Grita por ayuda

2.7K 245 37
                                    

—¡No!—Grité comenzando a llorar como si alguien me apretujara la cabeza—¡Te lo suplico! No era mi intención seguirte hasta aquí, pensé que estabas en peligro.

Mi voz sonaba entrecortada. Y es que jamás había estado tan asustada, ni siquiera en el momento en el que me di cuenta que estaba en este terrorífico lugar.

—Pues lo hubieras pensado antes de hacerlo—Se inclinó hasta alcanzar mi altura—No me vengas con esa basura de que querías  protegerme, solo eres una cotilla que se mete en asuntos ajenos.

—Athan—Le llamó Adonis tocando su hombro—. No la mataré.

Con pequeños fuegos reflejados en su mirada -aunque ahora con un trasfondo distinto-, se giró hacia él.

—¿Qué carajos acabas de decir?

—Si me obligas a matarla, yo le diré a tu padre que traes humanas y que tu rutina es pasearte por la tierra sin una pizca de disimulo... —Se detuvo, formuló una pequeña sonrisa y suspiró— ni de dignidad. Aunque dudo que alguna vez la hayas tenido.

Athan lo levantó por el cuello y me asusté, él había intentado salvarme la vida, no podía morir por mí. Además, no podía perder a la única persona que parece que no quiere verme muerta.

—¡Detente!—Supliqué—No le hagas daño.

Athan me miró confundido y noté como la piel morena de Adonis estaba tornándose magenta. Mi pulso estaba tan acelerado que mi pecho comenzó a doler.

Lo bajó y él retomo su respiración, maquinando maneras de torturarme en su frívola mente.

—Encierrala. Dale la habitación y que por nada de este mundo salga de ese cuarto. —Se acercó y se puso a mi altura con los ojos oscuros y su postura intimidante—Espero en serio que lo disfrutes, será lo que conozcas como hogar por el resto de tu vida.

Ni siquiera pude llorar. Estaba en Shock. Solo tenía 21 años recién cumplidos, no había hecho nada con mi vida que significara algo, y ahora jamás saldría de esto. Adiós a todos mis planes, metas y sueños.

Quería ser periodista, conocer a Paul McCartney y viajar a Amsterdam. Solo di un pequeño paso que arruinó mis pasos futuros.

—Lo siento—Dijo Adonis acercándose, confirmándome que en esto no volvería a arriesgarse para detenerlo—. Déjame ayudarte.

Hubiera preferido morir.

Él me levantó con poca fuerza y me llevó con suma delicadeza hasta una puerta gris, la abrió y me dejó allí adentro.

—Nos veremos más tarde, Adabella—Prometió Adonis antes de irse y cerrar la puerta con llave.

Yo me pegué a esta y comencé a llorar, a llorar como nunca había llorado. Este era el error más grande que había cometido y que nada podría deshacerlo.

Pensé que el final de mi vida sucedió cuando Athan me dejó hace unos minutos, pero no me di cuenta lo estupido que era hasta que sentí el verdadero significado de la desesperación y el dolor.

A mi cabeza vinieron recuerdos, cosas que hice, cosas que jamás hice. Lo que dejé atrás y lo estupida que fui. Pidiéndole al cielo y a cualquier oportunidad de magia que me saque de este embrollo en el que yo sola me he metido.

Se sintió como si estuviera viendo mi futuro como un recuerdo lejano del pasado que  nunca lograré recuperar.

Levanté la mirada y vi la habitación. Era horrible, peor que una celda, como una sala de un manicomio. Lo único que tenía era una cama con un colchón del grosor de un edredón y la puerta a un baño pequeño. Era tan... indescriptible. Jamás lo hubiera imaginado y, repitiendo las palabras de Athan, este sería mi hogar.

Inframundo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora