Capítulo 7: Madison

1.2K 178 13
                                    

Suspiré por segunda vez en menos de treinta segundos. 


—No, mamá. No estoy perdiendo ninguna cita con la psicóloga. – Mentí. Había dejado de asistir a esas citas desde hacía más de un mes. Solo iba cuando las pastillas que me recetaban para mantener mis ataques de pánico a raya comenzaban a acabarse. Ataques de pánico que no había estado teniendo con tanta frecuencia como antes. El último ataque de pánico lo había tenido días después de haber conocido a Ashton y Phoebe me había llevado a tal estado de ansiedad acerca de una estupidez, que pasé horas encerrada en mi habitación.


— ¿Estás segura, Madison?


Había pasado una semana exacta desde el juego de Ashton y no habíamos vuelto a vernos, él me había llamado un par de veces para ir a desayunar, pero con los turnos de noche que tendría esta semana se complicaría un poco todo.


Me mordí la lengua antes de responder. Thomas estaba sentado a mi lado, preparado para el turno de noche que se veía por delante con un café en cada mano. No sabía por qué en el infierno él había pedido dos cafés de una sola vez, pero no le comenté nada. Él tenía una extraña manera de pensar a veces, así que prefería mantener mis preguntas para mí misma y evitar una más extraña respuesta de su parte. 


—Claro que sí. 


—No es eso lo que ha dicho la secretaria cuando llamé más temprano a la consulta hoy. – Gemí mientras sentía que mi estómago se revolvía. Estaba totalmente pillada, maldición. – ¿Será necesario que vaya a cuidar de ti, Madison? Puedo enviar a tu hermano ahora que está con descanso de un par de días. 


—No. Me he sentido mejor, ¿está bien? No es nada. 


—Madison... 


—Mamá, estoy bien, ¿sí? No hay nada de lo que preocuparse. – Hubo un incómodo silencio en que me obligué a no terminar con la llamada. 


—Iré a verte estos días, ¿bien? – Asentí, sabiendo que ella no podía verme. 


—Está bien. 


—Te adoro, Madison, jamás lo olvides. 


—Está bien. – Repetí como si fuese una grabadora, sintiéndome pesada de repente, como si el peso del mundo se hubiese puesto sobre mis hombros. Mierda, esto no pintaba bien.


La conversación llegó a su final y metí el móvil en el bolsillo de mi pantalón azul. Estábamos en la cafetería del hospital faltando apenas diez minutos para nuestro ingreso al turno de la noche. 


— ¿Por qué vas al psicólogo? – Preguntó Thomas, preocupado. – ¿Estás a punto de matarnos a todos o algo? ¿Debería preocuparme que estés planeando mi muerte? 


—Idiota, no soy una psicópata. Solo tengo ataques de pánico. – Él asintió y se encogió de hombros, pero pude ver que había real preocupación en sus ojos. 


—Ah, espero que realmente estés mejor, tal y como le dijiste a tu madre y no sea solo una mentira, May. – Fruncí el ceño. 


—No lo es. Y deja de decirme May, bobo. 


—Lo pensaré, ¿sí? No prometo nada, de todos modos. – Él me dio una sonrisa socarrona y siguió bebiendo de sus cafés.



**



Aprendiendo lo que es el Amor (Amor en Boston #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora