El silencio en el recinto era total, pero la tormenta que había ahí fuera era tan fuerte que el golpeteo en el techo llegaba a ser ruidoso más que pacifico. La luz de las antorchas iluminaba medianamente el espacio formando suaves reflejos amarillos sobre la forma de un hombre que, sentado en el banco más cercano al altar, miraba algo más allá del cielorraso del templo, mas allá del cielo gris, perdido en pensamientos tan tormentosos como la lluvia afuera. Había un cigarrillo a medio fumar entre sus dedos, creando una pequeña estela de humo amargo y picante en el lugar, aroma que le relajaba más de lo que muchos pensarían, y es sosiego lo que está buscando ahora en la soledad.
No conseguía dormir por más que lo intentó, en su cabeza había demasiado ruido para poder pegar ojo, al contrario de Thais y el bebé que dormían juntos, uno en una cuna improvisada a partir de una caja, y la otra en uno de los bancos dispuestos en fila, de cara a la criatura de la que era guardián. Mangel, sin nada mas con lo que pudiera distraerse de las aguas turbulentas que bullían en su mente, decidió que lo más productivo que podía hacer en ese momento era proteger el sueño de los que si podían dormir, estando lo mas alerta que podía a cualquier señal de peligro. Tenía el mango de la espada en su mano izquierda mientras fumaba, le hacía sentirse seguro aun cuando no era la gran cosa, se trataba de una simple espada de hierro sin encantamientos de ningún tipo, pero es que el siempre fue el más pobre de todos y hasta ahora no había encontrado sus propios diamantes. No era alguien ambicioso, el nunca vio una competencia en su obtención, pero si se tratara de una sabía que iba perdiendo por bastante, pero él estaba bien ya que realmente no era tan exigente.
Lo único que realmente quería, lo que más le importaba, era muy probable que fuera a perderlo o que quizás ya lo había hecho. A estas alturas no tenía nada que perder, nadie que le apoyara, o al menos nadie que le apoyara al mismo nivel que Lolito lo había hecho cuando estaban juntos.
Ahora estaba solo, y si decidía seguir adelante con lo que Willy quería de él, era probable que no hubiera vuelta atrás.
"Pero ya lo has hecho cuando te acostaste con Rubius, y ahora Lolito te odia"
Aquello fue como una patada al estomago, se quedó sin aire tal como si lo fuera, pero mas allá del dolor y la negación que quería alzar como una defensa, sabía que no estaba peleándose con nada más que la triste y fea verdad. Mangel no quería arruinarlo más, no quería, solo deseaba demostrarle que podía ser confiable, que nunca jamás lo traicionaría de nuevo.
"No debes hacerlo entonces, pero entiende que hagas lo que hagas el cortó todo lazo entre ustedes y debes aceptar que ya no quiere verte"
Su corazón se estrujó cuando el dolor se abrió paso como un cuchillo cavando en su pecho, Mangel nunca imaginó que algo fuera a dolerle de esa manera y le asustaba, le asustaba pensar que estuviera diciéndole la verdad. Negó con la cabeza, ese no podía ser el final, alguna esperanza debía existir para ellos. Lolito no podía odiarlo, no debía ser así, quería estar con él, no imaginaba la vida sin él.
"Tú no quieres otra cosa que estar tranquilo y que tu vida sea fácil, temes la confrontación y esperas siempre a que los otros tomen las decisiones por ti, es por eso que nunca haces nada y eres tan inútil"
-¿Qué...?- se apretó el pecho, sintiendo como le costaba cada vez mas respirar, apenas siendo consciente de que su entorno iba volviéndose mas opaco y frio -¿Que estás diciendo...?-
"La verdad Mangel, tú no quieres más que estar tranquilo y que tu vida sea fácil, es por eso que mantenías a Lolito a tu lado, controlaba tu vida, te daba todo y no tenias que tomar decisiones ni preocuparte por ti mismo, ya había alguien que lo hacía por ti ¿Cómodo, verdad?"
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Lluvia Eterna
FanfictionTiempo perdido, esfuerzo perdido, tanto trabajo pegando carteles, buscando aliados, y armando toda una campaña, solo para que todo se derrumbara en el día de las elecciones. Deprimido y decepcionado con todo el mundo Luzu encerró en su casa, buscand...