Hice un giro brusco sobre el hielo que hizo que las cuchillas de mis patines lanzaran hielo por todos lados, llevando el disco lo más cerca del arco de lo que me permitían los defensas del equipo de Florida. Logré hacer el pase con mi compañero y cuando él me lanzó el disco de vuelta, yo me encontraba en la posición correcta para darle al arco. Debía hacerlo si queríamos ganar. Era el último tiempo y estábamos a empate. No podíamos perder esta oportunidad si queríamos siquiera pensar en ganar la copa Stanley. Joder.
Entonces, sin dudarlo dos segundos, lancé el disco contra el arquero de Florida y escuché las bocinas anunciando el gol. Mierda. Lo habíamos hecho. Grité y golpeé el aire mientras patinaba alrededor y mis compañeros iban a por mí para darme un abrazo de victoria y luego golpeé los puños de mis compañeros que estaban en la banca, todos sonrientes porque solo quedaban quince segundos de juego y no había modo que Florida hiciera un gol en ese tiempo.
Hice cambio con el siguiente en la fila para salir a la pista y me senté al final, sudando como un jodido puerco y bebiendo del agua azul con electrolitos que estaba justo bajo mis pies.
Giré la cabeza para mirar al público por detrás de mí y no pude evitar sonreír como el idiota que era al ver caras conocidas allí. Grace y Matt, Madison y Thomas.
*
Me vestí, preparado con una chaqueta para salir a la fría noche de Boston. Acomodé el pesado bolso en mi hombro y salí pitando de allí tan rápido como fui capaz, solo despidiéndome de mis compañeros que aún se encontraban allí y no en las duchas.
Salí caminando por el mismo pasillo en el que había conocido por primera vez a Madison, mi cuerpo estremeciéndose y todos los vellos de mi cuerpo erizándose por el recuerdo. Vi a los cuatro sospechosos conversando entre ellos, viéndose divertidos por algo que estaba diciendo Thomas, quien movía sus manos con gestos tan exagerados que no sabía cómo es que Matt aún no le había puesto los ojos en blanco. De hecho, sabía que Thomas era tan hilarante que podría ser capaz de descongelar el humor frío de mi hermano mayor.
—Hey, ¿les gustó el juego? – Pregunté a modo de saludo. Grace dio un chillido agudo y se colgó de mi cuello, logrando que dejara caer el bolso al piso y enlazara mis brazos en su cintura para evitar que me ahorcara. Mi cuerpo se tensó al sentir sus suaves curvas contra mí.
—Estuviste horrible ahí, cada día más perezoso, Ash. – Puse los ojos en blanco mientras Grace besaba mi mejilla y soltaba mi cuello, la dejé caer al piso con cuidado y ella volvió al lado de Matt, entrelazando sus dedos.
—Siempre dices lo mismo. No seas infantil. – Me acerqué a Mad y le besé la mejilla. Sus mejillas estaban levemente sonrosadas y sus ojos brillaban con algún tipo de emoción que no logré identificar. – ¿Te ha gustado?
—No está mal. Pude haber estado... no sé, viendo un juego de ajedrez en cambio. – Abrí la boca con incredulidad mientras Matt, aquel traidor, ladraba una carcajada burlesca.
—Estás... ¿Estás tomándome el pelo?
Madison se mordió el labio inferior mientras asentía levemente con la cabeza, sus ojos verdes entrecerrados a causa de la sonrisa que estaba formándose en sus labios.
Thomas se aclaró la garganta.
—Eso fue impresionante, hermano. Creo que vendré a todos los juegos hasta que ya esté senil y no pueda recordar quién soy. – Alcé las cejas. – De todos modos, ¿hay algún modo de conseguir el número de aquel delantero tan guapo?
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Aprendiendo lo que es el Amor (Amor en Boston #2)
Romansa"No sabía quién era yo por un minuto, ni siquiera sabía dónde estaba. Estaba perdida hasta que me encontraste. Eres lo que estaba esperando, todo lo que soñé y más." -Avril Lavigne