[Capitulo 24]

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Sus miradas se conectaron a lo lejos.

Krist acomodaba la mesa, colocando plato por plato. Singto sentado en las escaleras de madera, "observando" su celular, mirando a Krist a lo lejos y mordiendo el interior de su mejilla. Krist le dedico una corta sonrisa y se volteó para contestar a la voz de Gxxod que le llamaba constantemente.

—¿Me acompañas? Saldré a comprar algunas gelatinas y medicinas con Tay para New, está enfermo. —Krist se centró en su voz y asintió, murmurando una dulce afirmación—Genial. —respondió tomando el rostro de Krist y depositando un casto beso sobre sus labios—Te veo en el auto.

Y se fue. Singto se levantó de las escaleras y volvió a su habitación sin devolver la mirada a Krist. Krist solo mordió su labio y tomó su suéter colgado del pechero para salir del lugar.

—Mierda. —gruñó Singto sentándose en la orilla de su cama.

Todo está tan jodido. Pensó.

Sí que lo estaba.

Debieron parar, debieron haber dejado claro las cosas, lo que pasaría después de aquello, después de que se habían perdido en un dulce mundo de fantasía creado por sus propios labios, sus labios dulces y suaves.

Singto hubiera deseado que su cabeza hubiera estado clara, que le dijera que estaba mal, que se detuviera.

Pero no lo hizo, en ningún momento.

En cambio lo había dejado pasar, solo disfrutaba y anhelaba más y más de Krist, de aquel Krist Perawat sentado en su regazo, con sus manos sobre sus mejillas y chupando sus labios, jadeando e impidiéndole tomar un poco de aire.

Pero también fue la culpa de Singto, sí. Singto acariciaba toda su piel a su paso, sus manos recorrían debajo de su camiseta de pijama, delineaba sus caderas y su estrecha cintura. Tan suave, sedosa. El calor subiendo por su cuerpo, inundándole a él y al chico sobre su cintura. Sus labios habían ido a parar al cuello de Krist, habían saboreado su piel y habían dejado besos húmedos por la línea de su barbilla hasta su clavícula.

—Singto... —Krist le había llamado en su oído, seguido de una temblorosa respiración. Bajando sus manos hasta la camisa de Singto e intentando desabrochar los botones con sus dedos temblorosos.

Todo era tan bueno.

Pero una puerta cerrándose se escuchó resonar por el pasillo.

Krist miró a Singto a los ojos y éste tardó en reaccionar. Tomó a Krist de la cintura y lo apartó de su regazo, sentándolo a un lado de él y empezando a acomodar su camisa.

—Sing-

—Lo mejor es que te vayas. —el mayor bajó la mirada observando las manos de Singto abrocharse el par de botones que había logrado desabrochar en un principio, y luego volvió a mirarle a los ojos—No debiste venir. Regresa a tu habitación, puede que Gxxod te esté buscando.

Krist aún respiraba con dificultad y sus dedos temblaban. Como pudo, se levantó del suelo y acomodó su pijama por igual, tratando de pensar en otra cosa, saliendo lo antes posible, evitando pensar en qué pasaría ahora entre ellos, qué pasaría con Gxxod, o simplemente tratando de sacar de su cabeza aquel sentimiento de saber que tenía una erección bajo su pijama de la cual él no quería encargarse.

En ese momento Krist quería ignorar todo lo que le impedía regresar a la habitación de Singto y decirle que le importaba una mierda los demás, que siempre le había querido a él y que no iba a dejarlo pasar, no podía aunque se obligara a ello.

Krist quería voltearse, tomar la perilla de la habitación de Singto, abrir la puerta y estampar sus labios contra los de Singto, decirle "Olvida todo" y simplemente dejarse llevar. Perderse en el calor de ambos, en la clara necesidad de unirse en uno solo.

Romper aquella tensión sexual que llevaba semanas matándolo.

Pero no lo hizo. En cambio, al salir de la habitación de Singto y caminar hacia la suya, se encontró a New, que le miraba sorprendido al verle salir de la habitación del moreno. —¿Qué hacías en la habitación de Singto? —preguntó el más pequeño confundido. —No podía dormir, solo hablábamos. —respondió con una sonrisa fingida—Buenas noches. —terminó por decir, para luego entrar al habitación de Gxxod y cerrar sus ojos, conteniendo un sollozo. Ya ni siquiera sabía lo que quería en ese punto.

•••♡•••

—Te vas a morir Gxxod. —le dijo Krist arrebatándole la caja llena de cerveza que llevaba en sus brazos.

—No me voy a morir. ¡Soy joven! —respondió tomando la mano de Krist—Vamos cariño, solo ésta y ya, será la última del año.

—No, mejor lleva vino, es una cena, no una fiesta sin sentido. No quiero felicitar a un novio borracho a las doce de la noche.

—Está bien, está bien. —aceptó besando la mejilla de Krist y dejando la caja en su lugar.

En el camino de regreso, Tay conducía y Krist reía por las ocurrencias de Gxxod cada vez que veía a un animal pasar por allí, burlándose del clima o de alguno de los chicos. Al llegar a casa, Tay bajó con la bolsa llena de medicamentos y Krist bajó con dos botellas de vino en sus manos, con Gxxod a su lado tomándole de la cintura y riendo mientras seguían platicando de lo primero que les llegara a la cabeza.

Ya era tarde, y todos los chicos ya habían ayudado a terminar de acomodar todo lo que tuviera que ver con la cena que habría. Krist dejó las botellas en la cocina y se despidió de Gxxod para así subir a su habitación y poder tomar una ducha fría antes de bajar y terminar de preparar los alimentos.

Observó su celular en el camino, recordando que debía llamar a su padre antes de tomar la ducha para contarle sobre lo que haría con los demás chicos.

Pero una mano le tomó de la muñeca. Singto le miraba con aquella típica mirada que usaba una vez estaba confundido, alterado y triste. Odiaba verlo así, pero sabía por qué mostraba ese rostro, sabía que era provocado por él.

—¿Podemos hablar? —preguntó en voz baja, soltando su muñeca con delicadeza.

Krist asintió y guardó su celular, dirigiéndose hacia la habitación de Singto. El menor cerró la puerta con seguro y se sentó en la cama.

—Yo, quiero hablar sobre ayer, sobre el beso...

—Bien, habla. —Singto evitó el contacto visual—Quiero escucharte primero Singto, quiero saber qué quieres.

—... Te quiero a ti, P', no puedo evitarlo. —suspiró—Ni siquiera debí besarte, no debí dejarme llevar anoche. Si pudiera evitarlo, no estarías aquí, ya me hubiera alejado de ti y me hubiera convencido de que estaba mal –que lo estuvo- y que no debería ni siquiera mirarte.

—Así es.

—Pero no puedo, no puedo dejar de pensar en ti P', no puedo pensar en no tener que mirarte, observarte tanto y desear tocarte tan siquiera con la punta de los dedos. Tampoco puedo dejar de pensar que no deberíamos estar haciendo esto, tener esta extraña relación entre los dos, ni siquiera deberíamos desear tanto juntar nuestros labios en este momento. —Krist bajó su mirada—No sé qué hacer. ¿Qué debería hacer?

Krist se acercó y cerró sus ojos por un instante, soportando el hecho de querer tomar las mejillas de Singto y acariciarlas.

—No lo sé Singto, tampoco sé qué hacer.

—¿Gxxod? —preguntó el menor.

—No lo sé, solo, no lo sé.

Respondió con voz baja, impidiendo a su voz quebrada salir a la luz.

—No lo sé. —pasó sus brazos por el cuello de Singto y lo abrazó—También te quiero Singto. No podemos evitarlo.

Todo ese tiempo hablando, saliendo, cocinando juntos, riendo, haciendo bromas, conectando historias de su vida, confiándose sus vidas, abrazándose, acariciándose, y ahora besándose y confesándose.

No necesitaban decírselo el uno al otro. Ellos ya sabían, estaban perdidamente enamorado del otro, Krist estaba enamorado de Singto Prachaya, y Singto estaba enamorado de Krist Perawat.

No pueden evitarlo.

•Hye•

[Adaptación][Peraya] Prohibido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora