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La música electrónica retumbaba en sus oídos manteniéndolas despiertas y, de cierto modo, también fastidiadas. El olor a cigarrillo y marihuana estaba por todos lados provocándole arcadas a Samantha, la castaña de ojos mieles, que se encontraba en una situación de puro desespero tratando de encontrar a una de sus mejores amigas, Victoria.

Una chica de cabello castaño sumamente claro y oscuros ojos azules bailaba felizmente sobre una mesa con todo su sistema lleno de alcohol y drogas. Sam al verla se apresuró a llegar junto a ella y bajarla de ahí. Estaba haciendo el ridículo.

-¡Vi, baja ya de ahí! -le pidió en tono de súplica cosa que atrajó la atención de su amiga.

-¿Qué es lo que pasa, Sammy? -le miró desde arriba con una sonrisa burlona.

-Baja, Victoria. Ahora -había algo en su tono de voz que alarmó por completo a la ojiazul haciéndole bajar de la mesa.

-Sam, dime qué pasa -la miró a los ojos. Los tenía oscuros y rojos.

-Cassie... ella... -tartamudeaba, eso no era buena señal.

-¿Qué mierda a pasado con ella, Sam? ¡Habla ahora! -le tomó por los hombros y la agitó con fuerza.

-Se ha drogado, todo iba bien, pero de repente... -respiró- Comenzó a gritar y llorar, me golpeó y se fue corriendo, Vi. Ella en serio parecía estar muy mal -tragó en seco.

Victoria sintió como si le hubieran tirado una cubeta de agua fría encima, todos sus pensamientos se aclararon y sintió el frío calarse hasta sus huesos. Miró a Sam con ojos muy abiertos y luego la tomó de la mano comenzando a caminar mientras empujaba a todo aquel que le bloqueara el paso.

En ese momento solo le importaba una cosa y era encontrar a Cassandra.

Sus fríos ojos grises estaban fijados en el asfalto bajo sus pies, se tambaleaba de atrás hacía delante haciéndole burla a la muerte, sus labios se movían suavemente susurrando una canción que la identificaba por completo en ese momento. Su cabello casi tan oscuro como la noche bailaba alrededor de ella siendo guiado por el viento. Sintió una punzada en su pecho, sospechó que sería la lástima y la pena que sentía por ella misma en ese momento. ¿Qué tan fuerte crees que será la caída, Cassie? murmuraba esa voz dentro de su cabeza que parecía no irse nunca.

-Vamos a comprobarlo -susurró y, en un movimiento casi involuntario, se inclinó hacía adelante dispuesta a lanzarse.

¿Cómo carajos no podía encontrar un puto baño en esa jodida casa? Cada puerta que abría era un maldito cuarto, había montones de cuartos, pero ni un sólo puto baño.

Abrió la puerta que decía Vete al diablo en grandes letras verdes, pensando que si no había un baño detrás de esa puerta, cosa que era bastante probable, orinaría por la ventana.

Pero entonces se encontró con una situación desconcertante.

Cassandra Smith se encontraba sentada en la barandilla de la ventana de espaldas a la puerta y sí, no podía verle la cara, por ente no podía asegurar que fuera ella, pero vamos, era su mejor amiga de casi media vida, podía distinguirle a kilómetros de distancia.

Se acercó con cuidado para que ella no pudiera escucharle, ella susurró algo que no pudo entender y se lanzó hacia delante, él tuvo que correr para llegar antes de que ella cayera y la tomó del brazo. Ella le miró como si le suplicara que le dejara caer, aquello estaba mal. Cassie estaba mal. La subió con cuidado y cuando estuvo del todo adentro de la habitación la apretó contra su pecho envolviéndole con sus brazos.

-¿En que mierda pensabas, Cassandra? -tomó su rostro entre sus manos mirando sus enrojecidos ojos grises- No vuelvas a hacer algo así, ¿entiendes?

-Vámonos, Cameron. Por favor -le suplicó tratando de retener las lágrimas.

Cameron la miró confundido preguntándose si aquello podía ser una alucinación, pero estaba seguro de no haber consumido ninguna droga así que eso sí estaba pasando, Cassie, la supuesta chica sin alma se encontraba entre sus brazos tan vulnerable y quebrantada que casi parecía imposible. Él nunca la había visto así, y eso que él era su mejor amigo.

Besó su frente y tomó su mano guiándola fuera de la habitación, agradeció que las escaleras estuvieran cerca a la puerta porque de lo abarrotado que se encontraba el lugar se le habría hecho imposible salir.

Avanzaron por el jardín hasta llegar al auto de Cameron, sus ojos verdes estaban fijos en Cass, porque a pasar de estar sosteniendo su mano con fuerza aún sentía temor de perderla. La ayudó a entrar al auto y una vez él estuvo dentro lo puso en marcha.

-¿Me contarás qué es lo que acaba de pasar? -ella lo miró en silencio. Ya había parado de llorar.

-No quieres saberlo, Cameron -murmuró mirando sus manos.

-Oh, claro -habló sarcástico- Realmente no me interesa saber porque mi jodida mejor amiga intentó suicidarse hace unos minutos. ¡Eso no es de mi incumbencia! ¿No es así, Cassandra? -estaba alterado y la actitud de la castaña no le ayudaba mucho.

-Hoy se cumplen dos años -dijo tan bajo que ni siquiera ella pudo escucharse con claridad.

-¿Qué?

-Hoy se cumplen dos años de la muerte de Benjamin -su voz salió más débil de lo que creía.

El castaño se quedo callado. Lo había olvidado; hacía dos años habían encontrado el cadáver de Benjamin frente a su casa luego de estar desaparecido durante días.

-Cass... -detuvo el auto frente a un semáforo.

-Es impresionante como personas que decían ser tus amigos se olvidan de que alguna vez exististe -le miró inexpresiva- Dime, Cameron. ¿Qué hubiera pasado si no me hubieras atrapado? ¿Si me hubiera caído? ¿Habrías ido a llorarme en mi maldito funeral, pero te olvidarías de mi al cabo de dos años? -él no supo que responder- Maldición, ¡dime! -lo golpeó con sus puños en el pecho, pero él la tomó de las muñecas.

-Sé a que viene esto, Cassie. Y deberías darte cuenta de que nadie tiene la culpa de la muerte de Benjamin, ¿entiendes? Deja de buscar un culpable.

Ella se soltó de su agarre y miró al frente.

-Tú no lo entiendes, nunca vas a hacerlo -se recostó en el asiento- Ojalá pudiera decirtelo, pero me odiarías -sonrió con tristeza- Yo no podía soportar que me odiaras, Cameron.

-¿De qué hablas?

Ella le ignoró por completo y encendió la radio cerrando los ojos mientras se dedicaba a cantar en voz baja.

"Ojalá pudiera." pensó ella.

Sweet SixteenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora