de cabello que adornaba la cabeza del recién nacido.—Aún...Aún no había pensando en tu nombre...—Murmuró Jaskier intentando no llorar.

El mayor tesoro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora