CAPITULO 49: Segunda primera cita.

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Los nervios no me invadieron como usualmente lo hacían en una primera cita. No tenía que preguntarme dónde llevarla, qué vestir, ni que temas hablar. Por un lado aquello hacía que todo fuese más sencillo, las cosas iban a salir con naturalidad, pues conocía a Candace como a la palma de mi mano. Por otro lado... era un poco aterrador. Sí, porque justamente, conocía a Candace como a la palma de mi mano. No iba a decir que ella no me gustaba, por supuesto que sí me gustaba. Me caía bien, tenía una personalidad atrayente, pero intentar retomar una relación que había terminado hace tanto me ponía inquieto. No podía evitar recordar los últimos meses de nuestra relación, lo malos que fueron... las peleas constantes, los chillidos, el llanto, los celos... sin embargo, a mí cabeza no solo llegaban aquellos malos momentos, también los buenos. Y si que hubo buenos momentos con Candace.

A las siete y media de la tarde salía del departamento vestido como comúnmente me vestía para una cita: jeans negros, zapatos del mismo color, camisa blanca y abrigo. Me había detenido un momento en la elección de la bufanda, pues me ponía nervioso usar esa bufanda negra que Grace había tejido para mí hace un año. ¿Era correcto usarla si era de mi ex? Decidí que no importaba y la envolví en mi cuello. Hacía frío y era solo una prenda de ropa. Candace no tenía por qué enterarse que me la había regalado Grace.

Mientras iba en el taxi, rumbo a la dirección que Candace me había dado, me llegó un mensaje de Grace, era un texto con un video: "Mira como tu pequeña juega con el piano que le regaló el papá. Está absorta, le encantan los sonidos y las luces." En el video podía ver a Nadja acostada boca abajo presionando las teclas y sonreía soltando dulces balbuceos. No pude evitar pensar en cuánto me gustaría estar en ese lugar con ella y su madre.

Pero no, habíamos decidido tomar distintos caminos.

"Preciosa. Me alegro de que le haya gustado tanto." Respondí y miré por la ventana del auto. Las luces de la ciudad encandilaban mi visión. No quería sentirme melancólico en ese momento, pero era inevitable...

Grace respondió mi mensaje con una incómoda pregunta: "¿Quieres venir a cenar? Podemos probar el resto de los regalos. Hay muchas cosas que prenden luces y hacen sonidos y estoy segura de que le encantarán.". Ahm. Durante casi un mes no me invitó a cenar y tenía que hacerlo justo en ese momento... "No estoy en el departamento. Acabo de salir. ¿Y si voy mañana a almorzar para que probemos los juguetes?" Le respondí y en mis adentros rogué porque no me preguntara que iba a hacer... "Ok, ven como a las una.".

Guardé el celular dentro de mi abrigo y me bajé del taxi justo frente a unos departamentos. Eran antiquísimos. Podría jurar que eran del siglo pasado. Le pagué al taxista y entré al edificio y me dirigí al ascensor el cual me puso nervioso. Era un ascensor semi automático, como el de esa película Titanic, donde tienes que cerrar ambas puertas para que funcionara. Presioné el número siete y me puse aún más nervioso cuando subía, ya que no dejaba de moverse, era escalofriante.

Toqué su puerta, ya que no tenía timbre y la escuché en el interior.

—¡Está abierto! ¡Pasa!

Entré al departamento y me encontré con mucho desorden. Candace hace poco se había mudado y por lo que veía, no había tenido tiempo aún de ordenar. La podía oír detrás de una puerta, por lo que simplemente me senté en el sillón que estaba libre para esperarla.

La puerta se abrió y Candace salió de la habitación. Traía una blusa blanca, translúcida con escote y una faldita cortísima. La miré embobado, se veía preciosa. Se acercó a mí con una sonrisa y me entregó un collar.

—¿Me lo pones?—Me pidió y me puse de pie mientras ella sujetaba su cabello. Abroché su collar y se volteó para sonreírme.—En un segundo salimos, voy por mi abrigo.—Sujetó mi mejilla y se acercó para besarme la comisura de sus labios.—Hola.

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