Día 2.
Tomé los libros y los ordené en dos pilas, los que había leído y los que no.
Estaba convirtiéndome en una paranoica leyéndolos repetidas veces, como si alguno pudiera decirme cómo salir de aquí. Apuesto a que ninguno de los escritores de estos libros ha estado en mi posición, pero cualquier asomo de esperanza se me hacía suficiente.
Antes tenía cierto conocimiento sobre la historia de lo dioses griegos, pues viviendo tanto tiempo en grecia era imposible no saber algo por lo menos de oído o en clases de historia. Pero tomando en cuenta mi nueva situación, tenía el deber de profundizar más con una nueva perspectiva.
Hades es sucumbido a enamorarse de Persefone, siendo obligado por sus sentimientos a llevársela con él en contra de su voluntad.
Al parecer es de familia esto de atacar y encerrar a mujeres por diversión.
Pienso en Persefone. Ser arrancada de su familia de la manera en que ocurrió, asustada y sin poder hacer más que resignarse y sufrir por siglos.
Hay muchos trasfondos de esta historia, sobre cómo termina y cómo comienza, pero la versión en que ella termina enamorándose completamente de Hades relatan todas ellas.
¿Cómo podrías enamorarte de la persona que acabó con tu vida? La que privó tu libertad y arruinó todo lo que sentías como un hogar y alimenta tu miedo tras cada acción.
Sigo leyendo al evitar esos pensamientos que no me llevarán a conclusiones positivas.
Hades y Deméter hacen un trato que consistía en que cada seis meses Persefone regresa al olimpo. Durante esa época se le conoce como primavera, y durante el verano Perséfone y Demeter comparten momentos madre e hija en la playa. Cuando persefone vuelve al inframundo con su amado es cuando el otoño y el invierno llegan, tan fríos como el corazón de Demeter después de que le arranquen de nuevo a su hija.
Por mucho que me esfuerzo no esquivo los pensamientos en relación a mi pobre madre al leer sobre la suya.
Lo más probable es que esté llamando a todos sus contactos del estado para encontrarme, preocupada por mi regreso. Ella está viviendo su propio invierno, pero no tendrá fin.
¿En qué momento de la historia ellos tienen un hijo? ¿Será Athan un dios también? ¿Persefone seguía aquí? ¿Podría ella ser la ayuda que he estado esperando?
—Hola—Saluda Adonis con esa voz dulce y empática.
Me sobresalto al hacerme escapar de mi meditación con su saludo.
—Hola—Lo mínimo que pude hacer fue devolvérselo.
—Te traje ropa—Puso un montón de atuendos sobre la cama.
Para algo me servirá por fin las clases de costura de mi abuela. Porque tendría que arreglarlos antes de usarlos además de desinfectarlos para no contagiarme de algo, aunque no quería pedirle mucho y abusar de su bondad.
Adonis se sentía culpable y un trozo de mi mente también tenía su nombre en la lista de culpables, justo debajo del mío, pero al menos se estaba esforzando por arreglarlo.
—Te agradezco por todo.
—No te preocupes, sé lo que es ser tú y estar aquí.
—Pues, agregale un poco bastante de claustrofobia—Bromeé ladeando los labios.
—Yo creo que con una buena cucharada de depresión lo reemplazo.
Ambos nos mantuvimos en silencio, y cada vez me preguntaba más qué hacía él aquí. Una nueva duda surge, ¿cuál era su historia?

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Inframundo
RandomAdabella, una chica ambiciosa, curiosa y parlanchina, siguió a un chico en una cruel y fría noche griega. Sin saber que la llevaría a su perdición, a un lugar que hasta ese momento ella creía que era un mito. Un viaje conmovedor de la transición del...