Capítulo 8: Ashton

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Me acomodé de lado en la cama aquel día sábado, sintiéndome cansado hasta los huesos. Los analgésicos eran demasiado fuertes para mí, pero debía tomarlos por al menos otros tres días.
Ayer había dormido toda la tarde y parte de la noche luego de que Matt me haya traído a casa desde el hospital. Grace se había pasado por mi habitación, pero fingí estar dormido para no tener que hablar con ella. 


Joder. Quizás de verdad necesitara hablar con ella justo ahora porque necesitaba una ducha y sabía que no sería posible para mí hacerlo sin ayuda. Maldita sea. 


Alguien golpeó mi puerta y fingí seguir dormido, no quería hablar ni con Grace ni con Matt, por desagradecido que sonara. No podía soportar la idea de hablar con ellos o soportarlos justo ahora. La puerta se abrió y abrí los ojos cuando sentí la voz de Madison. 


— ¿Ashton? 


—Hey... 


—Hola, ¿puedo pasar? – Traté de sentarme en la cama mientras le hacía un gesto con la mano para que entrara. Maddie se sentó en la cama justo a la altura de mis rodillas. – ¿Cómo te has sentido? 


—Adormilado. – Hice una pausa para mirarla. Ella vestía unos pantalones negros ajustados, botines y un grueso suéter blanco de lana. Su cabello liso iba amarrado en una trenza a un costado de su cabeza. Se veía increíblemente joven y adorable así. Me gustaba. Esperen... ¿qué? Alejé de mi mente esos pensamientos enseguida. – ¿Qué haces aquí? 


—Vine a ver cómo estabas ya que no contestas a mis mensajes. – Sentí calor en mis mejillas. Ella había tratado de contactarse conmigo, y mentiría si dijera que mi corazón había dado una jodida voltereta al escucharla. 


—Mi móvil está muerto y he sido lo suficientemente perezoso como para no cargarlo. – Ella me regaló una sonrisa suave. 


—Me alegro que te estés sintiendo mejor. ¿Hay algo que necesites? – Ella miró hacia mi mesita de luz y vio que allí había una botella de agua sin gas y un vaso, junto con un envase de galletas de agua con sabor a nada. Tenía un golpe en la cabeza, no estaba jodidamente enfermo del estómago o algo peor. 


Me debatí entre pedirle que me ayudara a darme un baño o no. Decidí que necesitaba esa ducha más de lo que pensaba, había estado en un juego esa noche y mi pelo había estado sudado. Me sentía una pizca de asqueroso por encontrarme en ese estado justo frente a ella. Así que, tras dudar medio segundo, le dije. 


—La verdad, sí. Quiero desesperadamente bañarme, pero no puedo hacerlo solo porque apenas pongo un pie fuera de esta jodida cama es como si estuviera en una montaña rusa. – No hubo duda ni vacilación en sus palabras. 


—Muy bien. Arriba entonces. – Parpadeé en su dirección, impresionado de escuchar que haya accedido tan rápido. Sin dudas. Tan diferente a la chica que recordaba en ese primer encuentro en el TD Garden.


Me senté completamente en la cama, mi cabeza nadando en aguas turbulentas. Joder, esos analgésicos eran más fuertes de lo que pensaba. 


—Necesito un minuto. – Madison me sonrió y asintió, levantándose de la cama y quitándose su suéter blanco con cuidado. La miré fijamente, un ataque al corazón formándose dentro de mí. Por suerte (o desgracia), Madison llevaba una camiseta de tirantes por debajo del suéter, el cual dejó a los pies de mi cama. 


— ¿Por qué no le pediste a tus hermanos que te ayudaran? – No tuve que pensarlo para responder. 


— ¿Pedirles ayuda a mis hermanos menores para darme un baño? Claro, sí. Qué idea tan maravillosa, luego ellos intentarán matarme o algo. ¿Matt? No, gracias. ¿Grace? Ni loco.
Madison se mordió el labio inferior para no sonreír, pero falló miserablemente.

Aprendiendo lo que es el Amor (Amor en Boston #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora