Fue más allá de las tres de la madrugada cuando se despertó por el movimiento repentino a su lado. Miró a su acompañante de cama y la vio sentada con ojos perdidos en la distanciada pared de su habitación.
“Sakura…”. Pronunció con voz queda mientras se incorporaba en su colchón. “Sakura...?” mencionó denuevo sin recibir respuesta. Su mano viajó a la mejilla pálida de la pequeña niña y un susto corrió por su pequeño cuerpo antes de que se girara a mirarla como se debe.
Sus ojos de apoco perdieron turbiedad y lágrimas le comieron la comisura de sus orbes color olivo. Konan gio su pequeño cuerpo hacia ella para brindarle consuelo, y ella se refugió con su abrazo como un polluelo bajo el ala de su madre.
Sin embargo Konan no puedo allar el sueño de nuevo una vez que la pequeña se quedó dormida entre sus sollozos dolidos, porque algo en su pecho le quemaba al verla llorar asi.
Y es que, jamás entendería como alguien podía hacerle algo a una niña tan pequeña como ella.
Reprimió su sentido maternal nuevamente hasta el fondo se su conciencia, porque ella era la peor persona para pensar en ello. Su capacidad para quitar la vida se equiparaba al de un monstruo, aunque apresar de que ella jamás habría acabado con la vida de niños, no se sentía exenta de la misma culpa al asesinar a otras personas.
Una contracción dolorosa de su corazón le dió una pauta para pensar en su culpa y sus manos llenas de muertes ajenas. Si su madre supiera de esto jamás la hubiera perdonado, pero al mismo tiempo, se aferraba a la idea de que era para sembrar un mundo mejor, uno en dónde ella y todas las personas que amo fuesen felices.
Una dónde jamás exista la muerte y la gerra.
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"Siempre escucha al corazón Ko-chan" Una mujer de gesto cansado le sonreía mientras acariciaba su pelo, sus manos estaban frías pero aún así la pequeña niña de cabello azul no las aparto. "El corazón es el único que recuerda de dónde vienes siempre y a dónde deseas ir". Mencionó ganándose un gesto confundido por parte de la menor.
"Oka-san… pero papá siempre decía que decidiera con mi mente, no con mi corazón". Cuestionó ella mientras la mujer de cabello azul le trenza a el pelo, la idea de ya no tener a su padre le hacía un agujero en su corazón pero continúo mirando a su madre con naturalidad.
"La mente ve los intereses de uno mismo antes que los demás, pero el corazón siempre vera por todos a la vez y con ello decidirás lo importante". La frágil mano tomo la flor de papel para colocarla en el cabello de la infante. "La gente engaña a su mente pero jamás a su corazón". La miro con ojos ambarinos iguales a los de ella si embargo la única diferencia era que estos parecían profundamente tristes y tomo su mejilla con suavidad.
"Porque el corazón siempre se enlaza con las personas que nos rodean y esto a su vez nos hace ver por su bienestar" . .
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