6 - Alboroto

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Rich despertó al escuchar el timbre de su departamento. La tranquilidad que uno tiene cuando se despierta se transformó en miedo al pensar en las palabras de su novia anoche: "No se te ocurra volver a mentirme, y espero que para cuando vuelva, me tengas una respuesta de por qué estás tan distinto."

Había dormido todo el día. Se levantó, con el corazón disparado por el temor de tener que enfrentarse a ella. Miró por la ventana mientras se vestía a toda velocidad; el sol ya había descendido. Eran la luna y las estrellas las que reinaban el firmamento.

El timbre volvió a sonar, sobresaltándolo. Por un momento, la imagen de Killer con resaca buscando las llaves de su departamento mientras él tocaba el timbre para molestarlo lo hizo reír, tranquilizándolo un poco.

Tomó las llaves, salió de su habitación, y se enfrentó con la persona detrás de la puerta. Cuando intentó insertar la llave en la cerradura, se dio cuenta de que su pulso estaba temblando. Inspiró y exhaló varias veces, evocando un recuerdo de Killer, y su pulso se estabilizó.

El timbre sonó de nuevo. Sin querer alargar el encuentro mucho más, metió la llave, la giró dos veces y abrió la puerta, mirando hacia abajo por el miedo.

Al subir la mirada, se dio cuenta de varias cosas raras. Primero, que esa persona llevaba un jean –su novia casi siempre utilizaba vestidos o faldas, no le gustaban los pantalones–. Lo segundo, es que, al seguir subiendo se encontró con dos musculosos brazos cruzados encima del pecho de la persona. Al llegar al rostro, se quedó estupefacto por unos segundos.

– ¿Antonio?

–Hola, hermanito –contestó el otro, abrazándolo con fuerza.

Rich le devolvió el abrazo, contento de ver a su hermano de nuevo– ¿Cómo estás? –le preguntó, soltándose y haciéndose a un lado para que entrase a la casa.

–Preocupado –respondió Antonio, mirándolo con el semblante serio.

Rich cerró la puerta y lo miró con una ceja levantada– ¿Y eso por qué? ¿Estás bien?

Antonio alargó una mano, tomando la muñeca de Rich y levantando su brazo. Los cortes en ellos, provocados por su novia hacía unas horas, se veían mal.

Rich bajó la vista, avergonzado–Yo...

– ¿Por qué sigues con ella? –el tono triste en la voz de su hermano lo hizo sentirse peor–. Un día, un ojo morado. Ahora, los brazos rasguñados. ¿Qué va a ser después?

Rich negó con la cabeza, soltándose del agarre de su hermano y alejándose de él, aun sin mirarlo a los ojos. Sabía que lo destrozaría ver su rostro apenado–Ya hemos discutido esto. No voy a dejarla, así que ya podemos ir cambiando de tema –dijo, sentándose en el sillón. Antonio lo siguió con un suspiro–. Vengo de visitar a un amigo –le contó Rich.

–Sí, me habías hablado sobre él. ¿Y? ¿Qué tal estuvo?

–Bien. Fuimos a un bar, me emborraché, después me desperté con él durmiendo al lado...

– ¿Qué? Explica eso mejor –dijo su hermano, con una sonrisa confundida.

Rich, en varios minutos que parecieron segundos para ellos, le contó todo lo que había pasado. Desde que había llegado el sábado en la tarde, hasta que se marchó el domingo por la noche.

Antonio lo miró con una sonrisa pícara, pensando si sus sospechas eran ciertas– ¿Puede ser que este "amigo" tuyo... sea más que un amigo?

Rich suspiró– ¿Tan obvio soy? ¿De verdad?

–La manera en la que hablas de él, la forma en la que sonreías... sí, eres bastante obvio.

– ¿Y? ¿Qué debería hacer?

Te quiero, capullo - KillerRichDonde viven las historias. Descúbrelo ahora