Capítulo 9: Me pertenece.

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Cuando ella murió, se llevó algo más que su propia vida, se llevó la de él y dejó solo un cascarón vacío.

En la soledad oscura y en el bullicio ardiente jamás se encontró completo, porque ella le arrebató aquella parte de sí mismo que podía tener esperanza. 

De este modo cumplió las tradiciones, siguiendo sus deberes de rey en esas tierras muertas, siendo el títere del consejo.

Pero luego vino ella.

Otra vez, con otros ojos y otro nombre, pero con la misma sonrisa.
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Otra vez, con otros ojos y otro nombre, pero con la misma sonrisa

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Era media tarde y a pesar de que el ambiente frío y las nubes, no dejaban colar los rayos de sol debidamente, ya era primavera. Y él buscó salir a un paseo en donde alguna vez florecieron los cerezos.

Su escarlata cabello risado ondeaba con la fría briza pero no importo en absoluto y se sentó en las raíces del floreciente árbol, oliendo su aroma, observando el caos del paisaje que el mismo provocó.

Reclinado sobre el tronco, vio la hilera de árboless carbonizados y secos, que se negó a quitar, como recordatorio de aquel día.

El prendió fuego a todo lo que alguna vez fue de su padre; al palacio, a su aliados, a  su bosque de cerezos, e inclusive a su mismo padre y con la fuerza de su yugo edificio un nuevo palacio sobre las cenizas de sus cadáveres.

Pero no pudo quitar ese cerezo, a pesar de todo lo que le sucedió. Porque aún la amaba aunque ella ya no estuviera.

El crujido de una rama le abrió los ojos de inmediato, aún sabiendo que su escolta estaba oculta entre los árboles y las sombras. Su espada silbo en el aire cuando fue agitada con rapidez y frente a él amenazó al intruso.

El golpeteo de la fruta cayendo fue lo único que se escuchó por un largo segundo. El pelirrojo observó con ojos sorprendidos la figura de la niña al otro lado de su espada. 

¿Una niña en el Palacio?¿Una ladrona?

Miró expectante y retiró su espada del cuello de la niña enfundandole otra vez, no amenasaria niños, no era propio de el. El infante se quedó quieto observándolo con ojos verdes que definitivamente le recordaban a ese hombre.

"¿Quien eres y qué haces aquí niña en blanco?" Sus ojos rojos estudiaron sus facciones una y otra vez, observando su cabello rojo desteñido, su piel lechosa, su desnutrición y sus ojos grandes como canicas con ese color que el odiaba porque definitivamente se parecía a los de su padre.

Ella pareció salir de su estupor, al inclinarse y recoger la fruta del piso; fruta que él reconocía del jardín privado en el Palacio porque sencillamente nada así crecía en este lugar. 

"Yo…" Divago."Me llamo Sakura Oji-san". Dijo inclinándose en señal de respeto, pero el hombre arrugó su entrecejo, parecía temerosa de su situación pero no por quién era. Volteo sus ojos a él y más allá de temor vio la forma curiosa en qué lo veía. "¿Porque duerme aquí?¿no tiene hogar?" 

Close your eyes.     ♦Sakura Haruno♦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora