CAPÍTULO 14: Felicitaciones everywhere

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Desde que salimos del colegio, ni Mikey, ni Ray, ni Frank ni yo hemos pasado un San Valentín sin pareja, es por eso que inventamos una tradición, la cual hemos respetado durante catorce años. Ese quinceavo año no sería una excepción, y a pesar de que detestaba dejar a Grace sola con lo enferma que estaba, mis amigos y yo teníamos planes impostergables.

Cada trece de febrero nos juntábamos con el fin de quejarnos de nuestra vida amorosa. Estábamos obligados a llevar al menos una queja respecto a nuestras respectivas relaciones. Lucy, Janice y Rachel sabían las reglas: nada de llamadas, nada de mensajes. Era yo quien debía poner al tanto a Grace.

—A ver, déjame ver si entendí.—Ella se reía, le parecía gracioso.—Ustedes se juntan antes del día más romántico del año... ¿para hablar mal de sus parejas?—Asentí riéndome y también rio.—A ver, a ver, ¿qué dirás de mí?

—Uf, tengo tantas opciones. ¿Las migas en la cama? ¿La tapa del dentífrico? ¿Dónde diablos la dejaste? Las luces, ¿acaso alguna vez apagas alguna luz?—Ella agarró la almohada y me empezó a dar golpes con ella, seguía riendo.—¡Y ni hablar de tus ronquidos!

—¡¿Mis ronquidos?!—Chilló y me salvé por la campana. Grace iba a volver a golpearme con la almohada.—¡Gerard esos son tus ronquidos!

—Oye, ¿de verdad te sientes mejor?—Le pregunté mientras envolvía mi cuello con la bufanda que ella me había regalado. Negra, combinaba con todo.—Te juro que puedo cancelar.—En realidad no podía, pero yo estaba dispuesto a todo por ella.

—¿Cómo se te ocurre que vas a cancelar? Estoy bien. Es más, estoy más que bien. Recuperé el olfato y el gusto, así que voy a pedir una pizza. Llena de pepperoni y tocino, muy, muy grasienta.

—¿Me dejas?—Me acerqué para besarla como despedida, mientras que el timbre seguía tocando.

—Sí mi amor.—Me abrazó por el cuello y me besó cortamente los labios.—Oye, Michael ya sabe, pero, ¿le dirás al resto la noticia?—Se refería a que viviríamos juntos... ¿Viviríamos? O sea, sería oficial.

—Por supuesto.—Le di otro beso y el timbre continuaba sonando.—Te apuesto que es Frank.

—Te lo aseguro.—Rio y se puso de pie.—Voy a abrir yo, termina de prepararte.

Entré al baño para darme una última mirada al espejo. Me sentí un poco pretencioso, pero ese día realmente era algo especial. Una tradición que a durado quince años no era poca cosa.

Salí a la sala de estar y me llevé una sorpresa. No solo estaba Frank, Ray y Michael. También estaban Rachel, Lucy y Janice. Mierda, era una sorpresa demasiado desagradable. Miré a Grace confundido y ella me miró encogiéndose de hombros.

—Cambia esa cara.—Dijo Rachel y la miré. Puso sus ojos en blanco.—Es solo que encontré que es injusto que ustedes tengan esa tradición en la que, acéptenlo, solo se quejan de nosotras. Vinimos por Grace para salir las cuatro.

—Grace está enferma.—Miré a Janice un segundo y ella no parecía estar feliz de estar ahí. Al menos se daba cuenta que no era bienvenida.

—Gerard, Grace no necesita que hables por ella.—Rachel la miró y sonrió.—¿Qué te parece Grace?

—Ahm...—Grace miró a Janice un segundo, casi microscópico y bajó la mirada nerviosa.—Es que es verdad, sí estoy muy enferma.—Balbuceó.

—¿Ves Rachel? Mejor ir a casa.—Parecía que Lucy tampoco quería estar cerca de Janice.

—Nos podemos quedar aquí, pedimos algo, no tenemos que beber.—Rachel estaba decidida, y cuando Rachel estaba decidida...

—De acuerdo.—Suspiraron las tres chicas a la vez.

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