CAPÍTULO 39: A toda costa.

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No pude pegar un ojo. En cuanto llegué al departamento de mi hermano, él y Lucy se pusieron a interrogarme acerca de qué había pasado con Grace. No les di detalles. No quería que ellos supieran lo que había hecho, no quería que se enteraran de que le había mentido a Grace, diciéndole que la había traicionado con mi ex. Si les decía, conociéndolos, en la primera oportunidad que viesen mal a Grace se lo dirían, le dirían que era mentira. Mucho menos quería que creyeran que aquello era verdad, por lo que les dije que ella y yo tuvimos "diferencias irreconciliables" y que habíamos terminado. Les aseguré que había sido culpa mía, que Gracie había hecho todo lo posible por salir adelante. Pero, lo más importante, les aseguré que era para mejor.

Estuvimos mucho tiempo hablando. Me preguntaron sobre mi hija, sobre qué haríamos si ya no estábamos juntos. Les expliqué que nada, absolutamente nada me iba a alejar de ella, que la cuidaría, que la amaría, que jamás la dejaría de lado. Les dije que sería el mejor padre del universo, recompensándole el hecho de que por culpa mía sus padres no estaban juntos.

A eso de las tres de la mañana ya estaba instalado en la habitación de invitados. Me aseguraron que podía quedarme el tiempo que quisiera, pero les pedí que no se preocuparan, ya que en cuanto pudiese arrendaría un pequeño departamento cerca de Grace. Me quedé pensando un largo rato, preguntándome si todo lo que había hecho iba a valer la pena. Creo que eso me lo diría solo el tiempo. Tenía que dejar pasar el tiempo, solo de esa manera se sanarían las heridas.

No pude dormir bien esa noche. Me atormentaban los recuerdos. Era difícil pasar de compartir una cama con Grace a estar completamente solo. Me moví de un lado a otro, salí a fumar al balcón un par de veces y el sueño me venció casi a las siete de la mañana. Por lo que sentí que no había dormido nada cuando me desperté a las once con veinte minutos.

Mikey entró a la habitación. Nos miramos un momento antes de que hablara.

—¿Cómo va todo?—Preguntó y suspiré encogiéndome de hombros.

—Pésimo.—Murmuré y me puse de pie.—Dormí pésimo.

—¿Has sabido algo de Grace?—Preguntó y negué con la cabeza.—Lucy ha intentado comunicarse con ella, pero no le atiende y...

—Déjenla tranquila. Dudo que quiera hablar con alguien.

Me moví por la habitación, simulando estar buscando cualquier cosa. No tenía ganas de seguir hablando de Grace, sentía un fuerte nudo en la garganta cada vez que alguien decía su nombre.

—¿Tan mal estuvo?—Preguntó preocupado y asentí, volviendo a sentarme en la cama y cubriendo mi rostro con ambas manos.—Gerard, ¿qué ocurrió?

—Prefiero no hablar del tema.

—Sabes que puedes decirme todo.—Se sentó junto a mí y lo miré arqueando una ceja.

—Todo se lo terminas contando a Lucy, Mikey. No, no puedo decirte...—Me alejé de él y caminé hasta el bolso. Tomé la cajita del anillo y se la ofrecí.—Ten. Si hay alguien que deba usarlo, eres tú.

—Gerard, Lucy y yo no tenemos planes de casarnos. No lo necesito.—Lo alejó de él y volví a dejarlo en el bolso.

—Se lo regresaré a mamá.

—Tal vez... solo debas esperar un poco y... ya verás que las cosas se van a solucionar.

—No Michael, no pasará.

Michael caminó hasta la puerta de la habitación y luego de mirar por ella la cerró con cuidado, sin hacer ruido. Se sentó junto a mí y puso una mano sobre mi hombro, como si simbólicamente me estuviese entregando su apoyo.

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