5 - Charlas nocturnas

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–Gracias por todo –dijo Rich, parándose bajo el umbral de la puerta. Las luces del pasillo iluminaban sus ojos marrones, que miraban con cariño a Killer. Este sonrió sin darse cuenta, pensando en lo lindo que se veía.

–No hay de qué. Eres bienvenido cuando gustes –comentó Killer, apoyándose en la puerta–. ¿Estás seguro de que no quieres que te lleve hasta la parada del bus?

–No, puedo ir solo.

Acaban de volver de comer. Rich había buscado la ropa sucia, algunas cosas que había traído antes, y estaba listo para marcharse.

Se quedaron mirando por unos cuantos segundos. Ambos tenían algo que decir, y ninguno se animaba a hacerlo. Rich rompió el contacto visual mirando hacia abajo, a la mochila que había traído antes y ahora balanceaba en sus manos. Se la puso, soltando un suspiro.

–Creo que debería irme –comentó, dándose la vuelta y encarando al pasillo. Miró a su amigo una última vez, sonriendo–. Nos vemos, Rubén.

Después, se alejó, bajando por las escaleras.

Killer cerró la puerta con un suspiro, apoyándose contra la misma. Al levantar la vista, se encontró con que Kau lo miraba, cruzado de brazos y con una media sonrisa.

– ¿No vas a ir a por él?

–Tiene novia.

–Pero te gusta. Tus ojos brillan mucho cuando estás con él y sonríes sin darte cuenta cuando lo miras.

–Ya, pero él no me quiere, Kau. Me lo ha dejado claro.

Killer esquivó a Kau y sus declaraciones, lanzándose al sillón. Agarró el control y prendió la tele, buscando alguna película para que su amigo dejase de hablar. Sus palabras le habían recordado el peso en el corazón que sentía cada vez que pensaba en la novia de Rich.

Encontró una película cualquiera y la dejó. Para su mala suerte, era de amor.

La gata apareció, y saltó encima de su dueño. Ronroneó, acomodándose en su regazo. Se hizo una bolita y escondió la cabeza entre las patas, cerrando los ojos.

–Yo no estaría tan seguro de que no te quiere –comentó Kau, sentándose con él–. ¿Qué te hace pensar eso?

–Su actitud conmigo. A veces es cariñoso, pero cuando se da cuenta, se vuelve algo más reservado y evita el tema. También, habla de su novia y cuanto la quiere, y eso me hace sentir mal. Y sé que no es su culpa, porque él solo está contándome a mí, su amigo, cómo se siente con su pareja. El problema soy yo –hizo una pausa, acariciando a la gata–. Además, pasaron algunas cosas... raras entre nosotros.

– ¿Quieres contarme qué cosas? –preguntó Kau.

Killer se quedó en silencio, mirando a Arya.

Si le contaba a Kau, sería como si todo lo que había pasado se volviese realidad. Lo de la cama apenas Rich había llegado, cuando durmieron abrazados, estar a punto de besarse mientras estaban sentados en el banco, agarrarse de las manos... En su cerebro, todo eso sentía irreal.

Al final, se lo contó todo con lujo de detalles. Absolutamente todas las cosas que habían sucedido entre ellos dos, desde que Rich había llegado –el sábado a la tarde– hasta que se fue.

Para cuando terminó de hablar, la película de amor en la televisión ya había acabado y la luna se asomaba por el balcón.

Kau se quedó en silencio por unos segundos, procesando toda la información. Después, volvió a mirar a su amigo.

– ¿Y tú que piensas de todo eso? ¿Crees que él siente algo por ti? Más importante, ¿realmente lo quieres?

–Sé perfectamente que yo lo quiero, el problema es que él no me corresponde. Para empeorar la situación, tiene novia.

Te quiero, capullo - KillerRichDonde viven las historias. Descúbrelo ahora