Capítulo 11

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PADRE SOLTERO

Por Inuhanya

DISCLAMER: LOS PERSONAJES DE LA ESPECTACULAR RUMIKO TAKAHASHI NO ME PERTENECEN... SOLO LOS TOMÉ PRESTADOS PARA MIS MALEVOLOS PLANES... MUAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!

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Capítulo 11

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Un nuevo día de actividad comenzaba en las instalaciones del Departamento de Prevención Antiterrorista de New Port City y tal como lo había dicho Inuyasha, a pesar de estar de licencia, no quería desvincularse por completo de la investigación en curso. Dándose momentáneamente por vencido en su propia investigación, el joven Comandante de mirada dorada se dirigía con paso presuroso por los amplios y luminosos pasillos de la edificación hacia su oficina. Algo muy normal para él si no hubiese sido por un pequeño detalle. En sus brazos llevaba a una pequeña niña de aproximadamente tres meses de nacida.

Como era de esperarse, este extraño acontecimiento no pasó desapercibido para nadie y acaparó de nuevo todas las miradas a su paso. No era que al joven Comandante le preocupara eso, es más, le resbalaba lo que pudieran estar pensando sus compañeros y demás empleados del lugar. De cierta forma, se había estado preparando para esto porque sabía que Rin no iba a estar disponible siempre para cuidarla en su consultorio. Ya había hecho demasiado y no quería meterla en más problemas con su hermano... el abominable hombre de las nieves.

Además, solo sería cuestión de días para entregar la niña al Bienestar Familiar.

"Inuyasha!" Escuchó una conocida voz llamarlo a lo lejos mientras esperaba la llegada del ascensor. "No esperaba verte hoy por aquí." El Comandante Yoshida finalmente lo había alcanzado al tiempo que se abrían las enormes puertas de acero. Su compañero y amigo de ojos ambarinos entró en el ascensor seguido de Miroku. Afortunadamente subía desocupado.

Marcando el piso donde se encontraba su oficina, se dirigió hacia un jadeante Miroku. "Es mejor estar aquí haciendo algo productivo a quedarme en casa preparando teteros." Le respondió secamente.

"Vaya, por tu cara veo que no te fue muy bien en el viaje."

"No. Fue una completa pérdida de tiempo."

"Ya veo." Miroku guardó silencio al escuchar el timbre del ascensor que indicaba la llegada al piso de destino.

Siguiéndole el paso a Inuyasha, el uniformado de grandes ojos azules salió del ascensor mientras su mente trabajaba ávidamente tratando de encontrar la mejor manera de compartirle a su amigo una posible solución a su problema. Desde hacía unos días esa idea le había estado rondando en la cabeza pero había callado esperando que Inuyasha tuviese éxito en encontrar a la madre de su hija y que finalmente pudiera hablar con ella. En vista de su negativa, esa posibilidad ahora cobraba más fuerza. Al menos se lo propondría como algo provisional mientras se permitía un tiempo para pensar mejor las cosas.

Un hijo no era una cosa que se pudiera desechar así no más y porque sí.

"Buenos días... Comandante Ihara." Lo saludó Anette siguiendo con la mirada su pequeña carga.

"Hola Anette." Le respondió él con voz gruesa y sin detenerse. Los ojos de la joven secretaria se desviaron interrogantes hacia el Comandante Yoshida. El joven simplemente sonrió y le hizo una señal con la mano sobre su boca indicándole que era mejor no preguntar ni decir nada.

Cerrando la puerta tras él, Miroku lo vio depositar su morral sobre el despejado escritorio y luego dirigirse hacia una pequeña poltrona para acomodar con mucho cuidado a la pequeñita que llevaba en sus brazos. De inmediato, sus inocentes ojos dorados comenzaron a mirar con curiosidad sus alrededores. El joven uniformado sonrió levemente. Por lo que podía ver, Inuyasha ya parecía un experto manejando bebés. Luego, se giró hacia el escritorio para alcanzar su morral, sacó lo que parecía ser un chupo y regresó para ofrecérselo a la criatura quien lo aceptó sin mayor resistencia.

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