Sentada en el sofá del departamento, me quedé mirando hacia la nada. Había llegado recién de la Universidad, sintiéndome físicamente cansada, emocionalmente inepta. No habían sido días fáciles, después de todo.
Ayer había sido el funeral de Jacob, quien se había suicidado en el departamento que compartía con dos de sus amigos. Él solo había ido a la primera farmacia y comprado pastillas, se había metido en la ducha y había cortado sus venas. Eso era lo que había dicho el abogado al juez frente a todos nosotros hacía cuatro días. La policía lo había encontrado en su departamento tras haber recibido una llamada al 911 por parte de uno de sus amigos.
Una carta diciendo la verdad había sido encontrada a medias, quemada casi hasta parecer irreconocible. La policía había dicho que se leía claramente la parte de su confesión, pero no los detalles, esos habían sido quemados y perdidos para siempre.
Obviamente, yo no había asistido a su funeral.
El juicio había quedado en nada aquel día lunes y probablemente no habría ningún tipo de condena como para que sus padres tomaran, había dicho Joshua. No me importaba en realidad, el dueño de mis miedos se había ido. Desvanecido en un sueño suicida. El peligro que había sentido en mi vida había desaparecido como un mal sueño, no había vuelto a pensar en el ataque que sufrí en Cambridge, me sentía aliviada de saber que el sujeto que había iniciado mi ataque ya no andaba caminado por los mismos lugares que yo. Sin siquiera haber estado al tanto... todo había desaparecido, esa sombra que siempre iba tras de mí.
No sabía cómo sentirme respecto a lo sucedido. Estaba más entumecida que cualquier otra cosa.
Y la sensación de confusión era peor porque había tenido que contarle a mi madre lo sucedido, ella había estado como loca, pidiéndome que le diera mi dirección para poder venir a verme. Ella llegaría hoy. Ni siquiera me iba a molestar en ir a buscarla al terminal de buses, así que tendría que arreglárselas para tomar un taxi o un Uber, en estos momentos no me importaba. Mi mente estaba demasiado en otro lugar como para preocuparme de ese tipo de cosas.
Ashton estaba por llegar de sus entrenamientos matutinos, los cuales consistían en un par de horas en la sala de máquinas y minutos interminables de sufrimiento, según lo que había dicho mi precioso novio.
El timbre sonó unos minutos más tarde. Era el conserje del edificio avisando que había una mujer esperando por mí. Mi madre. Le agradecí por avisar y que le dijera que subiera.
Ni dos minutos después, tocaron la puerta.
Mi sorpresa fue no solo encontrar a mi madre allí, sino que a mi hermano James y a mi padre, Michael. Los tres se veían mortalmente serios, pero había sonrisas suaves en los labios de mi madre y mi hermano. Siempre me impresionaba el parecido que ambos teníamos, solo que su cabello era de un tono más oscuro que el mío, pero tenía el mismo color de ojos, las mismas pecas en sus mejillas y la misma nariz recta que la mía. La misma que compartíamos con nuestro padre.
— ¿Qué están haciendo aquí? – Logré decir a través de mi garganta apretada, pero haciéndome a un lado de la puerta para dejarlos entrar.
En silencio, entraron y miraron alrededor, probablemente sorprendidos por encontrarme en este lujoso departamento que ni en mis mejores sueños podría permitirme pagar. Me volteé como para darles tiempo de ver alrededor. Miré lo que ellos estaban viendo. Un enorme lugar lleno de muebles grandes y de lujo.
— ¿Desde cuando estás viviendo aquí? – Preguntó James con la boca abierta, mirando todo minuciosamente.
—Alrededor de un mes.
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Aprendiendo lo que es el Amor (Amor en Boston #2)
Roman d'amour"No sabía quién era yo por un minuto, ni siquiera sabía dónde estaba. Estaba perdida hasta que me encontraste. Eres lo que estaba esperando, todo lo que soñé y más." -Avril Lavigne