—Dos para el laberinto, por favor —dijo mi padre.Detrás de nosotros, dos niños dieron chillidos mientras se hacían cosquillas y esperaban en la fila con impaciencia.
—Listo —dijo la chica detrás de la ventanilla.
—¿Quieren preguntas acerca de vacas o deportes?
—¡Vacas! —Exclamé.
—Deportes —dijo mi padre junto a mí.
Nos miramos el uno al otro.
—Está bien, vacas —dijo, tomando la hoja estrecha de papel y entregándomelo. Ni siquiera sé por qué elegí el cuestionario sobre las vacas, ya que no sé casi nada de ellas, pero sé aún menos sobre deportes, y estábamos en una granja. Por lo que parecía la mejor opción.
Mi padre me siguió a través de las amplias calles de grava y el rápido descenso que conducía a la entrada del laberinto. Poco después de los primeros tallos de maíz, una placa nos recibió:
—¿Una vaca da cuántos litros de leche al día? —Leyó mi padre en voz alta.
Miré a mi papel.
—La opción A es de quince litros, la B es de treinta.
—Wow, no es posible que sea treinta —dije, yendo al camino de la izquierda, después de la respuesta A.
Mi padre me siguió y doblamos la esquina. Entonces, me encontré con una pared de maíz. Me detuve abruptamente. Él se golpeó contra mí espalda, dio un paso atrás y me dio espacio. Dejó escapar una risa tranquila y relajada, el tipo de risa que no escucho muy a menudo.
—Treinta litros parece demasiado —dijo.
—En serio: pobrecitas vacas.
Lo llevé de nuevo al camino que habíamos seguido, ahora yendo en la dirección de la flecha B. Nos alejamos de la entrada, y el aire fue enfriándose a la sombra de los tallos de maíz.
—De acuerdo, siguiente pregunta —anuncié—, diga el nombre de uno de los estómagos de la vaca. Es "omaso" o "burno".
—¿Omaso no es un fenómeno de la química o la física? —preguntó mi padre.
—No lo creo. Creo que te refieres a ósmosis. Y "burno" parece una palabra inventada. Vamos por “omaso”.
Fui a la izquierda de nuevo, esta vez más lentamente, esperando no encontrarme cara a cara con un callejón sin salida de nuevo. Pero en cambio, el camino hizo un giro a la izquierda y luego a la derecha, y cuando vi la placa siguiente, di una sonrisa triunfante.
—¡Uh-hu! —grité, sintiéndome tonto, pero sin importarme.
Era extraño salir de casa con mi padre. Salir de la olla de presión y tratar de adivinar los nombres del estómago de la vaca. Pero tuve que admitir... que era agradable. Me recordó a cuando era más joven, antes de que llegara a la escuela secundaria, antes de que fuera un elemento más para el momento en que hiciera la inscripción en la universidad, antes de que la palabra "facultad" entrará en mi cabeza. Antes de que mis padres empezaran a preguntarme dónde quería ir, que quería ser.
En aquel entonces, cuando íbamos al centro comercial, al parque o andar en trineo, pasar el día al aire libre. Y, sí, tal vez mi madre casi nunca estuviera presente, pero mi padre lo estaba. Él nos dejaba simplemente ser niños en esa época, antes de que las expectativas le subieran a la cabeza.
Antes de empezar a hablar de cómo, de repente, sus planes se derrumbaron y de cómo tendríamos que ser más meticulosos, planificar las cosas mejor que él.
Debíamos ser una historia de éxito, como mi madre. Nunca un fracaso, como mi padre.
Nunca creí que él fuera un fracasado.
—¿Ves? Te dije que sería divertido. Tenemos que hacer cosas así más a menudo —dijo él.
—Sí, estoy de acuerdo. La próxima vez, voy a estudiar preguntas acerca de vaca con antelación.
Me reí.
—Eres bueno en eso.
—¿Bueno en qué?
—En el estudio. Me gustaría haber sido así cuando tenía tu edad. Irás muy lejos...
Sentí el viejo corazón hundirse.
—Sí, creo que sí.
—Un movimiento en falso y BAM, todo acabó para mí. No cometas el mismo error. ¿Qué crees que vas a elegir? Ingeniería, como tu madre, ¿o algo más? Wow, teniendo en cuenta que absorbes las cosas como una esponja, podría ser médico, si quisieras.
—No lo sé —me encontré diciendo.
—Sí, tenemos un año para decidir. Aunque yo creo que sería bueno elegir antes. Si estudiamos los requisitos previos para tu curso, elegiríamos las materias en la facultad que ayuden a eso.
—Hmmm —susurré, sintiéndome de repente mudo, como si mis entrañas se hubieran vuelto puré.
Terminamos el laberinto en silencio, y cuando nos salimos al otro lado, no me sentí triunfante.