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La cabellera color miel se esparcía por todo su pecho, cubriéndole el tatuaje mientras dibujaba con los dedos en su abdomen figuras abstractas al momento que daba las caladas al porro.

Dove se había vuelto una de sus drogas más fuerte en lo que llevaba en Nueva York, no importaba si llovía, hacía sol, hacía frío, si había nieve, si era de noche o de día, Dove estaba ahí con él o como le decía Chlo, con los mechones rubios mieles cayendo por la cama, por el suelo, por las paredes, en los sillones, en el diván, al borde de la piscina o donde sea que cayera con ella.

Era fuerte y Thomas se había vuelto un adicto sin recuperación a aquellas caderas marcadas, aquellas curvas que se dibujan en las sábanas, en sus camisas, a los labios rojos que lo llamaban constantemente y aquellas esmeraldas que poseía por ojos, era adicto a ella y no había remedio alguno sin embargo pronto tendría que acabar como cualquier buena cosa y lo de ellos no podría ser.

Dejó el cigarrillo de marihuana a un lado moviendo a la rubia para sentarse en la cama mirando hacia la ventana, tomando el vaso con whisky a su lado y dando un trago largo sin mirarla, levantándose y tomando los bóxers negros para ponérselos para salir de ahí, necesitaba salir de ahí y no verla nunca más por su parte Dove solo veía lo que hacía como huía siempre que pasaba eso, el suspiro escapó de sus labios y se dejó caer en aquel colchón suave, con las almohadas de plumas y las sábanas de seda mirando al techo gris encima de su cabeza

¿Por qué no podía quedarse? Solo una noche acurrucado con ella, hablando de cualquier cosa, sin tomar, sin fumar, solo estando el uno para el otro contándose anécdotas de la infancia o hablando de su música, de la música que Thomas hacia.

Tal vez era porque era pequeña, un niña obsesionada con él que se había metido a su camerino y esperándolo ahí hasta que volviera a salir pero a él le había gustado la sorpresa, se había llevado su virginidad ahí mismo aquel día y desde ahí se habían vuelto a ver en cada show a pesar de sus palabras entre pequeñas risas por el alcohol y el cigarrillo de lo que fuera

-No le digas a nadie Chloe... Chlo-

Eso había hecho, no se lo había dicho a nadie así que tenía que buscar buenas excusas para cuándo pasaba todo un día con él o noches con él, a pesar de que siempre venía a lo mismo no importaba mucho mientras que pudiera estar con él, con Thomas Doherty, el sex symbol del rock indie en este tiempo, la superestrella del momento o algo parecido. Volvió la vista a la puerta del baño medio sonriendo cuando la llamo, se levantó tomando las sábanas para ir hasta él y tomar una ducha, una ducha bastante húmeda.

***

-Pero ¿Vas a volver no?-

Dijo con la voz baja y sentada en posición de flor de loto con su pijama puesta para verlo, ver cómo metía absolutamente todas sus cosas dentro de las maletas, todas.

-Si... no se Dove, todavía tengo que grabar un par de cosas y ya sabes-

Movió las manos en forma rápida tratando de que nada de lo que estuviera en ellas cayera pero si dejándole claro que no sabía si volvería o no y que no le importaba, sobretodo, ella.

-Si, supongo-

Mencionó la rubia en la cama y se balanceo de un lado al otro para tratar de no verlo y sentir que el nudo se le hacía diez veces cada vez más grande, se detuvo cuando sintió su mejilla húmeda y limpio rápido la lágrima que bajaba por esta, trato de buscar su voz para hablar para no hacer que el único sonido de la habitación fuera el de él empacando.

-Te voy a extrañar-

Susurro bajo, y vio como se detuvo en la puerta del cambiador, aún no tenía la camiseta puesta asi que Dove podía ver su espalda marcada por ella y sus músculos tensarse tras sus palabras.

-Y yo a ti o eso creo-

Thomas no se atrevió a ver atrás, claro que la iba a extrañar como el infierno pero a dónde él iba ella no podía ir, Chloe por mucho era un estrella brillante, inocente y buena para el mundo en el que él estaba metido, dejo salir un suspiro bajo volviendo a guardar sus cosas en las maletas más grandes, mañana por la mañana partiría, le dejaría el dinero para el desayuno y para el taxi.

-sí-

Fue lo único que escucho de ella antes de que volteara a verla, Dove veía a ningún lado específico y aunque estaba casi volteada para no verlo, Thomas veía sus lágrimas bajar silenciosas por sus mejillas, aquello solo le hizo sentirse peor con todo, por romperla así.

***

Camino de un lado al otro, de un lado al otro dentro del baño de su habitación, su madre hablaba desde abajo, gritaba su nombre para que bajara, para que fuera a dónde pedía por lo menos para saludar a quienes fuera que estaban abajo pero a Dove solo le importaba una cosa, la prueba y el estudio de embarazo de hace dos semanas.

-Estoy embarazada y... es tuyo-

rio frente al espejo mientras pasaba las manos por su cabello, no sabía cuánto tenía solo sabía que estaba ahí y que era de el, de Thomas. Trago un poco viendo el móvil, la cartelera mostraba que iba a estar ahí esa noche, de vuelta en Nueva York y ni siquiera le había dicho, no sabía porque pero iría a verlo con una buena noticia o por lo menos para ella lo era.

***

-Dove basta en serio-

Hablo serio tomando del vaso, el cigarrillo en la otra mano y la rubia en frente de él, con el nudo en la garganta al borde del llanto.

-Solo dime qué hice mal ¿Si? Solo dame una razón, por favor Tommy por favor-

Susurro lo último mientras apretaba la hojas en sus manos, bajo la mirada a sus pies jugando con estos y solo tratando de que los sollozos no salieran más de sus labios, más de lo que había llorado en el pasillo a verlo con esa chica, o con sus palabras o con solo pedirle que se fuera, necesitaba una respuesta, un porque.

-Es que... ¿Por qué después de tres meses vuelves y haces como si no me conocieras? ¿Cómo si... cómo si no te importará?-

Alzó la mirada a él, la veía de la misma forma de siempre, vacío. Dove asintió ligeramente con la cabeza, ella misma se había dado la respuesta.

-Solo... vete Dove, vuelve a casa, consigue a alguien más y se feliz ¿Si? Se feliz con alguien que te ame y que no seas solo sexo-

Mencionó suave la última palabra, Thomas no solo la estaba rompiendo a ella sino a él al mismo tiempo, no podría decirle que no la quería porque no quería joderle la vida pero si tan solo supiera que ya ll estaba haciendo con esas palabras y por supuesto con dejarle algo dentro de ella.

Asintió un poco con la cabeza pasando de largo, con las mejillas húmedas, con la vista nublada y con la cabeza dándole vueltas, el estómago se le revolvía con fuerza y con cada paso que daba las luces hacían de todo una mar de emociones, solo sabía una cosa y eso era que lo había perdido, lo había perdido para siempre jamás debió de haberlo dejado ir, jamás debió de enamorarse de él, de Thomas Doherty.

DomasxOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora