DESDE SIEMPRE EN MI HISTORIA...

Capítulo 19

Capítulo diecinueve

A la mañana siguiente, todos se levantaron luego de la llamada de los abogados, para avisar que debían estar en la corte a las diez de la mañana, a una audiencia extraordinaria, ordenada por el juez, luego de la intervención del gobernador del estado.

La primera autoridad los había recibido personalmente en su casa, en compañía de su esposa y de inmediato los había acosado a preguntas; de verdad lo había unido una gran amistad con los padres de Katherine, Roberto y Emma Lancaster.

Después de la cena, y de que el gobernador hubo saciado su curiosidad, partieron con la promesa de que él intervendría, a fin de que la verdad se supiera y saliera en limpio, y también, que la parte en que ella reconocía que había fallado, es decir, al no haber reportado el hallazgo de la niña, el gobernador consideró que no había obrado de mala fe y que al haber procurado el bienestar de la menor, esa falta, se le podía perdonar.

Ahora, el juez hacía comparecer a Katherine, con la firme intención de revisar su caso, y si realmente habían razones para considerarla un peligro para la sociedad, o para la pequeña Anna Victoria, quien aparecía, como su hija de cerca de cuatro meses de edad.

-diga a esta corte Cómo fue a parar la menor, Anna Victoria Santisteban a sus manos, señora Katherine Santisteban - interrogó el asistente del fiscal de distrito, asignado al caso, después de que Katherine respondiera algunas preguntas previas

- fue para el siete de octubre del año anterior - respondió ella - regresaba de Europa a causa de la muerte de mis padres

- ¿Por qué causa estaba en Europa?

- por mis estudios; hacía un doctorado - ella quería salir de eso pronto, no consideró el ser más específica - mis padres murieron en un accidente, pero yo no pude enterar a tiempo; cuando lo supe, aún tardé en dejar unos asuntos en orden y mientras conseguía vuelo; cuando llegué al país, ya mis padres estaban sepultados, pero igual debía hacerle frente a mi nueva realidad; llegué al estacionamiento de la terminal y tomé el auto, dejado por mi capataz allí; conduje rumbo a mi rancho, el L1-Palomo; me sentía tan desolada y de cierta manera también me sentía atrapada; no sabía que sería de mi sin mis padres - en sus ojos y en su voz, se podía percibir el gran dolor que aún la acompañaba - como una hora después de salir de la ciudad, vi junto al camino una bolsa deportiva; me pareció extraño, puesto que nadie acostumbra dejar desechos por ahí en los caminos; detuve el auto y fui hasta la bolsa, con cierto temor; la bolsa estaba abierta y dentro de ella, se encontraba un bebé recién nacido, envuelto en ropas ensangrentadas; lo tomé sin las ropas, puesto que no me pareció adecuado tomarlas, y lo llevé a mi auto; lo envolvía con una manta y lo acomodé en el asiento del copiloto, atando luego el cinturón de seguridad, de manera que lo protegiera de alguna manera

- ¿en algún momento pensó en dar parte a las autoridades? - interrogó el fiscal

- si... por supuesto; lo pensé; pero tenía mis dudas, y realmente desde que lo vi, sentí que estaba tan solo como yo, y que los dos podríamos hacernos compañía; algunas veces aparecen en nuestra vida personas, que siempre debieron estar ahí, y aunque no la llevé en mi vientre; amé a esa pequeña desde el momento en que la encontré

- ¿Cuándo supo que era una niña?

- mientras íbamos hacia el rancho, empezó a llorar y me detuve a revisar si estaba mojado, entonces descubrí que era una pequeña; en una casa conseguí algunas cosas, como una botella para alimentarla, y así continué mi viaje hasta llegar a casa; en todo momento me decía que al día siguiente, daría parte a las autoridades, aunque competía con la idea de hacerla pasar como mi hija. Al llegar, todos en casa supusieron que era mi hija, luego de eso, se desató una tormenta y mientras atendía a la pequeña, la idea de quedármela, cobró fuerza, después de todo, yo si la quería, a alguien más, no le había importado abandonarla en medio del camino