Stephen x Everett

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Strange se sentía un completo idiota, pero no podía ocultar la emoción que sentía en ese momento, sería la primera vez que celebraría un San Valentín.

Ya había tenido parejas otras veces, pero siempre se negó a celebrar aquel tipo de cursilerías, sólo aceptaba tener una buena follada, pero nada más, odiaba ver las calles decoradas con estúpidas cosas rosas y corazones, realmente las cosas más inútiles, y por cierto, de mal gusto que había visto.

Pero ahora las cosas eran distintas, había quedado en tener una cita con su alfa, porque al fin Stephen Strange podía decir que tenía un alfa y uno que realmente amaba, uno que esperaba muy pronto le marcara los dientes en la nuca, sólo que aún no se atrevía a expresar tal deseo, ya que no quería quedar como un estúpido omega necesitado, prefería mantener su actitud desinteresada.

Ross no dejaba de mirar la hora, lo único que quería era terminar el estúpido papeleo para así poder ir temprano a la cita que tenía con su omega, tenía planeado pedirle dejarlo llevar su marca, no negaba que le daba algo de miedo, sentía que las cosas con Stephen estaban yendo muy rápido, pero su alfa lo dejaba de gruñir, lo desgarraba por dentro y desde hace un tiempo, si no desde la primera vez que vio a Stephen que ansiaba morderlo, que quemaba por formar un vínculo con él, sabía muy bien que era su destinado.

Se sentía algo cursi y sus compañeros de trabajo ya se habían encargado de burlarse en más de una oportunidad, pero Ross recurrió a todo su entrenamiento y especialmente a su cara de póker, disimulando que no estaba para nada ansioso por encontrarse con su omega.

Él tampoco sabía muy bien como se celebrará un San Valentín, siempre lo olvidaba, y más de alguna vez había recibido los suaves golpes de un omega enfurruñado, pero ahora a consciencia quería celebrarlo, y para lo mismo, con su novio habían hecho reservar en un bonito restorán y de seguro, luego terminarían en la habitación de alguno de los dos.

— Stephen ¡una emergencia! — Palmer llegó corriendo mientras Stephen se ponía unos de sus relojes favoritos, ya se había cambiado de ropa y estaba listo para salir. El omega la miró dudando, no quería dejar a Everett pero tampoco se podía permitir dejar morir a una persona — Stephen ahora — lo regañó la mujer mientras lo tironeaba, impidiendo que pudiera si quiera alcanzar su móvil.

La operación de emergencia fue un éxito y sólo gracias a las ideas de Strange pudieron salvar a la pequeña niña, haciendo que Stuhlbarg mirara con odio al omega, realmente lo envidiaba y también lo quería follar, quitarle de una estocada toda su arrogancia.

— ¿Acaso tienes una cita de San Valentín? — el alfa se comenzó a burlar — ¿Stephen Strange el omega que juraba no enamorarse ha caído como un estúpido ante un alfa? — siguió burlándose con una sonrisa torcida.

— Resulta que sólo necesitaba al alfa correcto, uno de verdad — el omega sonrió ampliamente — y para tu información, ya lo encontré — y diciendo esas últimas palabras el omega salió corriendo, importándole poco que su ropa se había manchado con sangre y que se veía realmente desaliñado.

Mientras corría llamaba al alfa pero él móvil lo enviaba al buzón de voz, miró su reloj una vez más y claramente estaba más que un par de horas atrasado.

Llegó jadeando, estaba intentando recuperar la respiración cuando sintió un jadeo al lado suyo, se giró y soltó una fuerte carcajada, no podía creerlo. Frente a él estaba su alfa, tanto o más sucio que él, lleno de tierra y algo de sangre, que de seguro no era de él.

— Dios, realmente estamos hechos el uno para el otro — soltó Everett riendo — esto claramente es una señal.

— Operación de emergencia — se explicó Stephen.

— Misión de ultimo momento — fue el turno de Evertt, mientras se acercaba al omega y le daba un cálido beso en los labios — ¿Qué te parece celebrar en mi departamento? De todas formas, íbamos a terminar en la cama — susurró riendo, mientras Stephen asistía risueño.

— Vamos alfa, tengo algo importante que pedirte — soltó Strange sin pensarlo mucho, ya sabía que quería como regalo de San Valentín, nada mejor que una hermosa marca en su cuello.

— Y justo yo tengo algo que preguntarte — se explicó el alfa con seguridad, al parecer ambos estaban hablando de lo mismo — feliz San Valentín omega, te amo.

— Te amo alfa — respondió Stephen mientras se agachaba para que sus naricitas se juntaran, rieron del deplorable estado en el que estaban — creo que necesitamos una ducha primero, y yo no me la quiero dar solo — el omega le guiñó el ojo y se pegó aún más a su cuerpo, al parecer celebrarían de la mejor forma que sabían, follando. 

Saga Omegaverse Marvel: Súper San ValentínWhere stories live. Discover now