El timbre de la puerta empezó a sonar en el departamento de Killer. Este, que se encontraba viendo una película en su habitación con Arya en el regazo, frunció el ceño. La cabeza empezó a dolerle, por culpa de la resaca y el molesto timbre.
–No estoy esperando a nadie hoy. Con un poco de suerte, se va a ir cuando vea que no le abro –pensó. Se dio vuelta y siguió mirando la película.
Pasaron unos minutos, y el timbre seguía sonando, cada vez con más insistencia. Hasta los vecinos habían empezado a quejarse.
–Joder, qué pesado –se levantó de la silla, poniéndole pausa a la película y dejando a la gata en el suelo–. ¡Ya voy!
Sin embargo, la persona detrás de la puerta siguió tocando el timbre, a riesgo de que los vecinos salieran a apalearle.
– ¡Dije que ya voy!
En ese momento, Killer se dio cuenta de que no encontraba las llaves por ningún lado– ¿Dónde demonios las lancé? –tras poner patas arriba todo el departamento, encontró las llaves bajo las almohadas del sillón.
Killer se quedó pensando por unos segundos en lo mucho que se había pasado con el alcohol anoche. No recordaba absolutamente nada de lo que había hecho. Cuando se levantó, el dolor de cabeza le hizo jurar que nunca más bebería, a pesar de que tenía un bar debajo de su edificio. De todas maneras, sabía que rompería la promesa el viernes siguiente.
Ya era costumbre tomar unas pintas al salir de trabajar, para después volver a su casa y ver alguna película.
Solo que esa noche realmente se había pasado, y no recordaba por qué.
El sonido del timbre le hizo salir de sus pensamientos– ¡Ya voy! ¡Ya voy!
Introdujo la llave, le dio dos vueltas y giró el picaporte, abriendo la puerta. Después de eso, una fuerza hizo que casi cayese al suelo. Algo se enredó alrededor de su cintura.
El perfume de esa persona le hizo darse cuenta de quién lo estaba abrazando.
– ¡Rich! –exclamó, abrazándolo por los hombros–. ¡Hombre, no te esperaba hoy!
–Ya lo sé, pero hacía mucho que no te veía y te extrañaba.
Aquello era verdad. Ambos habían estado ocupadísimos, gracias a YouTube y proyectos de cada uno. No habían tenido tiempo ni de llamarse, y Killer sentía la falta de su mejor amigo.
Lo abrazó más fuerte por un segundo, y después se separaron. Sonrieron por unos segundos, mirándose a los ojos.
– ¿No me vas a invitar a pasar? –preguntó Rich, apoyado en el umbral de la puerta.
–No, creo que dejaré que mis vecinos te asesinen –respondió Killer, haciéndose a un lado para que él entrara–. Dios, ¿cómo puedes tocar el timbre tantas veces sin cansarte? –le preguntó mientras pasaba, cerrando la puerta detrás de él.
–Sé que te molesta mucho. ¿Por qué más lo haría, sino?
–Tío, casi me revientas el cerebro.
– ¿Resaca? –preguntó Rich, con asombro ante la afirmación de Killer. Cruzó los brazos, enojado–. Tío, ¿por qué bebes tanto?
–No es como que tenga una maldita adicción, Rich. Solo me pasé de cervezas. Al menos, después de tomarme una aspirina, no me siento tan mal como cuando me levanté.
–No vuelvas a hacer eso. ¿Y si te pasaba algo? ¿No pensaste en eso?
–Rich, ¿acaso viniste a regañarme? Ya soy un adulto.
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Te quiero, capullo - KillerRich
Hayran Kurgu¡Hola! Mi nombre es Ricardo. Rich, para los amigos. Vamos a ponerte en situación. Digamos que, con el paso de los años, me empezó a gustar mi mejor amigo, Rubén. Algo así como atracción, ¿no? ¿Cómo? ¿Qué quizás me enamoré y no lo quiero aceptar? Nah...