Prologo: La voz en su interior

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El pueblo de Karmaland es un lugar tranquilo, o al menos lo era hace mucho tiempo. Un día todo cambió, y la gente del pueblo se vio obligada a vivir en el terror y la oscuridad por parte de criaturas aterradoras que, sin previo aviso, atacaron una noche.

Afortunadamente, en medio de tanto caos y destrucción, surgieron guerreros que con trabajo en equipo y esfuerzo regresaron a la aldea a un estado más o menos parecido al de antes, sin embargo, las criaturas nunca se han ido. Actualmente ellos son conocidos como los guerreros de Karmaland, y cada uno ha decidido quedarse en las cercanías del lugar para cumplir ese rol.

Pero...

-No puedo soportarlo más-

Uno de los guerreros, quien se encontraba en la biblioteca en búsqueda de información, no pudo acercarse ni remotamente al mismo estado de concentración que tenía antes de que ese horrible pitido que altera a todo mundo apareciera. Nadie sabe de donde provenía o quien fue el responsable, pero en esos momentos el joven de cabello castaño estaba considerando enterrarle la espada en la frente. Cosas así pasaban mucho desde que los guerreros empezaron a residir allí, es más, el caos ahora pasó a ser una oleada de bromas pesadas unas sobre otras, algunas consiguiendo poner de pésimo humor a los pueblerinos, algunos aguantándolo solo porque sabían que eso era preferible a lo anterior y solo por eso lo soportaban.

Luzu, dando el caso por perdido tuvo que recurrir a llevarse los libros a casa, no sin antes tener una conversación larga con el bibliotecario que parecía mas un monologo de un padre a un niño, donde le decía que tenía que devolver los libros que ya se había llevado antes y que Luzu no deseaba devolver. No porque quisiera robarlos, sino porque fue en fragmentos de estos que encontró la información que buscaba. Había estado investigando, incluso desde antes de lo que muchos piensan, sobre este tema y creía que estaba muy cerca de dar con algo, o al menos los libros parecían estar dando jugosas pistas con la organización que tanto problema estuvo causando. El se había prometido hacer algo al respecto cuando fuera alcalde, y era por eso mismo que se esforzaba, para dar paz a los ciudadanos.

Tendría muchos problemas por delante con un psicópata reprimido, tráfico de animales ilegales, reconstrucción de lugares públicos, la desaparición de algunos ciudadanos, robos, e incluso se corrían rumores sobre la posible corrupción en la iglesia y un ladrón de guante blanco que iba y robaba las tiendas y casas del pueblo.

No estás hecho para esto Luzu, sabes que acabara mal, o peor, ganaras y todos se pondrán en tu contra cuando quieras hacer algo ¿No es mas fácil poner la primera mina y devolverles todas las que te hicieron?

La sonrisa perpetua de Luzu dudó al oír nuevamente aquella odiosa voz en su mente. Como siempre, poniéndole palos en la rueda si podía, sin embargo no tardó en recomponerse al salir a la calle, libros en mano, y sonreír cálidamente a los ciudadanos que estaban tan a la expectativa como el de lo que vendría en los días siguientes. Sabía que la esperanza de muchos estaba sobre él, y estaba dispuesto a cumplir con sus expectativas lo mejor posible.

-Vote por Mangel- leyó mientras iba pasando -Ah, así que ya se puso las pilas ¿eh?-

Su vista pasó por los lugares donde estaba seguro de que había puesto sus propios carteles, frunciendo el ceño al notar que los habían arrancado, otra vez.

¿Ves? Ya los tienes a todos en tu contra

A un grupo de gente sin nada mejor que hacer, pero tenía aliados, y obviamente iba a conseguir más en el futuro si deseaba que su ambición de una Karmaland más segura y tranquila fuera posible. Auron y Lolito habían prometido ayudarle, y aunque no confiaba aun en el psicópata, las sesiones en el psicólogo parecían haberle ayudado a reformarse...en su mayor parte. Seguro que con esos dos podría equilibrarse, es decir, el mismo Luzu admitía que podía ser blando a veces, por lo que tenerlos a ellos al lado le haría mucho bien en el departamento de la firmeza.

Un psicólogo, y un ex-psicópata muy rico, hasta donde sabia Mangel no tenia aliados tan buenos, que el conozca al menos.

Subiendo las escaleras una de sus cejas tembló al percatarse que nuevamente alguien había volado por los aires su cartel más grande. Maravilloso, tenía algo más que hacer ¿Pero quién sabe? El bromista podía terminar por aburrirse de sus travesuras si no le daba más atención de la debida.

La voz en su mente se burló, pero Luzu no le hizo el menor caso mientras abría las puertas de la casa y colocaba sus libros con los demás, que armaban un pequeño desorden que solo el responsable podía comprender. Información a cuentagotas que junta formaba un sentido y posiblemente una ubicación. Lo único que no le cuadraba es que al compararlo con el mapa que tenia de la Hermandad Oscura los datos que obtenían de estos no coincidían por ningún lado, pero esperaba dar sentido a esa última pieza pronto.

-¡Manolo no!- el cerdito estaba queriendo masticar una página, y se apuro a alejarlo de allí -¡Aun debo devolver eso! Ten, una zanahoria-

Una vez el animal estuvo bien alimentado el candidato a la alcaldía de Karmaland salió de la casa con un nuevo cartel y madera, reparando la rotura y rellenando los huecos que las minas provocaron con tierra. Para cuando terminó había caído la noche completamente, y si no fuera por sus torretas, los monstruos le habrían alcanzado antes de que entrara a su casa. Tras una cena de carne de origen turbio y verduras, Luzu se puso a trabajar en su investigación, anotando sus conclusiones en un libro y copiando los fragmentos más relevantes, no podía seguir presionando su suerte con el bibliotecario.

Sin darse cuenta el se quedó dormido allí del puro cansancio, sin percatarse de la presencia del extraño que le miraba a través de su ventana.


Lluvia EternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora