Capítulo veinticinco
La fiesta transcurría en un ambiente alegre y relajado; todos disfrutaban de la felicidad de la pareja; en un momento en que todos estaban distraídos, Katherine se situó sobre una plataforma y tomando el micrófono, pidió la atención de todos.
-les agradezco a todos por acompañarnos en este día tan especial, y compartir con nosotros nuestro momento memorable, nuestra boda como prueba de un amor verdadero – todos aplaudieron y ella prosiguió – sé que es la costumbre que la esposa aviente el ramo, o realice alguna otra actividad de las que se acostumbran, a fin de que alguna de las solteras invitadas, lo gane. Pues bien, lamento tener que infringir la norma, pero a causa de una petición especial, haré una entrega personal del ramo – murmullos y risas nerviosas empezaron a escucharse, Katherine continuó – en esta ocasión, haré entrega de mi ramo, a una joven valiente y decidida que llegué a nuestra familia, para convertirse en un importante miembro de esta; con todo mi cariño, para Miranda Zarando – la aludida se sorprendió, mientras una luz de un reflector de los que estaban sobre la plataforma, se enfocaba en ella, con algo de indecisión empezó a caminar hacia donde Katherine estaba, su amiga sonreía feliz viéndola
- ¡Katherine! ¿Qué haces...? – era evidente su contrariedad y un poco de nerviosismo
- es para ti, y hay algo en él para ti – dijo Katherine en respuesta – busca, y sé muy feliz, lo mereces – Miranda tomó el ramo sin comprender aun lo que ocurría y entonces una voz se escuchó por las bocinas, de inmediato la identificó, era Alejandro
- algunos dicen que soy listo, otros afirman que soy algo alocado e intrépido; creo que tienen razón. Es por eso que desde que esta preciosa mujer llegó a mi vida, supe que era lo mejor que me había ocurrido en mucho tiempo, y como me precio de ser listo, no puedo permitir que se vaya de mi lado. También dicen que soy un buen vaquero, entonces maniobraré con mi lazo, le ceñiré su cintura, la acercaré hasta mi alma y la ataré por completo a mí – se había acercado a Miranda que sostenía el ramo entre sus manos y sonreía viéndole a los ojos
- sigo sin entender que está ocurriendo Alejandro – él tomó el ramo de entre las manos de ella, y sacó algo de entre los tallos atados, le devolvió el ramo y de pronto había una sortija frente a ella
- Miranda Zarando, desde el primer beso, te has quedado por completo con mi alma; solo puedo pensar en el resto de mi vida a tu lado ¿te quieres casar conmigo? – algunas lágrimas salieron de los ojos de la joven, que supo sin dudar lo muy enamorada que estaba de ese hombre, empezó a asentir y luego dijo
- eres todo lo que tengo, por supuesto que me casaré contigo; también me precio de ser lista, y no lo sería si te dejo ir de mi vida – Alejo sonrió y luego de ponerle el anillo, la tomó entre sus brazos y le dio un profundo beso enamorado, delante de todos los invitados; llovieron los aplausos y las felicitaciones
- gracias preciosa – susurró Alejo, ya había dejado el micrófono y después la condujo hacia un lado, dónde hubiera menos gente – en cuanto se vayan mi hermano y Katherine, tu y yo hablaremos de tu vestido
- ¿mi vestido? – preguntó ella acercándose un poco más - ¿Qué tiene de particular mi vestido? – él había tomado uno de los tirantes y pasaba los dedos de arriba hacia abajo, en una suave caricia sobre la piel expuesta
- a ti no te queda fingir que no sabes de lo que hablo – se inclinó como si le fuera a dar un beso, pero luego se volvió y le besó el hombro mordiéndoselo con suavidad
- ¡Alejo! – ella se retiró de él, pero la sonrisa en su rostro decía que le complacían las atenciones de su ahora prometido
- te veo en unos minutos cariño, debo buscar algo que me alivie el repentino calor que me embargó – Alejandro se retiró, y Miranda se dijo que ella también necesitaba refrescarse; se alejó hacia los establos, no demasiado realmente, y con la seguridad de que el rancho estaba bien custodiado. De repente lo sintió, sabía que alguien más estaba junto a ella
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DESDE SIEMPRE EN MI HISTORIA...
RomanceKatherine Lancaster regresa a casa, en medio de una gran tristeza a causa de la muerte de sus padres; ella estaba culminando sus estudios en un cantón de Suiza, y recibió la noticia, cuando ya el deceso había ocurrido; por más que lo intentó, no...