5.

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Victoria despertó con una resaca de mierda que no le dejaba moverse de la cama, no podía ni siquiera soportar el sonido de la puerta abrirse. Todo sonido era escandaloso, además no ayudaba tener a su madre en frente gritándole por todo. No recordaba nada después de haber fumado aquel porro, pero tampoco le interesaba recordarlo.

Samantha no sabía ni donde estaba parada, cuando despertó estaba completamente vestida, eso significaba que no había hecho nada de que arrepentirse aunque le faltaba averiguar en casa de quién se encontraba. Y cuando fue directo a la estancia se dio cuenta que había dormido en casa de Michael, se maldijo a sí misma al verlo dormido en el sofá y salió de su casa antes de que despertara.

Cassandra despertó, como bien sabía, en cama de un extraño. Se vistió y se largo del lugar antes de que el chico despertara, al fin y al cabo no tenía nada que hacer allí. Tomó un taxi y se dirigió a su casa donde sabía que su madre le esperaba con millones de preguntas y regaños.

Al día siguiente a las tres se encontraban en las escaleras del instituto. Era lunes en la mañana y llegaban tarde, una vez más.

—Dormí en casa de Michael —mencionó la ojimiel retorciendo un mechón de su cabello entre sus dedos.

—Me acoste con otro chico que no conozco —encendió un cigarrillo y guardó el mechero en su bolsillo.

—Yo no tuve acción —se lamentó Victoria haciendo puchero.

—No hice nada con Mike, sólo me dejo dormir en su casa —explicó Sam mirando hacia el frente.

—Mike es imbécil, no lo soporto —dijo Cass.

—A mi no me interesa. Sólo quiero el maldito éxtasis.

—Ajá —respondió su amiga poco convencida.

Seguían caminando por los pasillos vacíos, Cass llevaba sólo un audífono en el oído mientras el otro colgaba, para poder escuchar a sus amigas. Tarareaba una canción mientras Vi intentaba comenzar una conversación.

—¿Vamos al acantilado? —preguntó Vi sonriendo.

—Como quieran.

—No puedo. Si falto una vez más me matan —exageró Sam dándole una calada al cigarrillo de Cass.

—Vale, entonces vamos después de clases.

—Vale. Nos vemos luego —Cassie se despidió y se marchó.

Sus amigas entraron a clases mientras ella seguía caminando por los pasillos. El único sonido que podía escucharse era el de sus botas chocar contra el piso. Le dio una ultima calada al cigarrillo y expulsó el humo de inmediato. Suspiró y recogió su cabello en una coleta.

—¿No le han dicho que esta prohibido fumar en este instituto, señorita Smith?

—No estoy para bromas, Cameron —siguió caminando desinteresada.

—Nunca lo estás así que no es nada nuevo —ella se encogió de hombros.

—¿Qué haces fuera de clases? —preguntó curiosa.

—Tengo que hablar contigo y sé que luego no podremos.

—Vale, es tu oportunidad. Dispara —se sentó en el suelo recostando su espalda en la pared.

—¿Qué me ocultas, Cassie? —se sentó frente a ella y la miró a los ojos. Si mentía apartaría la mirada.

—No sé de qué demonios hablas, pensé que ya habíamos dejado el tema a un lado.

—¿Cómo rayos pretendes que deje el tema a un lado?

—Maldición... Sólo olvidalo, ¿sí? Estaba triste, fue eso.

—¿En serio intentas mentirme? ¿Es una broma? Te conozco desde que tenemos 8, Cassandra.

—¿Y qué diablos quieres que yo haga? ¿Que te aplauda por conocerme tan bien, pero a la vez tan mal? —lucía indiferente aunque sus palabras fueran hirientes. 

—Haces la misma mierda siempre.

—Uh, lo lamento tanto, en serio —dijo con la voz caragada de cinismo— Además, hablas de mi ocultando cosas cuando tú también me ocultas algo.

—Lo hago para protegerte —o más bien protegerme.

—No necesitas protegerme de nada —lo miró a los ojos— Yo puedo cuidarme sola.

—¿Quieres saber qué demonios es lo que me pasa contigo?

—No estaría mal.

No tenía sentido seguir ocultándolo.

—Cass, estoy...

—¿Qué es lo que hacen fuera de clases? —lo interrumpió el subdirector Wilson— ¡Vamos! Levantense de ahí, los llevaré a sus aulas —luego de levantarse del suelo lo siguieron por los pasillos— De Smith es de esperarse, pero, ¿de ti, Hide? Está claro que se esta dejando llevar por las malas influencias...

—Subdirector, ¿por qué habla tanta mierda? —le interrumpió la castaña.

—¿Disculpe? —se giró y la observó esperando una explicación.

—Sí, bueno. Es que mire, nosotros no tenemos la culpa de que su esposa lo engañe y que su hijo sea gay y, que tras de eso, usted crea que eso es malo, y al parecer usted se quiere desquitar con nosotros por eso y es que no me refiero sólo a nosotros dos, me refiero a todo el alumnado. Y déjeme decirle que Cameron no es un niño y sabe bien con quien anda, es su vida y usted no tiene porque meterse y si soy mala influencia, ¿qué? Eso tampoco le incumbe.

—A dirección, Cassandra —le indicó con tono duro y señalando la última puerta del pasillo.

—Será un placer —le giñó un ojo mientras caminaba tranquila por el pasillo hasta llegar al fondo.

—Cassie, que raro tenerte por aquí —dijo Michelle, la secretaria, en un tono de burla.

—Que te den, Mich —imitó su tono de voz con inocencia mientras abría la puerta del despacho.

—Buenos días, Cassandra. ¿Como ha estado tu mañana? —le saludó el hombre mayor detrás de la mesa.

—Ni buena, ni mala, director —sonrió.

—Me alegro. Y cuéntame, ¿qué es lo que te trae, de nuevo, por aquí?

—Ya sabe usted. Lo siempre.

—¿Fuera de clases? —ella asintió.

—Además le dije unas cuantas cosas a Wilson —él suspiró cansado.

—Bien. Las citaciones ya no funcionan contigo así que te quedaras dos horas en detención y más te vale aparecer esta vez o tendré que hacer que te quedes cinco horas —mientras hablaba anotaba en una hoja el nombre de la estudiante y cuanto debía quedarse. Se lo entregó y ella se dispuso a salir— Cassie, una cosa más —ella se giró.

—¿Sí?

—Ya deja de meterte en problemas —ella volvió a sonreír y volvió su vista al frente.

—No prometo nada —dijo y finalmente salió del despacho del director.

Sweet SixteenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora