Obsesión

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Ya habían pasado varios días desde que se supo de la desaparición de Luzu. Nadie en el pueblo sabía nada, pero muchos estaban muy preocupados por el, incluso fuera del círculo de amigos que eran todos los guerreros de Karmaland. Ganador o no el tenia una muy buena reputación, y si no eran pedidos de que acelerara la búsqueda, eran relatos sobre lo buena persona que era y lo importante que es encontrarlo, cosas que realmente no necesita en estos momentos.

Lolito estuvo trabajando sin parar desde que asumió. Había hecho la casa del acalde su hogar temporal en lo que terminaba de poner orden en el ayuntamiento y se regularizaba todo, se había dicho que eso le tardaría a lo sumo unos días pero que pronto podría ponerse a disfrutar de su posición de poder.

Que equivocado estaba.

Había ganado, pero la pregunta es ¿Cómo cuando nadie parecía quererlo allí? Se lo preguntaba solo por mera curiosidad, pero la verdad es que la respuesta le daba igual, el no pensaba dejar su cargo por mas protestas que hubiera. Ese lugar, esa oficina y todo ese poder eran suyos, se los había ganado limpiamente y solo muerto lo sacarían de aquí. Era el alcalde y pensaba disfrutar los beneficios de su puesto una vez todo estuviera en orden, pero claro, con todo lo que había estado pasando poco pudo hacer que no fuera producto de la necesidad. Impuestos, poner en funcionamiento la comisaria porque sino la gente se le echaría encima, organizar quemas de cadáveres de monstruos, dar discursos motivacionales que no se los creía ni él, e imponerse por la fuerza sobre sus opositores para evitar que el barco se hundiera con el dentro, porque de nuevo, solo muerto saldría de aquí.

-Nadie quiere pagar los impuestos establecidos, solo Willy y un par de aldeanos ha pagado- informó Auron.

Lolito estaba haciendo su mejor esfuerzo en mantener la calma, estaba reformado, ahora tenía un puesto, y debía hacerle justicia a ambas cosas por lo menos mientras estaba frente al escritorio de la alcaldía.

-Lo que tenemos no será suficiente para pagar los sueldos de los empleados públicos- ni siquiera el había obtenido su primer pago aun.

-Hablando de eso, los guardaespaldas en tu casa hoy me miraron mal-

-¿Por qué?-

-Dice que no cobran hace tres meses-

-¡¿Y recién me lo dices ahora?!- tenia suerte de que no le hubieran prendido fuego la casa.

-No me mires así, me acabo de enterar hoy, y uno de ellos dijo que si para la próxima semana no recibían lo suyo comenzaran una huelga-

No importa lo que haga falta, debía sacar esos diamantes de donde pudiera. Tendría que ponerse más duro con los deudores.

-Me gusta tu casa ahora, es preciosa, pero la de antes era muchísimo mejor para un alcalde, ya sabes, era inexpugnable-

-Me pusiste arboles y mataron a mis dragones-

-Eso fue error tuyo y tampoco es como que te la hubiéramos hecho saltar por los aires-

-Solo porque estaba reforzada, sino...-

Auron rio sin ninguna vergüenza, antes de que pudiera responderle (o apuñalarlo con un cuchillo) tocaron la puerta.

-Adelante-

Shameka, su secretaria, entró visiblemente nerviosa.

-¿Qué pasa?-

-Señor alcalde, hay gente que exige verlo-

-¿Tienes idea de lo que quieren?-

-Dicen que las cosechas se están ahogando por la lluvia-

-¡¿Y ahora quieren que controle el clima?! Ya parará-

Lluvia EternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora