Ofrenda de paz.

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Jaskier estaba seguro que dentro del primer mes de vida de su bebé había tenido noches difíciles, pero ninguna como esta. Gabriel había llorado toda la noche, no tenía hambre, acababa de cambiarlo, no parecía dolerle nada y aún así se removía inquieto, ahora, los primero rayos de luz aparecían en el pueblo y el pequeño seguía inquieto.

La puerta sonó un par de veces y Jaskier quien mecía al bebé se acercó a esta.

    —¿Quién es?—Preguntó sin animo de abrir.

   —Jaskier, sé que probablemente no quieras verme.—Dijo Yenefer esperando unos segundos, mas la puerta no se abrió.—Solo quiero ayudarte, hablar un poco.

El contrario dudo un largo rato, aquella mujer después de todo le había salvado la vida y ya estaba cansado de pelear, abrió la puerta e hizo un ademán para que entrara, volviendo a cerrarla.

   —Mira, no hay nada que hablar.—Susurró meciendo al bebé que aun lloraba.—Todo esta hecho, el problema no es contigo.

   —Pensé que esto podía ayudar.—La mujer extendió una camiseta negra a Jaskier, el cual dudo unos segundos, pero la pudo reconocer de inmediato, el aroma a Geralt estaba impregnada en ella.—Sé que no la quieres tú, es para el bebé.—Explicó de inmediato.—Él seguramente ya percibió el aroma de Geralt y por eso seguramente esta un poco alterado, puede que se sienta privado al aroma de su padre.—El castaño quería negar aquello, una oleada de tristeza se apoderó de su pecho.

Quería que Gabriel solo lo necesitara a él, quería mantener a Geralt alejado de su bebé lo que mas pudiera, él había velado por su propio pequeño, no ese idiota de pelo blanco. Aún así aceptó la prenda y la puso en su hombro, donde arrulló al niño, el cual gimoteó apenas un poquito antes de acomodarse, dejando de llorar, con sus ojos azules bien abiertos, inhalando y comenzando a hacer burbujas de saliva.

El bardo apretó sus labios un poco decepcionado de que su bebé si quisiera eso, pero todo era parte de la naturaleza, se sentó suspirando mientras acariciaba las espalda del pequeño.

    —Gracias.—Siseó rápido y sin realmente agradecer por el gesto.

   —Nunca creí que Geralt fuera capaz de embarazar a alguien.—La mujer rió sin diversión.

   —Es un brujo, él no puede...Él no debería poder embarazar a alguien.—Dijo Jaskier con confusión.

   —En general no, hay rituales, pocos, que pueden hacer a un brujo concebir a un bebé, aún así, se supone que ellos nunca estan interesados en eso porque "no tienen sentimientos"—Susurró deliberadamente.

    —¿Geralt me embarazó porqué él quería?—Preguntó molesto el omega, notando como su bebé se había dormido y recostando a este en la cama, con la camiseta de Geralt a su lado.

   —No, él estaba aun mas impresionado que yo y Cirilla, así que me arriesgaré a decir que ustedes hicieron un ritual sin darse cuenta, pero el único que se puede hacer así es diria el mas complicado...—La mirada curiosa de Jaskier inquirió y Yenefer se sentó a su lado.—La leyenda dice que cuando un omega puro, de familia noble, entrega su corazón a un brujo sin necesidad de una marca, durante la primera luna nueva del año, siendo bañados ambos por estas, pueden consumar a un bebé, claro, es una leyenda, porque...—La mujer no terminó de hablar.

   —Mierda.—Gruñó el castaño, rodó sus ojos, tal vez Geralt tenía razón, él siempre estaba metido en una pila de mierda.

   —Tú no eres noble, Jaskier, eres un bardo.—Recordó la morena y el omega soltó una carcajada.

    —Julian Alfred Pankratz, Vizconde de Lettenhove, hijo de una omega pura.—Dijo divertido.—El destino es una perra ¿Verdad?—Jaskier rió un poco mas, viendo la expresión sorprendida de la hechicera.—Geralt nunca lo supo, quiero decir, él sabe mi nombre y procedencia, nunca pensé que la parte de vizconde fuera algo importante.—Reconoció y analizó un poco, ellos habían tenido sexo miles de veces, muchas, no recordaba todas pero mas de la mitad habían sido en el camino, abrazados bajo la hermosa luna. 

El mayor tesoro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora