Capítulo 10

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PADRE SOLTERO

Por Inuhanya

DISCLAMER: LOS PERSONAJES DE LA ESPECTACULAR RUMIKO TAKAHASHI NO ME PERTENECEN... SOLO LOS TOMÉ PRESTADOS PARA MIS MALEVOLOS PLANES... MUAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!

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Capítulo 10

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Sintiendo unos suaves tirones de su cabello, Inuyasha frunció levemente y soltó un gruñido antes de comenzar a abrir sus pesados párpados. Le tomó unos pocos segundos acostumbrarse a la cegadora luz de la mañana que se filtraba implacable por sus delgadas cortinas. Con sobresalto, sus ojos ambarinos de inmediato se desviaron hacia su costado y dejó escapar un poco de aire. Allí estaba ella. Bien despierta y jugando con un mechón de su negro cabello. Al parecer, se había quedado irremediablemente dormido y en algún momento de la noche, no sabía cómo, pero había acomodado a la pequeña a un lado y sobre las cobijas.

"Demonios..." Dijo Inuyasha con la voz ronca al darse cuenta que definitivamente ya era de día y no se había tomado unos minutos de la noche anterior para planificar su viaje de último minuto. Sin perder más tiempo, recuperó su enredado mechón de cabello y se levantó llevándose a la niña para acomodarla en sus brazos. Como respuesta, recibió una pequeña carcajada de la pequeña. "Hn, así que eso te gustó, eh?" Le preguntó él ligeramente divertido. Era la primera vez que la escuchaba reír así. Muy seguramente el repentino movimiento le había sido placentero. "Lo siento, pero no tengo tiempo para juegos... papá tiene que—"

Un momento... Papá?

Inuyasha se detuvo en seco ante lo que acababa de decir.

Pero qué demonios estoy diciendo?

Frunciendo levemente y sin permitirse pensar en más tonterías, Inuyasha salió de la habitación con la pequeña en brazos y rápidamente bajó al primer piso. Necesitaba un café bien cargado para despertarse por completo y también prepararle el desayuno a la inquieta criatura en sus brazos antes de meterse a la ducha.

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Tocando la bocina un par de veces, Inuyasha detuvo su auto negro en la puerta de la casa de su joven cuñada. Al parecer, su hermano no había pasado la noche aquí porque no veía su auto por ningún lado. Eso era un gran alivio, lo que menos quería era verlo tan pronto después de la discusión en su oficina del día anterior.

Apagando el motor, el joven Comandante se quitó su cinturón de seguridad y abrió la puerta para bajarse. Rápidamente, rodeó el auto hacia la puerta del copiloto para bajar a su hija y sacar el pequeño maletín que le había armado con sus cosas.

"Buenas tardes!" Saludó Rin animadamente desde la puerta. Inuyasha la saludó con la mano antes de agacharse para sacar a la pequeña. Una vez cargado con niña y maletín, cerró la puerta de un golpe y se dirigió hacia el portón donde los esperaba la joven galena vestida en una cómoda sudadera deportiva.

"Hola preciosa!" Dijo ella mientras extendía sus brazos para recibirle la niña a Inuyasha. "Qué bueno verte de nuevo." Continuó, haciéndole un poco de cosquillas en su pancita. "Qué tal tu noche, Inuyasha?" Esta vez se dirigió al hombre frente a ella. "Tienes mejor semblante esta mañana."

"Tolerable." Fue su corta respuesta. "Y Sesshomaru? No pasó la noche aquí? Estás segura de que no tendrás problemas con él este fin de semana?"

La joven doctora despidió sus preocupaciones con un suave movimiento de su mano libre. "No te preocupes. Sí se quedó anoche, pero se fue muy temprano esta mañana. Tenía que viajar de nuevo a Ciudad Lincoln así que estoy sola todo el fin de semana." Dijo ella sonriéndole ampliamente a la bebita. "Sin el abominable hombre de las nieves en casa verás que nos vamos a divertir mucho, pequeña." Terminó Rin con la voz más gruesa que pudo lograr en un intento por imitar el rugido del monstruo legendario.

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